Alejandra Fenochio, Nélida Olguin, Julieta Barderi, Natalia Lavigna y Estefanía Nakielski son las artistas que reinterpretan las tramas de libros seleccionados de escritoras argentinas contemporáneas. El disparador de esta reinterpretación son los tangos compuesta por Patricia Malanca en base las novelas. Las Malas de Camila Sosa Villada; Las Aventuras de la China Iron de Gabriela Cabezón Cámara; Chicas Muertas, de Selva Almada; Los Suicidas del Fin del Mundo, de Leila Guerriero; Matate Amor, de Ariana Harwicz; Black Out, de María Moreno; Catedrales de Claudia Piñeiro; Cometierra de Dolores Reyes y El nervio óptico de María Gainza.

La información del trabajo de Patricia Malanca sobre estas novelas apareció en una nota de este diario el 8 de diciembre de 2021, donde la compositora e intérprete declaraba que “la matriz patriarcal del tango solo se puede cambiar a través de las letras”.

Kekena Corvalán, la curadora de la muestra, dialogó con Tiempo.

-¿Cómo surge este proyecto?

-Surge porque Patricia Malanca, con la generosidad que la caracteriza, decide darle formato visual a su trabajo y abrir el juego a las artistas visuales. Entonces me convoca a mí y juntas armamos una lista de cinco artistas que dieran cuenta de sus tangos. Cada una de ellas interpreta libremente luego de que escucha la letra del tango y lee el libro en el que está basada y con ese material hace la traducción al lenguaje visual. Aquí un tema interesante es que se trata de artes en cruce y de traducción “indisciplinar”, sin tener en cuenta las disciplinas artísticas que son tan canónicas y tan patriarcales, que marcan los límites. Este es el trabajo que han hecho estas cinco artistas visuales cada cual a su manera. Ale Fenochio, por ejemplo, encontró una pintura que había hecho hace unos años y dijo “Esta es la Cometierra porque siempre pensé que la mujer que pinté estaba resistiendo la violencia.” Otras, como Nélida Olguín, artista de San Luis, hicieron algo específico. Ella trabajó sobre Black out de María Moreno y va a armar una instalación con vasos de whisky. Eso es lo único que puedo adelantar y tiene que ver con el libro y con cierta libertad geográfica que tenemos que tomar las mujeres para narrar nuestras vidas como se nos canta. Hay dos artistas más jovencitas, Natalia Lavigna y Estefanía Nakielski que están armando una obra nueva, Estefi con escultura blanda y Nati algo con pintura textil, un trabajo raro. Julieta Barderi, por su parte, está armando una instalación pictórica con las figuras tan particulares que ella crea. Cada una reinvente los tangos y los libros. Hay un “perderse”,  un perderse de memorias, de sensaciones, de intensidades en esta traducción literatura-música-artes visuales.

-Vuelvo un poco atrás para peguntarte qué se entiende por “escultura blanda”.

-Una escultura que está hecha de tela, de material blando. Puede cambiar la forma, no ser tan estricta. Es una escultura muy femenina, muy practicada por artistas como Louise Bourgeois y Marta Minujín. Digamos que es una cosa menos machirula.

-¿El espectador va a poder interactuar con ella?

-Sí, la va poder tocar. Algunas son muñecas, porque lo que hace Estefi tiene que ver con los cuerpos y esto, luego de la reciente violación de una chica en pleno Palermo a plena luz del día, cobra más dramatismo que nunca.

-¿Podemos entender la muestra como  una instalación que combina diversos elementos como pintura y escultura y, a su vez, algún tipo de “subinstalación” dentro de la instalación general?

-Exactamente. La idea es algo inmersivo en lo que la gente pueda entrar, que sea también un espacio de reflexión. Los tango se van a poder escuchar con un QR. Y deseamos una multitud feminista a pleno.

-¿Qué significa esta muestra en tu larga trayectoria en el mundo del arte?

– Sgnifica seguir apostando a la curaduría afectiva , es decir a  una curaduría que toma el contexto y no tanto lo contingente como lo insurgente, lo que está insurgiendo de parte de los proyectos sociales y, sobre todo, a una curaduría que desarma los cánones. La curaduría afectiva consiste en eso, en afectarse, en transformarse, en dejarse permear por le otre. Tiene que ver con territorializar el deseo, hacer del deseo, territorio.

-¿Creés que este tipo de curaduría es más frecuentes en las mujeres que en los hombres?

-Sí, totalmente, es una curaduría que planteamos en relación a nuestra lucha. Luchar para que no nos maten, que no nos violen a las cuatro de la tarde en la vía pública en un barrio lleno de gente. El tema del desmonte de la masculinidad nos tiene bastante hartas. Tenemos que entenderlos, educarlos, recibirlos. Por eso hay una curaduría que no piensa patrimonialmente como la curaduría hegemónica, que no piensa que curar es organizar relatos sobre bienes culturales consagrados, hegemónicos, patrimoniales. La palabra patrimonial ya en sí misma es conflictiva, viene de patrón, de padre. Por eso, desde la curaduría y desde las artes visuales que son tan clasistas, tan racistas, tan sexistas, me interesa ir planteando otra cosa, usarla para luchar.

-La muestra va a estar en un lugar muy grande, muy lindo que no es tan conocido.

-Sí, entiendo que es un lugar que primero ocuparon las Fuerzas Armadas y que luego recupera Néstor Kirchner como lugar del Parlasur. Hoy es  un centro cultural, lleno de rincones y repliegues por lo que nos interesa mucho. Además, nunca tuvo muestras de arte visuales. Creo que esta es la primera muestra grande que desembarca allí. Lo vamos a plantear como un lugar de puertas abiertas para que la gente recorra. El edificio es un palacio construido por Buschiazzo, uno de nuestro grandes arquitectos. Queremos gestionar desde esos lugares tan patriarcales otras voces posibles, siempre tratando de tensionar y de generar esa paradoja.

-¿Qué te gustaría remarcar de esta muestra?

-Que es una acción colectiva que evidencia la fuerza de lo colectivo, que ofrece la posibilidad de disfrutar y de gozar de la formas porque la propuesta es estético-política, pero, sobre todo, poética. Nada más revolucionario que lo poético y que la ficción. Nada nos transforma  más y nos hace cumplir nuestros sueños mejor que la ficción. Lo poético es lo más político que podemos hacer.

La muestra se podrá ver durante el mes de marzo en Casa (M) Patria Grande, Carlos Pellegrini 1285, CABA.