Este año la entrega del Premio Nobel de Literatura generó más expectativas que nunca, ya que luego de los escándalos en la Academia Sueca que determinaron que no se concediera en 2018, en 2019 la premiación fue doble.

Los ganadores figuraban dentro de las diversas listas de favoritos a partir de las cuales se hicieron las tradicionales apuestas.  Ellos son la polaca la polaca Olga Tokarczuk por 2018 y el austríaco Peter Handke por 2019.

Nacida el 29 de enero de 1962 en Sulechów, Tokarczuk es escritora de ficción, ensayista y la décimo quinta mujer en ganar el galardón de la Academia Sueca de los 116 que ha entregado a lo largo de la historia del Premio.

Su elección, según lo aclaró el jurado, se basa en “una imaginación narrativa que representa, con pasión enciclopédica, el cruce de fronteras como una forma de vida.” «Ella construye sus novelas en una tensión entre los opuestos culturales: naturaleza versus cultura, razón versus locura, hombre versus mujer, hogar versus alienación».

De escasa circulación en nuestro medio, ha sido, sin embargo, publicada en España por los sellos Proa, Lumen y Siruela. Antes de hacerse acreedora al máximo galardón al que puede aspirar un escritor, ya había ganado numerosos e importantes premios. Como el Man Booker International 2018 por su libro Vuelos que publicó originalmente en 2007 y que tardó diez años en traducirse al inglés como Flights. En esa oportunidad se impuso frente a las versiones inglesas de otros renombrados escritores, como el español Antonio Muñoz Molina que resultó finalista por su novela Como la sombra que se va, traducida al inglés como Like a Fading Shadow.

Se graduó en Psicología en la Universidad de Varsovia, se dedicó primero a la atención como voluntaria de enfermos mentales y más tarde ejerció como terapeuta en una clínica de salud mental.

Hoy realiza diversas actividades y no todas ellas se relacionan con la literatura. Es una de las organizadoras del Festival de Relatos donde presentan trabajos escritores de todo el mundo y da clase de escritura creativa en la Universidad de Opole. Pero, además, se enrola dentro del feminismo desde 2004 milita en un partido verde, dos actividades que han sido usadas por determinados círculos para descalificarla.  

En 2015 fue blanco de diversas amenazas de muerte por parte de grupos de extrema derecha al referirse al pasado de Polonia. “Creo que Polonia tiene un pasado del que no puede sentirse orgullosa. –afirmaba-. Debemos ser sinceros y no ocultar los crímenes que el país cometió en el pasado como potencia colonizadora.”

Publicó sus primeras historias en 1979 con el seudónimo Natasza Bordin en la revista Na Przelaj. Pero su debut como novelista se produjo bastante más tarde, en 1993, con El viaje de los hombres del Libro, trabajo por el que recibió el Premio de la Asociación Polaca de Editores de Libros. Desde entonces no ha cesado de escribir y tampoco de cosechar premios. En su obra predominan las novelas, un género por el que siente predilección quizá, porque le permite trabajar con la historia. «Escribir novelas – afirma- es como contarse cuentos uno mismo en la madurez, como hacen los niños antes de dormir, que utilizan el lenguaje que se encuentra en la frontera entre el sueño y la conciencia, describiendo y creando».

Entre sus trabajos figuran: E.E. (1995), En un lugar llamado antaño (1996), El ropero (relatos, 1998), Casa diurna, casa nocturna (1998), La muñeca y la perla (ensayo, 2000), Concierto de varios tambores (relatos, 2001), Historias últimas (2004), Ana Inn en los sepulcros del mundo (2006), Los corredores (2007), Sobre los huesos de los difuntos (2009), Los libros de Jacob (2014), Alma Perdida, (2017), Relatos bizarros (2018).

Su producción ha sido traducida a diversos idiomas entre los que se cuentan el italiano, el francés, el español. Algunas de sus obras han sido llevadas al cine y al teatro.

El austríaco Peter Hanke es mucho más conocido en la Argentina, donde ha cosechado lectores y admiradores. Su obra comprende teatro, novela, cuento, poesía y ensayo. Además, tiene una destacada actuación como guionista y director de cine. El Nobel le fue otorgado por su obra “llena de ingenuidad lingüística que ha explorado la periferia y la singularidad de la experiencia humana”.

