La Guerra de Malvinas marca a la historia argentina en múltiples aspectos. Algunos de ellos se pueden apreciar de forma más directa, como en el caso de la política y el duro golpe que constituye la rendición para la dictadura cívico-militar del autoproclamado “Proceso de Reorganización Nacional”. En otros ámbitos su impacto aparece menos claro y evidente, pero no por eso menos importante. Así ocurre, por ejemplo, en torno a los imaginarios sociales. Aunque la guerra ha sido recordada desde perspectivas muy diferentes, muchas veces parece olvidarse que se trata también de un suceso que ha sido profusamente imaginado durante la posguerra. La narrativa, el cine, el teatro, las canciones populares, la poesía, entre otros campos artísticos, han retomado a la Guerra de Malvinas desde toda clase de miradas y poéticas, dejando en claro que Malvinas continúa vigente para la sociedad argentina como anhelo, pero también como desvelo.

Con la voluntad de echar nueva luz sobre las relaciones entre narrativa, historia y memoria, Miguel Dalmaroni (ensayista, crítico literario, docente e investigador principal en CONICET) y Victoria Torres (investigadora y docente radicada en Colonia, Alemania) se lanzan a indagar territorios inexplorados a través de La guerra menos pensada (Alfaguara). Y para ello convocan a un buen número de escritores que hasta la fecha no habían explorado todavía la guerra y sus aristas: Luis Gusmán, Marcelo Figueiras, Ariana Harwicz, Perla Suez, Jorge Consiglio, Hernán Ronsino, Clara Obligado, Edgardo Scott, María Sonia Cristoff, Gloria Peirano, Roque Larraquy, Carla Maliandi, Raquel Robles, Mariano Quirós, Mauro Libertella, Mónica Yemayel y María Teresa Andruetto. Tiempo Argentino tuvo  la posibilidad de hablar con los autores del volumen de relatos breves.

-¿Cómo surge la idea de producir una antología de relatos sobre Malvinas?

-Miguel Dalmaroni: Cuando Victoria y yo hicimos Golpes. Relatos y memorias de la Dictadura (Seix Barral, 2016), ya ahí empezamos a prever que teníamos ganas de hacer un libro sobre Malvinas para el cuadragésimo aniversario, para este año. La idea estaba dando vueltas hasta que hará unos dos años la retomamos y surgió hacer un libro parecido a Golpes, con diecisiete narradores y un prologuista, que también es narrador. El libro no sería una antología, porque una antología es una selección de lo que ya está dando vueltas por ahí, en el entorno. En cambio esto es una compilación de relatos y textos inéditos porque lo que le propusimos a cada uno de los que invitamos a participar fue que escribiesen un texto inédito sobre Malvinas.

Victoria Torres: Me dedico a las ficciones de Malvinas en la literatura desde hace mucho tiempo y siempre tuve la sensación de que el relato corto se quedaba un poco corto, valga la redundancia, en cuanto a las representaciones. Siempre se habla mucho más de las novelas. Había una idea de que Malvinas tenía que contarse en las novelas –sea corta como Los Pichiciegos de (Rodolfo Fogwill, larguísima como Las islas de (Carlos) Gamerro– de una forma más aggiornada. El relato corto siempre quedaba relegado. Incluso pasa con uno de los primeros casos, “Primera Línea” de Carlos Gardini, escrito casi al mismo tiempo que Los Pichiciegos, pero que casi nunca es mencionado. Entonces me pareció importante dar lugar en las narrativas de Malvinas a los relatos cortos. También me motivó que el relato corto a veces circula más y es más fácil de ser llevado a las escuelas. Uno de los objetivos era acercar, a través de la literatura, el tema Malvinas a los nuevos lectores, siempre a través de maestros y profesores.

.¿Qué los impulsó a centrarse en autores que no habían explorado Malvinas aún?

VT – Me pareció importante mostrar cuán atravesados y atravesadas estamos por el tema Malvinas, aunque en sí uno piense que no tiene nada que ver. A mí muchas personas me dijeron “bueno, yo qué tengo que ver con Malvinas” y “la verdad que casi ni me acuerdo”. O “no estaba en el país”. Y este “experimento”, digamos, de proponerle a autores que nunca se hubiesen sentido motivados ficcionalmente, literariamente, por el tema Malvinas demuestra que incluso quienes parece que no tienen nada que decir, pueden contar un montón de cosas. Y eso me parece algo que se puede demostrar con este libro. Lo generacional también es importante, porque no es lo mismo en cuanto a acercamientos. No es lo mismo un Gusmán, que en el 82 ya era una persona adulta con todo un posicionamiento muy claro en torno a Malvinas –reflejado en los números de la revista Sitio–, que un Libertella, que nace en el 83 y que tiene que investigar y repensar Malvinas. Justamente de esa forma de acercarse a Malvinas sale su relato que está en el libro, que es impresionante. Otra idea con la que jugué es si justamente había marcas en los textos que evidenciaran ese paso del tiempo a la hora de pensar Malvinas. Y me parecía importante acercar diferentes estéticas que dan a Malvinas cierta actualidad. Hay como una especie de aggiornamiento del tema de Malvinas que me parece importante porque además permite ampliar la comunidad de lectores, que se interesan más por ciertas estéticas más actuales. Eso lo dirán los lectores.

-Además de dicho carácter iniciático, ¿qué otros criterios tuvieron en cuenta a la hora de convocar a los autores?

