Formada en 2013, la banda propone la fusión del folklore con el rock y el jazz con canciones que “mezclan el cerro y el asfalto, lo electrónico y lo acústico, con aires folklórico tamizan un paisaje urbano”, según se presentan. El dúo Turucuto muestra su reciente segundo disco “Llenos de luna, bajan al mar”, un trabajo que para el pianista y compositor tucumano Roque Céliz implica “una manera de vivir y una búsqueda que no tienen que ver ni con discursos ni con criterios de fusión”. “Creo que hay un paisaje que habita adentro con sus olores, sus colores, sus días, su cielo y en ese paisaje se hacen eco las emociones que disparan la idea de una canción”, arriesga el tucumano Céliz en Buenos Aires hace cinco años El formato dúo fue por temas de practicidad y libertad creativa pero para esta ocasión, la pareja estará en el escenario junto a Fernando Bruno en batería y percusión y Jonathan Schenone en contrabajo. Consultado acerca del estilo musical que cultivan y que también se apreció en la placa debut “Turucuto” (2014) y en el ensamble artístico itinerante “Papeles sueltos y encontrados”, apunta que “son canciones populares. Hacemos música que tiene componentes interesantísimos de todos los géneros nacionales. En las letras se mezclan un poquito lo urbano con el cerro, los ríos y los paisajes del norte”, describe. 

 -¿Cuál es la búsqueda que tienen en sus canciones?

 RC: Las canciones siempre corresponden con lo que sucede en el momento de hacerla “Llenos de luna, bajan al mar” hace referencia a los ríos y los estados que atraviesa en su recorrido hasta el mar. El mismo río tiene muchos estados, atraviesa y se deja atravesar, arma su cauce. Para nosotros este disco tiene esos recorridos, todas las canciones fueron compuestas en viajes, pero la idea genera y una de las experiencias mas fuerte fue en palomino, Colombia, donde bajamos por un río que salía al mar. Los temas fueron grabados también respetando ese concepto de esa sensación: traspasar distintos estados en una misma canción. La voz como si fueran fueron compuestas visualmente como la parte superficial del río, y el piano como la corriente que va por debajo. Fue una experiencia donde verdaderamente nos dejamos llevar por lo que queríamos decir para que, con sus aciertos y con sus limitaciones, el disco tuviera vida, que esté vivo. Igual todo cambia y el centro de interés va modificando 

– ¿Por qué eligieron Turucuto como nombre para este proyecto? 

-Rc: Turucuto es una palabra que se utiliza en Tucumán para definir la forma en que se carga una persona en la espalda, como en Buenos Aires dicen “a caballito” en Tucumán decimos “a Turucuto”. El nombre refleja de alguna manera nuestro modo de andar, apoyándonos el uno en el otro. Y las espaldas nunca se cansan de cargar al otro porque este es el camino que elegimos, donde necesariamente tenemos que muchos momentos turnarnos para subir a cuestas al otro y seguir andando. Buscamos nuestra propia voz, ser genuinos

 -¿Cómo te acercaste a la música?

 -Rc: Tuve la suerte que mi abuela era concertista de piano y me enseño. A los 12 ya tenía mi primer grupo de folklore, donde tocaba la guitarra. Siempre la música está dando vuelta y como buen tucumano, toda juntada es para guitarrear. La música esta siempre presente.

 -¿Lo difícil es encontrar la forma propia? 

-Rc: Ya está invitado todo. El tema es buscar la impronta propia, y de hecho tanto para este show como para grabar el disco, no pensamos arreglos que salga como tenga que salir. Hicimos tres versiones y elegimos la que más nos gustaba. Estuvo bueno porque te hace dar cuenta que tenes menos recursos de lo que pensás. Y en este concierto ensayamos poco, para ver que sale y tratar de improvisar para generar una conexión. Estas son canciones honestas atravesadas por distintas geografías y emociones.