La frase “No hay futuro”, que trascendió el punk y se convirtió en el estribillo de la sociedad en tiempos de crisis económicas, adquiere un nuevo significado en la exposición “El futuro detrás. Imaginación política después del estallido del 2001”. La muestra se inaugura este viernes a las 17 horas en el Parque de la Memoria.

En una recorrida junto a Tiempo, Ramiro Manduca, uno de los curadores de la exposición, destacó que los procesos de construcción colectiva antes y después de la debacle del 19 y 20 de diciembre en Argentina ponen en primer plano a “lo colectivo como la oportunidad de pensar un futuro en los momentos en los que las vidas individuales no lo pueden proyectar”.

Con la participación de más de 60 colectivos y artistas, la exposición aborda la relación entre arte y política durante el 2001 a partir de una gran variedad de formatos: desde obras plásticas, hasta experiencias activistas, documentales y material audiovisual de todas partes del país. El recorrido propuesto, dijo el curador Maximiliano de la Puente, permite tener una imagen en retrospectiva que muestra que “nunca salimos del 2001. Todavía estamos sintiendo sus ecos, sus reverberancias”.

Pero lejos de brindar un enfoque fatalista, la exposición hace hincapié en la inventiva política como respuesta ante la crisis. “La imaginación crítica y sensible que tienen los movimientos sociales puede servir para pensar la realidad actual. Volver a pensar que frente a una crisis puede haber iniciativas de la gente, por fuera de las instituciones, sin seguir el curso del conservadurismo político y asumiendo los tiempos duros como energía motor”, dijo en la recorrida Nicolás Cuello, otro de los curadores junto a Marilé Di Filippo, Cecilia Iida, Ana Longoni, Cora Gamarnik, Guillermo Sánchez, Magdalena Pérez Balbi y Alejandro Thornton.

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Foto: Victoria Gesualdi / Telam

«El futuro detrás», otra imagen del 2001

A lo largo de los cuatro núcleos en los que se desarrolla la exposición, puede verse otra imagen del 2001. No es la del “infierno”, tal como se consolidó en la memoria popular, sino la de una “visión vital que hoy no deja de interpelar. Ver las fotos, las asambleas populares, los clubes de trueque, las fábricas recuperadas, todo ese acervo de experiencias es interesante para traer al presente inclusive como un itinerario de prácticas, de formas de hacer que pueden guiarnos y también pueden acercar a las nuevas generaciones que no lo vivieron”, destacó Manduca.

Por eso, el primer núcleo de la sala se llama “Creatividad social” y condensa una selección de proyectos de comunidades alternativas que se valieron de recursos artísticos para realizar intercambios sociales, económicos y simbólicos. De este núcleo forman parte experiencias como la de Proyecto Venus, creada en el 2001 por el artista y sociólogo Roberto Jacoby, y el Partido Transportista de Votantes (PTV), creado en el 2003 por el artista Lucas Di Pascuale.

“Son dos grandes experiencias en el marco de la creación artística de espacios de colaboración, críticos de la economía interna de la práctica artística y de la escasez económica de la época. Lo mismo con el trabajo de Alicia Herrero que es un conjunto de piezas en donde ella va trabajando los vínculos entre economía, práctica artística y saboteo de grandes marcas”, apuntó Cuello.

Cuando hablamos de creatividad social es una forma de reconocer que existen procesos de invención que no le corresponden o no son exclusivos del dispositivo artístico institucional, sino que la misma gente tiene la capacidad de intensificar los procesos de creatividad para resolver cosas cotidianas de la vida y de la economía. Es una forma de ensanchar el sentido artístico de la existencia”, agregó Manduca.

El segundo núcleo de «El futuro detrás» tiene el foco puesto en fábricas recuperadas, y se puede ver un cruce entre el activismo artístico y la ocupación de espacios para la reinvención de las comunidades laborales. En este núcleo se pueden ver experiencias singulares como la textil Brukman, la cerámica FaSinPat Zanón y el hotel Gondolín, recuperado por feminidades trans travestis.  Hay, además, un apartado dedicado al movimiento social que pidió justicia por el militante Claudio “Pocho” Lepratti, asesinado en diciembre de 2001 por la policía santafesina.

