En “El cielo de los argentinos”, Fontanarrosa imagina cómo es la vida después de la muerte para un grupo de amigos. La escena es complemente mundana: los muchachos se juntan a comer asado y tomar un vino mientras esperan frente al televisor el partido de River y Peñarol. Sueñan, ahora que están allá, con conocerlo a Carlitos Gardel. Fútbol y tango se complementan, dos elementos que hacen al ejercicio cotidiano de una identidad cultural. Tal vez, con esta descripción del paraíso, el negro demostraba que los argentinos ya tenemos el cielo acá.

Foto: Gentileza Gambetango

Esa misma idea persigue “Gambetango” (IG y Youtube: @gambetango), una compañía de bailarines que busca fusionar estas dos pasiones. Hace menos de una semana, el proyecto presentó en redes sociales “Gambeta”, su última producción audiovisual. El corto muestra a un grupo de bailarines de relevancia internacional en el Estadio Tomás Adolfo Ducó, la cancha de Huracán. Llegan con ropa deportiva, pero salen al partido en traje y zapatos. Precalientan en el vestuario con pasos de baile y luego, una vez en la cancha, bailan al tango como si se tratara de un juego. Mientras tanto, en la tribuna, la orquesta Los reyes del tango toca “El puntazo” de D’Arienzo, que marca el ritmo de la hinchada.

“La fusión entre el tango y el fútbol tiene que ver mucho con nuestra identidad, con esta marca que tenemos como país, y queríamos reflejar eso”, dice Julio Bassán, el director de la compañía, a Tiempo y continúa “quisimos poner en paralelo la vida de un bailarín cuando va a hacer un show con la de un futbolista cuando llega a un estadio. Hay muchas cosas parecidas entre un vestuario y un camerino. Lo que sucede en el túnel, por ejemplo, es lo mismo que sucede para una compañía de baile, la arenga tras bastidores, antes de salir al escenario ese aliento congrega a todos. Y luego está el partido de fútbol en sí o, en nuestro caso, la coreografía de tango. Para hacerla, buscamos inspirarnos en el juego. Ya de por sí muchos pasos de esta danza tienen una gran influencia del fútbol. Es el caso de ‘la bicicleta’ donde, por ejemplo, en vez de tener una pelota entre los pies, tenemos el pie del compañero o de la compañera”.

A Julio Bassan le llevó más de catorce años poder concretar el sueño de bailar en una cancha de fútbol. Después de atravesar distintas trabas burocráticas, finalmente lo logró. “Tenía este deseo desde hace mucho tiempo. Lo conseguimos luego de un gran esfuerzo, ojalá que esto ayude a que cada vez se genere más apoyo a los artistas. Y también lanzamos esta producción inspirados en el sueño de poder bailar para la Selección Argentina y alentar desde nuestro abrazo al equipo y al país, mostrando la fusión de dos identidades y dos pasiones bien argentas”, dice el artista.

Aunque la pasión por el fútbol sea un elemento esencial de la compañía, Gambetango también busca fusionar la danza con otras expresiones culturales. El año pasado, dos de sus producciones audiovisuales, “La llamada” y “Vértigo”, fueron seleccionadas para proyectarse en la XVIII edición del Festival y Mundial de Tango. Estos videos exploran, de manera simbólica, la idea de familia, tanto desde el resguardo de un hogar como desde la libertad y la apertura hacia el exterior en la terraza de una casa porteña. “La coreografía de ‘La llamada’ busca mostrar todas las intimidades que hay en una familia, la familia nuestra o a la familia tanguera. Y luego, en ‘Vértigo’, buscamos salir de la casa al exterior, a la terraza. Ahí, justamente en la parte más expuesta, mostramos lo que implica el vértigo de la confianza en el abrazo tanguero. Es una entrega muy grande, como un salto al vacío”, cuenta Bassán. Tal vez sea parecido al abrazo de gol, que se repite hasta atrapar el cielo de los argentinos.