Con boina y bombacha de campo, Edinson Cavani siega la hierba meta guadaña en Salto. El viento fuertísimo, los caballos detrás de la tranquera. “Trabajando abdominales oblicuos”, ironiza. Es junio de 2020. En Salto -104.028 habitantes, a 491 kilómetros de Montevideo y separada de Argentina por el Río Uruguay-, Cavani es “El Pelado”, el chico que jugaba descalzo y que admiraba a Sergio “El Manteca” Martínez y a Gabriel Batistuta (de ellos, además del espíritu goleador, adoptó el look del pelo largo). “Boca me tira, me gusta -ha dicho un año atrás, en 2019-. Yo quiero colgarme del tejido como el Manteca Martínez”. Pero se marcha finalmente de París Saint-Germain a Manchester United.

El fútbol, como la vida, maneja sus propios tiempos. Este lunes, a Cavani, ya convertido en futbolista de Boca, lo recibió el Manteca Martínez en el aeroparque de Buenos Aires y, más tarde, en el área de la tribuna que da a Casa Amarilla, ante 35 mil hinchas como testigos. Como dijo, Cavani eligió a Boca, “el más grande de Sudamérica y del mundo”, para “acercarme a casa”, para recuperar, después de 16 años y medio en Europa, “el campito que tenemos en Sudamérica”. Su “campito” argentino será La Bombonera.

Séptimo máximo goleador del mundo en actividad (437), Cavani (36 años) acumula 379 goles en clubes y 58 en la selección de Uruguay. Firmó con Boca hasta diciembre de 2024. Cuando juegue su primer minuto, será el futbolista con más goles que alguna vez haya jugado en el fútbol argentino (el paraguayo Arsenio Erico, máximo goleador histórico, sumó en su carrera 344, y Martín Palermo, máximo goleador histórico de Boca, 298). Nunca, cuentan sus cercanos, lo habían visto tan feliz después de haber firmado con un club.

El cruce de caminos entre Cavani y Boca estuvo cerca de concretarse en enero de 2007, mientras despuntaba en el Sudamericano Sub 20 de Paraguay (fue el goleador, con siete). Tenía 18 años. Pero de Danubio pasó a mitad de aquel año a Palermo de Italia. Hijo del exfutbolista Luis “El Gringo” Cavani y nieto de abuelo italiano emigrado a Uruguay, Edinson soñaba también con el calcio. A Palermo le siguieron Napoli, PSG, Manchester United y Valencia. “Oh, mamma mia! Che bella!”, exclamó Lucas Cavani, uno de sus cuatro hijos -nacido en Italia, al igual que Bautista-, cuando su padre le metió zoom con la cámara del celular desde el cielo de Buenos Aires a La Bombonera.

El fútbol argentino, sin embargo, siempre presenta obstáculos. Por esencia y por carencias. Si la mayoría de los jugadores argentinos cuentan que cuando un equipo chico o medio de Europa visita a un grande se festeja puertas adentro perder por poco, en Argentina -y en Sudamérica- se pelea con lo que se puede, como en el potrero. El uruguayo Diego Godín (37 años) se retiró como profesional después de que Vélez perdiera 1-0 con Huracán de visitante, el domingo en la última fecha de la Liga. Era el único en el fútbol argentino que había jugado los últimos cuatro Mundiales. Ahora es Cavani. El peruano Paolo Guerrero (39 años) se despidió de Racing con tres goles en 22 partidos (847 minutos). “En el fútbol argentino -dijo Guerrero, que seguirá en Liga de Quito- te jalan y te vuelven a marcar. Hay algunos equipos que te juegan con los 11 en su campo. Hay poco espacio. Estuve conversando con un compañero y me decía: ‘Me tuve que tirar para el costado, porque por el medio no la veía’. Y yo, que juego en el medio, no la veía”. Cada jugador es un mundo y su cúmulo de decisiones. Cavani inició su aventura en Boca. Como en 1960 Paulo Valentim, el brasileño que había jugado el Sudamericano 1959 y que aún hoy, con diez goles, es el máximo goleador bostero ante River.

Cavani sabe a dónde llegó. Fue él quien hace tres semanas se comunicó con el vice Juan Román Riquelme, que lo había buscado en el pasado reciente. Convencido, no quiso escuchar las ofertas que le habían acercado clubes de Arabia Saudita, Brasil y México. “Gracias a Román, que ha estado presente en varias oportunidades y momentos, a su confianza y respeto. Quiero llevar la 10 de Boca a lo más alto”, dijo. Aunque sepa a dónde llegó y qué es Boca, otro asunto es meterse, vivirlo. El Coco Basile se lo quiso advertir: “Boca es pura pasión. Es no poder salir a la calle, te cambia la vida. Salís y en una cuadra tenés que firmar 20 autógrafos, sacarte fotos, hablar para pibas que van a cumplir 15 años. Hay millones de hinchas de Boca, es impresionante. Nunca lo viví en ningún lado. Donde vas, es mayoría. Es complejo todo, difícil, pero es lindo. Es todo ganar, tenés que ganar siempre, si no ganás te buscan el pelo”.

Cavani debutará el miércoles 9 de agosto, en la vuelta de los octavos de final de la Libertadores ante Nacional. El alambrado de La Bombonera y sus trepadores míticos -los de un lado y los del otro- lo esperan para festejar. “Vivo de las emociones -dijo Edinson Cavani-, vivo de los desafíos, de la adrenalina de salir a la cancha”.