En el día de ayer, 22 de junio, legisladores porteños del Frente de Todos, expresaron su voluntad de auxiliar a uno de los puntos nodales de la industria del libro como son las librerías, que en épocas de mayor esplendor económico fueron, además de centros de comercialización,  establecimientos que le dieron una identidad propia a la ciudad de Buenos Aires, tanto por la cantidad de locales sobre la calle Corrientes como por los dilatados horarios de atención. Muchas de ellas cerraban de madrugada.

El proyecto presentado busca por  un lado,  eximir a las librería  del pago de algunos impuestos y, por otro, “establecer incentivos económicos a las librerías independientes” dentro de ámbito de la Ciudad.

Las “librerías independientes” se definen como las que “cuentan con local de venta a la calle, no poseen más de una sucursal y no vendan sus catálogos solo de manera virtual.”

La medida se aplicaría mientras duren los efectos de la pandemia que determina una gran disminución en las ventas. Cabe señalar que las librerías estuvieron cerradas hasta hace poco, algunas debieron apelar a brindar un servicio de “delivery” para paliar la situación y que, al igual que sucedió con otros rubros, la reapertura no significó un marcado crecimiento de las ventas debido a la difícil situación económica que vive el país.

El proyecto presentado contempla eximir a las librerías de la Ciudad que califiquen como independientes del pago del ABL y del pago de los impuestos de los Ingresos Brutos a los envíos postales.

Contempla además, mientras duren los efectos de la pandemia, subsidiar en un 80 por ciento los servicios de luz, agua y gas.

También propone un «subsidio de emergencia mensual para el pago del alquiler de los inmuebles donde funcionan» las librerías, y establece un «canon locativo mínimo presunto como referencia» de 25.000 pesos. Uno de los grandes problemas de las librerías está representado, precisamente, por el pago de los alquileres ya que no pueden reducirse en metros cuadrados debido al espacio que necesitan como depósito, además el espacio destinado a las ventas. Dado que lo que debe pagarse de agua está en función de la cantidad de metros de los inmuebles, la cifra de las factura resulta excesiva aunque el local cuente solo con un baño pequeño para uso de los empleados. La iluminación es otro factor importante, dado que la intensidad de ésta es determinante para que los lectores puedan hacer una lectura mínima antes de decidirse a comprar.

El autor del proyecto fue Juan Manuel Valdés y fue acompañado por Matías Barroetaveña, María Bielli, Lucía Cámpora, Claudio Morresi, Santiago Roberto, Leandro Santoro y Laura Velasco.

Valdés consideró que “(las librerías) son un sector que distingue a nuestra ciudad por sobre el resto de las principales capitales del mundo. Vamos a pedirle al Gobierno de la Ciudad que cuide especialmente este sector”.

Respecto de que el proyecto abarque a las librerías de Buenos Aires, expresó: “la relevancia que toma este tipo de medidas en la Ciudad queda demostrada cuando vemos que el 75% de la actividad editorial-librera se encuentra en el Área Metropolitana de Buenos Aires. A nivel país, la pandemia por Covid 19 afecta a 1200 librerías y en el mes de abril el 100% de las librerías se vieron afectadas”.

Y concluyó: “Las industrias culturales son una enorme riqueza de nuestra Ciudad. Generan miles de puestos de trabajo y producen conocimiento. La iniciativa que presentamos intenta ser una herramienta que permita una morigeración de los efectos negativos de la pandemia sobre la economía del sector”.

Aunque el coronavirus ha sometido a las librerías quizá a la mayor crisis de su historia, los conflictos que arrastran son de larga data. Ya en octubre de 2019 María Teresa Carbano, presidenta de la Fundación El Libro advertía que la caída de ventas si se comparaba el primer trimestre de 2018 con el primero de 2019, era del 12 %. “Y lo dramático –decía en octubre del año pasado- es que la caída no se detiene. Buenos Aires es una ciudad de librerías; la Argentina también lo es, con un número que ronda las 1.200. Su situación, especialmente la de las pequeñas e independientes, se vuelve grave. La baja de las ventas, el aumento de los alquileres, el alto costo de los servicios las está empujando al cierre, cosa que ya comenzó. Necesitamos que se implementen tarifas preferenciales para las librerías en los servicios y tributos”.

Juan Manuel Pampín, de la editorial Corregidor señalaba en ese momento que “las librerías son el punto más débil en la cadena de comercialización del libro.”

Hace una semana, otro problema se constituía en una nueva amenaza para los libreros: uno de los dos grupos editoriales del país, Planeta, comenzaba a comercializar sus libros a través de Mercado Libre. Pablo Braun, titular de la librería y editorial Eterna Cadencia dijo en ese momento a través de su cuenta de Twitter: “Se rompió todo. Planeta se puso a vender directo (puenteando a librerías) por Mercado Libre. Si querías alguna prueba de que en breve caen librerías como papa, acá va la primera”.

Se espera que la aprobación del proyecto presentado por Valdés permita, aunque sea parcialmente, paliar la situación que atraviesan las librerías, aunque nada parece alcanzar para volver a ponerlas de pie en un país que vive una grave situación económica agudizada por la pandemia.