“El verdadero laboratorio de imaginación crítica desde el aporte de las prácticas artísticas empieza después del estallido, en el 2002. Ese año estuvo ligado a diciembre del 2001 por un estar afuera permanentemente, un estar afuera del trabajo, del propio cuerpo, de la casa, de la misma idea de futuro. Esa idea de ebullición a cómo estar en el espacio público en la calle, nos llevó a organizar estas experiencias que muestran la toma, la ocupación y la recuperación de los lugares. Y así podemos ver ocupaciones multitudinarias del espacio público como lo que pasó con lo que luego se conoció como ‘el hormigazo’”, dijo Cuello.

El eje dedicado a las fábricas recuperadas concluye con la instalación “La toma”, realizada por Cristina Schiavi. En 2003, la artista exhibió esta obra en el Malba, donde ocupó parte del mobiliario del museo con elementos considerados residuales, como el cartón y la cerámica. 

El recorrido continúa con el área de Asambleas Populares. Ahí se recupera el registro de fotorreporterxs y fotógrafxs amateurs y resuenan las voces, material gráfico e imágenes de las asambleas de Parque Lezama, Plaza Dorrego, San Telmo, Colegiales. Escuchamos a la gente que participó, “rememorando la crisis, el momento de llegar a la asamblea, las reflexiones sobre qué significa tomar la palabra ahí, la construcción de esos ámbitos como un modo de organización posible. Estos ejercicios de participación, aunque efímeros, significaron otros modos de pensar la democracia”, dijo Manduca.

Foto: Victoria Gesualdi / Telam

«El futuro detrás» y la Masacre de Avellaneda

El último núcleo está destinado a la Masacre de Avellaneda, donde fueron asesinados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. “No podía faltar este episodio histórico, pero nos interesaba desplazarnos de un repositorio de imágenes que tradicionalmente se acercan a la figura de Darío y Maxi a partir de una documentación que los muestra como vencidos o que muestra sus cuerpos ya ausentes de vida. Nos interesaba pensar en las resonancias de su vitalidad como militantes, sus formas de conexión con el trabajo comunitario y con la imaginación artística, que produjeron o reprodujeron iniciativas durante el paso del tiempo”, dijo Manduca.

Por eso, en la sala se pueden ver las “resonancias espectrales” de las figuras de Darío y Maxi en la historia de los movimientos sociales. En esta sala pueden verse una maqueta de la estación realizada por Javier Del Olmo y las ilustraciones que realizó Maximiliano Kosteki entre los años 2000 y 2002, entre muchas otras obras.

Todas las salas están intervenidas por una pieza comunicativa diseñada por Pablo Ares del grupo Iconoclasistas. Se trata de mapas o cartografías que condensan las fuerzas que están en tensión en cada uno de los núcleos. Para el caso de la última sala, por ejemplo, hay un mapa dibujado en la pared que no solamente recupera documentación de la Masacre de Avellaneda, sino también la reconstrucción de todo el escenario y la respuesta ante el asesinato.

“El Parque de la Memoria es como un espacio que siempre se ofreció institucionalmente para poder elaborar procesos críticos que estén pensando la vida en democracia. El 2001 es uno de esos esos grandes últimos procesos que vinieron a sacudir un poco lo que entendíamos por el sentido de lo democrático. En esta exposición hay un montón de experiencias que se acercan a la reconstrucción o a la discusión sensible y crítica sobre la violación de los Derechos Humanos, como la falta de trabajo, de salud, la comida, la vejación de los cuerpos. El Parque ofrece este amplio escenario para discutir otras formas de vulneración de derechos”, concluyó Cuello.

El futuro detrás

Con entrada libre y gratuita, la exposición «El futuro detrás» puede visitarse a partir de este viernes 8 de diciembre en la Sala PAyS (Presentes, Ahora y Siempre) del Parque de la Memoria (Av. Costanera Norte Rafael Obligado 6745, CABA).