Si algo aprendió la humanidad, pandemia mediante, es que el cine (cuyo marco contenedor se extiende al formato de las series y a su vez es contenido por el vasto concepto del arte) puede ser, además de entretenimiento y cultura, una tabla de salvación. Y no solo por la generosa compañía que las producciones audiovisuales representaron durante los largos meses de aislamiento, a los que la humanidad debió someterse de forma voluntaria. El cine, con sus fantasías puestas al servicio de imaginar otras realidades posibles, se convirtió también en un completo manual de autoayuda, para que los alumnos más atentos encontraran ahí verdaderas lecciones de cómo manejarse en un mundo asolado por la peste. Y esto se comprueba no solo en los casos más obvios, como la película Contagio (Steven Soderbergh, 2011), que anticipó con precisión el origen del covid-19, su expansión global y los mecanismos que debían ponerse en práctica para reprimirlos.

Si hay una escuela que nos formó en materia de epidemias globales, siempre de manera subrepticia, esa escuela han sido las películas de zombis, género que por antonomasia se ha dedicado a poner en escena la pesadilla pandémica. Las historias de zombis conforman una verdadera universidad ad hoc de la supervivencia, que fue pensada, desarrollada e incluso ampliada por la mente de George Romero, un cineasta que realizó uno de los más grandes aportes al imaginario del cine, pero que continúa siendo relegado a un espacio menor dentro de su historia. Por eso la publicación del libro La revolución de los zombis representa no solo un estudio de interés acerca de su obra, sino que viene a ocupar el lugar de un auténtico acto de justicia.

 La revolución de los zombis forma parte de una colección cinéfila editada por Cuarto Menguante, sello que desde la Argentina se ha encargado de recorrer de manera analítica la filmografía de grandes directores considerados de culto. Entre ellos el canadiense David Cronenberg, el italiano Darío Argento o los estadounidenses John Carpenter y David Lynch. Pero también da cuenta de algunos fenómenos significativos dentro de la historia del cine de género, como la de los míticos estudios Hammer, que desde el Reino Unido reformularon el cine de terror en los años ’50 y ‘60; la revolucionaria saga Mad Max, creada por el australiano George Miller; o la historia del cine porno en Argentina. Una familia de libros que ahora abraza con gusto a este nuevo integrante, dedicado a la obra de Romero. Que el mismo lleve la firma de Mariano González Achi, editor y alma mater de Cuarto Menguante, le da al mismo un lugar preponderante dentro de la colección.

Como ocurre con la mayoría de los libros del sello, La revolución de los zombis aborda de manera cronológica y completa la filmografía de Romero. En ese recorrido, González Achi busca detectar no solo la existencia de marcas de estilo que permitan hablar de un cine romeriano, sino que también va recogiendo indicios de una potente mirada del mundo de innegables aristas políticas. Y es que una de las características más notables de la obra de este director, es su capacidad para utilizar los relatos fantásticos como alegorías que siempre remiten de forma crítica a las realidades de su tiempo. Incluso, puede decirse que en sus mejores trabajos ha llegado a entrever el impacto que determinados paisajes del presente podían tener en futuros más o menos cercanos.

Romero debutó en el cine en 1968, con el estreno de La noche de los muertos vivos, film que tal vez se encuentre entre los más analizados de la historia. Más de 50 años después, resulta evidente que su relato incluye una serie de subtextos que refieren a los conflictos raciales, la Guerra de Vietnam o las características de la sociedad estadounidense a finales de aquella década convulsa. Con esa película, además, Romero se convirtió en el padre del zombi moderno que, como señala el prestigioso cineasta mexicano Guillermo del Toro en el prólogo del libro, tal vez sea “el único mito nuevo en el horror”. Mito que, a diferencia de vampiros y hombres lobo, es el único nacido directamente del cine.

Las páginas de La revolución de los zombis no solo abarcan las seis películas sobre el tema filmadas por Romero. También recorren algunas de sus gemas menos recordadas, como The Crazies (1973), título ineludible en cualquier ciclo de películas sobre pandemias; Martin (1976), donde actualiza el mito vampírico; o Creepshow (1982), con guión escrito junto a Stephen King. Y por supuesto, sus trabajos fallidos, como La mitad siniestra (1993), también basado en una novela de King. Un recorrido sin obsecuencia que le hace honor a la filmografía del maestro.