Nació en Griffen en 1942. El suicidio de su madre a los 51 años y su estancia en el internado donde cursó el colegio secundario marcaron intensamente su vida. La muerte de su madre aparece en una obra de 1972, Desgracia indeseable, que muchos críticos consideran como la mejor obra para comenzar a adentrarse en su mundo.

Saltó a la fama muy tempranamente a través de su teatro vanguardista. Fueron tres las obras que lo hicieron conocido en sus comienzos: Gaspar, Insultos al público y El pupilo quiere ser tutor. En Insultos…cuatro actores aparecían en escena para insultar a la platea y elogiar su propia actuación. La obra se constituyó en escándalo y Handke comenzó a delinear así la actitud de provocador.

Su primera novela es Los avispones, publicada en 1966. En 1970 en busca de nuevos horizontes tanto para su vida personal como para su literatura se instala en París. Su tendencia a la introspección que comenzaba a esbozarse en sus obras y su sentido crítico respecto de las verdades impuestas por el sentido común lo transformaron en un escritor incómodo para ciertos sectores, lo que se acentuó más tarde, en 1990, cuanto durante las guerras balcánicas manifestó su repudio a los ataques de la OTAN e instituyó a Serbia como víctima. Esta actitud le valió muchas críticas. Por las polémicas que desató en Alemania que se le otorgara el Premio Heine, renunció a él. Otro tanto hizo con el Premio Internacional Ibsen por las críticas que despertó en Noruega.

En 2006, en una entrevista aparecida en el suplemento Babelia del diario español El País, Handke, desde su casa de Parí, en la que continuaba escribiendo a mano, expuso el cambio drástico que sufrió la figura del escritor: “Leer para mí lo es todo. Escribir es una bendición. Pero al mismo tiempo hay que exigir respeto. Precisamente el respeto ante el escritor ha desaparecido por completo. Y, tal como se comportan los autores, el público tiene razón. En algún momento la veneración por la literatura se fue al carajo. Y, sin embargo, sigue habiendo personajes muy nobles. Un escritor ha de ser noble. El poema de Goethe dice: «ya que anticipar el sentir de las almas nobles, / es la más deseable profesión». Se refiere al escritor. Y no es que no existan almas nobles, pero los autores ya no se anticipan, sino que hacen cualquier cosa para conseguir un efecto. Tienen muchas opiniones y están demasiado volcados en el día a día. También yo. Para mí la cotidianidad lo es todo, de ella salen los mitos, las leyendas. El problema es que muchos autores están demasiado metidos en la cotidianidad publicada, en vez de defender un centro desde el margen. No quiero polemizar, pero cuando era joven, un escritor era algo grandioso.”

En ciertos casos la lucidez de los escritores se transforma en pesimismo y de allí a la falta de confianza en la tarea que realizan hay un paso. Handke, sin embargo, continúa siendo un escritor prolífico aunque sus temas oscilan entre la melancolía y el pesimismo: la dificultad de la comunicación entre los seres humanos, la soledad y el aislamiento. Su obra es vastísima tanto en los géneros que abarca como en cantidad. Ha publicado más de 80 títulos y es uno de los escritores en lengua alemana más destacados y conocidos en el mundo. Quizá la literatura sea el único lugar en el que se siente cómodo si se da como cierto uno de los apuntes de Historia del lápiz: “Al escribir no represento el papel que suelo dejarme imponer en la vida: no represento ningún papel, simplemente me siento y escribo.”

Mencionar solo sus obras que han sido traducidas al español merecería un espacio excesivo para una nota. Basta con mencionar Cuando desear todavía era útil, publicado en 1978 y Contra el sueño profundo de 2015.

Junto con su amigo Wim Wenders escribió para el cine, Las alas del deseo, una película que ya se ha convertido en un clásico. Por otra parte, él mismo dirigió La mujer zurda y La ausencia.

Es posible del Premio Nobel lo arranque por un tiempo prolongado del silencio en que eligió vivir y le impida las largas caminatas que realiza diariamente.  

En una oportunidad dijo: “¿El Nobel de Literatura? Habría que suprimirlo. Es una falsa canonización que no aporta nada a los lectores». Es posible que, a pesar de haberlo ganado él mismo, continúe pensando lo mismo.