Desde la aparición de Arca Rusa, su primer disco publicado en 2013, Pipi Piazzolla Trío se convirtió en una de las agrupaciones más valoradas del jazz argentino.

Este álbum y sus sucesores Transmutación (2015) y Rata (2019) ambos ganadores de sendos premios Gardel en el rubro Álbum de Jazz, confirmaron la inteligente búsqueda del trío por construir su propio lenguaje, algo que se reafirma en su flamante cuarto trabajo, Stick Shot.

Pipi Piazzolla Trío

Lo nuevo de Pipi Piazzolla Trío

“El nombre stick shot se debe a un tipo de golpe muy popular que se toca en el tambor, apoyando un palillo sobre el parche y el otro impactando sobre el mismo palillo, golpe que se utilizó muchísimo desde el comienzo de la batería hasta los años 60. Es reivindicar la tradición del instrumento y no olvidar sus orígenes”, afirma Daniel “Pipi” Piazzolla.

Integrado por Piazzolla en batería, Lucio Balduini en guitarra y Damián Fogiel en saxo, el trío vuelve a sorprender con una combinación en la que entrelaza vanguardia y elementos compositivos que, por momentos, vinculan su sonoridad con guiños sutilmente aporteñados.

Cada disco del trío es encarado como un trabajo conceptual que va más allá de lo sonoro, y es registrado en vivo en el estudio con no más de dos tomas por composición. Esto le otorga un valor extra a la agrupación, porque demuestra el alto grado de compenetración que sus tres integrantes tienen entre sí.

El saxo de Fogiel, aporta una dicción clara y precisa, tanto asumiendo su rol melódico como el armónico. La guitarra de Balduini, crea inspiradas líneas sonoras y se ubica como sostén estructural al apelar a pasajes en los que, ocasionalmente, echa mano de manera sutil a coloridas atmósferas paisajísticas. Piazzolla, con su batería, ejerce no solo el andamiaje rítmico de la agrupación sino que además, en algunos pasajes pareciera que saca a relucir elementos melódicos por medio de la acertada utilización de los tambores y los platillos.

El jazz, sin dudas la expresión musical más importante que dio el siglo XX, ofrece una maleabilidad que posibilita incorporarle condimentos propios de cada territorio. Además, desde la aparición en los años cincuenta del be-bop, pasando por el post-bop y, sobre todo, a partir de la irrupción en los setenta de sellos que propiciaban audacias creativas como ECM, CryptoGramophone, Winter & Winter y, más cerca en el tiempo, el alemán ACT, la experimentación sonora se abrió más hacia instrumentaciones poco usuales.

Desde su formación, Pipi Piazzolla Trío se impuso este camino e indaga de manera profunda en las posibilidades que ofrece una formación en la que la base rítmica no cuenta con el bajo, lo que necesariamente obliga a que los tres instrumentos se complementen para ofrecer el sostén dinámico y, al mismo tiempo, el andamiaje armónico de cada composición.

Y lo consigue con creces. Basta con dejarse llevar por “Polacos” (Piazzolla), “El Gaita” (Fogiel), “Nuevo Ciclo motivo 1” (Piazzolla), breve tema que, con sus variantes aparece a modo de interludio en tres lugares del disco, y “Caudillo” (Piazzolla) para encontrarse con diversas oportunidades en los que el trío se sumerge en las composiciones para explorar los diversos aspectos de la propia personalidad musical de cada integrante.

Se percibe en las primeras cuatro piezas de la placa una empatía con el sonido ciudadano por la utilización de ciertos giros melódicos, generalmente aportados por el saxo, que remiten a ese toque de porteñidad mencionado más arriba.

Pero llega “Brilliant Corners” de Thelonious Monk, y es como si la irrupción de la composición de este disruptivo pianista y compositor determinara una vuelta de página en el álbum.

A partir del breve “Nuevo Ciclo motivo 2”, el trío leva anclas en su propuesta musical y se sumerge (vaya la paradoja) en un puñado de composiciones con características más audaces.

Las cuatro obras con la que se cierra el disco, el mencionado “Nuevo Ciclo motivo 2” (Piazzolla), la sensible “Mientras estás dormida” (Fogiel), la climática “En el fondo del mar” (Balduini), “Nuevo Ciclo motivo 3” (Piazzolla) y el entrecortado y casi monkiano “Pata de lana” (Piazzolla), generan un crescendo en intensidad coronando un relato musical que lleva al oyente a un territorio en el que conviven de manera generosa melodicidad, improvisaciones medidas pero emocionantes y giros inesperados de una vigorosa inspiración.

Pipi Piazzolla Trío demuestra que, a diez años de su creación, ha conseguido una gran madurez desde el punto de vista sonoro y conceptual con su personal manera de transitar los atrapantes vocabularios del jazz, y continúa manteniendo un nivel elevado de creatividad colectiva.