A las 8 de la mañana, hora de Argentina, el secretario permanente de la Academia sueca, Mats Maim, anunció el nombre del Nobel de Literatura 2022. La ganadora, la escritora francesa Annie Ernaux, de 82 años, figuraba como uno de los nombres posibles junto con su compatriota Michel Houellebecq.

Uno de los textos de la escritora subrayados por la Academia durante el anuncio del premio fue L`ocupation (2022), una obra en la que desmorona el mito del amor romántico. «Sobre la base de notas en un diario en el que consigna que fue abandonada por su amante, confiesa y ataca una imagen de sí misma basada en estereotipos. La escritura se convierte en un arma afilada que disecciona la verdad».

El camino en el mundo de la literatura de esta mujer «fue largo y arduo», pero a través de más de 30 obras logró «examinar de manera consistente y desde diferentes ángulos una vida marcada por fuertes diferencia de género, idioma y clase».

Con frecuencia Annie Ernaux ha repetido que no se siente escritora. Su copiosa obra, el reconocimiento público obtenido y el Premio Nobel que acaba de recibir, parecen desmentir  de manera rotunda esta afirmación. Sin embargo, no es que la escritora haga un ejercicio de modestia, sino que tiene una posición tomada frente a la escritura y frente a la imaginación que la hizo volcarse a lo que llama auto-socio-biografía.  

En el uso que hace de la primera persona no se juegan solo elementos personales porque el “yo” es para ella un lugar de entrecruzamientos de diversa índole. “No me considero tanto como como un ser único – ha dicho- en el sentido de ser absolutamente singular, sino como una suma de experiencias, de determinaciones tantos sociales, históricas, sexuales, de lenguajes y  continuamente en diálogo con el mundo (pasado y presente), todos elementos que necesariamente forman una subjetividad única. Pero yo me sirvo de mi subjetividad para reencontrar y develar los mecanismos de los fenómenos más generales, colectivos.”

Su vida íntima es entonces la verdadera “cantera” de su escritura en tanto confluyen diversos factores que, en todo caso, se ordenan en ella de una manera particular. En este sentido, el escritor Emmanuel Carrere, confeso admirador de su literatura, elogia “la forma que ha inventado en la que se mezcla autobiografía, historia y sociología.”

Nació el 1º de septiembre de 1940 en Lillebonne, Francia. Sus padres eran dueños de una cafetería que también era tienda de  ultramarinos en Yvetot. Sus lectores conocen bien este escenario.

Publicó su primera obra en 1974. Se trata de Les armoires vides (Los armarios vacíos), una obra en la que escribe desde el punto de vista de una estudiante de Letras, es decir, desde su propia situación personal,  y en la que ya están en germen mucho de los núcleos de la obra que desarrollaría después.

La escritura de Ernaux es precisa, filosa, cruda, incluso podría decirse que, por momentos, despiadada. Tuvo muy tempranamente conciencia de que vivía en un mundo dominado  por hombres en que las mujeres tenían un escaso margen de decisión, incluso sobre su propio cuerpo. Basta leer en El acontecimiento la forma en que refiere su propio aborto para entender por qué considera definitivamente que la intimidad es política. Una chica joven experimenta el desamparo de una sociedad que la deja sola frente a un embarazo no deseado y que, bajo la fachada de la defensa de la moral  y las buenas costumbres, la abandona a su suerte enfrentándola a una determinación que necesariamente la empujará a intentar ella misma interrumpir su embarazo o a hacerlo en la clandestinidad.

Desde  sus inicios, su obra hace foco sobre cuestiones que hoy el empoderamiento femenino vuelve a poner en la palestra. La consigna “lo personal es político” podría ser tomada como una excelente síntesis de la obra de Ernaux.

En una entrevista de abril de este año aparecida en Letras Libres y firmada por Aloma Rodríguez, la escritora fue entrevistada con motivo de una visita a España. Decía en ese momento respecto de su obra: “No creo que haga escritura íntima. Me sirvo de mi experiencia, de cosas de mi vida, como un tipo de materia a explorar, es una especie de exploración, pero no sé… A grandes rasgos sí sé qué quiero encontrar: en Memoria de chica quería contar una desfloración fallida y lo que va a continuación. Pero todo eso se presenta como una especie de magma en el que tengo que penetrar con la escritura. No es en absoluto el psicoanálisis porque no quiero hablar de eso antes, quiero ir con la escritura.” 

En El acontecimiento narra un aborto clandestino que sufrió en carne propia. En El lugar  habla de la muerte de su padre. En No he salido de mi noche se refiere al Alzheimer de su madre. La materia prima del relato de La Mujer helada es su vida matrimonial. La otra hija es la historia de  un drama familiar: la muerte de una hermana nacida antes que ella y de la que ella no sabía nada. Pero todo esto interesa no como acontecimiento personal, sino como muestra concreta de algo mucho mayor que abarca a la sociedad en su conjunto. Así como un famoso escritor dijo “pinta tu aldea y serás universal”, Ernaux parece decir “habla de ti misma y hablarás de todas las mujeres.”

Que esta vez sea  una mujer la que haya ganado el Nobel constituye un paso importante en el logro de la igualdad de género que, sin embargo, está muy lejos de alcanarr la paridad en la lista de ganadores  de la Academia Sueca. De todos modos, aunque no siempre son previsibles los criterios de esa institución, esta vez parece haberse decidido por respetar la alternancia de hombres y mujeres. A esto se suma el hecho de que Ernaux, ha puesto de manifiesto esa disparidad a través de toda su obra y ha logrado escapar de la trama de prejuicios que pesaron sobre las mujeres de su generación a través de una obra valiente que desafió los valores sociales instituidos y que, precisamente por eso,  no siempre tuvo el recibimiento que merecía.

La autora es feminista pero no considera que su escritura lo sea en el sentido de transmitir una ideología determinada. En todo caso son los hechos que relata a través de su escritura despojada que la ubica como espectadora y cronista de su propia vida los que hablan por sí mismos.

Obviamente, por su valentía debió pagar un precio que en su caso fue el reconocimiento tardío. Habiendo escrito desde muy joven, recién en 2014 fue distinguida con un premio de la importancia del Formentor. En esa oportunidad dijo al suplemento cultural Babelia: “Lo primero que hice fue mirar la lista de premiados anteriores. Y tuve un reflejo habitual: ¿dónde están las mujeres”, recuerda Ernaux, que descubrió que solo había tres: Nathalie Sarraute, Dacia Maraini y Gisela Elsner. Después se hizo otra pregunta recurrente: “¿Por qué yo? La verdad es que no creo merecérmelo. Mi discurso hablará del sentimiento de indignidad que siento al recibir un premio. No doy saltos de alegría. Siento más estupefacción que regocijo”.

Con el respaldo del Nobel, su obra se difundirá en todo el mundo. La editorial Tusquets ha traducido varios de sus libros al castellano. La Academia Sueca parece haber tomado nota de los cambios que se están produciendo en la sociedad y ha elegido en consecuencia. Su otra opción, en este sentido, era Margaret Atwood que también figuraba entre las favoritas, pero quizá, por la exposición mundial que esa autora tuvo en los últimos tiempos, su elección hubiera resultado muy obvia.