DM-Cuando empezamos a buscar autores que no hubiesen escrito sobre Malvinas, un objetivo fue evitar el lugar común, la repetición, la ritualización que implica llamar siempre a los canónicos que te garantizan una expectativa de un grupo más o menos importante de lectores que ya saben más o menos qué esperar, aunque el resultado después sea otro. En cambio, quisimos justamente explorar en qué medida, cómo, estos autores que nunca habían trabajado con Malvinas podían sumarse a la literatura argentina sobre Malvinas. Son diecisiete narradores de generaciones muy diferentes, de manera que la relación con la experiencia histórica, real, imaginaria, biográfica de la guerra de Malvinas es diferente, al menos entre cada caso. Nos interesaba que hubiese diversidad de género: con Sergio Olguín incluido son nueve escritoras y nueve escritores. Y también que no todos hubiesen nacido en la Ciudad de Buenos Aires. De hecho, la mitad nació en diferentes lugares. Dos durante el exilio de sus padres: en México nació Mauro Libertella y en Venezuela Carla Maliandi. Después están Córdoba, Resistencia, Chivilcoy, Trelew, entre otros. Del mismo modo que con Golpes, cuando ya teníamos textos entregados fue ahí que empezamos a buscar editorial.

-¿Cómo fue recibida la propuesta de escribir sobre la guerra?

DM-Por supuesto que hablamos con más gente que la que está. Algunos nos dijeron “voy a intentarlo”; otros “no se me ocurre qué hacer”. Incluso algunos de los que están nos dijeron de primera reacción “sí, me gustaría, pero no sé qué hacer” y después empezó a surgir alguna idea y quedaron en la compilación.

VT- En general se motivaron mucho, se lanzaron a decir cosas que por ahí tenían muy cerca, como en el caso de Consiglio, que en esa época hacía el servicio militar pero nunca lo había puesto por escrito en la ficción.

-Si bien existe un campo referencial más o menos compartido, el libro releva un amplio espectro de modos de mirar, imaginar y recordar la guerra. ¿Por qué creen que las artes tienden a multiplicar las perspectivas sobre los hechos históricos?

DM:-La cuestión es que la literatura va para donde la imaginación, el inconsciente y las particularidades de la subjetividad llevan a quien escribe. Uno diría que es algo propio de la literatura no imponerse una orientación ni ideológica ni política ni historiográfica respecto de lo que narra o de aquello de lo que se ocupa el texto literario, aun cuando se trate de un hecho histórico cargado de discursividad o de datos. Saer decía que la literatura es el predio de lo particular. Entonces surgen evocaciones de asuntos que en un discurso historiográfico, periodístico, político, podrían parecer secundarias o individuales o singulares y por lo tanto menos importantes para la puesta en común, para la construcción de lo comunitario, de lo consensuable. En cambio, la literatura no está regida por esas preocupaciones.

VT: -Creo que en el caso de Malvinas, como hecho particular, es necesario que pensemos que los testigos de la guerra, sobre todo los ex combatientes pero también quienes estuvieron en la guerra desde otro lugar, los familiares, fueron sometidos al mandato del silencio. Quienes volvieron de la guerra no pudieron hablar. Volvieron mudos porque los obligaron a callar y a los familiares a quienes ni siquiera se les comunicó de la muerte, de dónde estaban enterrados. Eso hizo que se contara, tanto en los testimonios posteriores como en la literatura, con especial atención sobre esas voces borradas. Como dijo Miguel, es en las pequeñas historias, en lo particular, lo que a mí me parece que multiplica las perspectivas sobre el hecho histórico. Porque cada uno de esos seres estuvo en la guerra con su historia propia y en la mayoría de los textos aparece la figura de los ex combatientes como central. Es eso lo que está narrando desde su estética, desde su prosa, cada uno de los autores.

La guerra menos pensada implica una posición ya desde su título. ¿Por qué lo eligieron? A cuarenta años de los sucesos históricos, ¿qué consideran que puede ofrecer la literatura para la reflexión en torno a las problemáticas de Malvinas?

DM- Fue el primer título que se nos ocurrió y se nos fue imponiendo como preferible. En realidad creo que no evaluamos otra alternativa en danza. Alude a que por un lado fue una guerra decidida de manera extremadamente irresponsable, no planificada. Fue la guerra menos pensada por quienes decidieron ir a la guerra. Fue la guerra menos pensada en el sentido de la menos prevista por la mayoría, por quienes fueron a pelear, por casi toda la población. Pero también fue una guerra poco prevista por los servicios de inteligencia del hemisferio norte. En los ficheros de nadie estaba que la dictadura genocida de la Argentina iba a hacer un operativo de desembarco militar en las Malvinas.

VT -En mi caso, dudé un poco con respecto a ese título justamente por haberme dedicado tantos años a estudiar representaciones literarias de la guerra de Malvinas. Yo decía “no, esto se pensó, esto se pensó” o “hay un corpus de textos”. Pero, por otro lado, me di cuenta de que en general siempre fue un tema muy relegado dentro de los estudios de memoria. Me acuerdo de todos los congresos a los que iba hace unos años. Desde 2012 me parece que hay más y desde 2022 mucho más, por suerte, pero antes me parecía que Malvinas era como un granito chiquito que lo ocupaba yo en muchos congresos porque no había mucha gente que hablara de Malvinas ahí. Me pareció que en ese sentido estaba bueno porque antes se los pensaba menos a Malvinas o a la Cuestión Malvinas o a la literatura sobre Malvinas dentro de los estudios de memoria. Entonces era necesario pensarlas todavía más e incluirlas en un espectro histórico mucho más amplio, como los estudios en torno a la dictadura de 1976. Quedaba siempre fuera y eso me parecía que había que repensarlo.