En Europa hay un equipo que acapara los récords de 2020. Es de los más exitosos a nivel nacional e internacional, pero hace diez años que naufraga en los grandes torneos. Es el Milan de Italia. Líder de la Serie A, único invicto entre los equipos de las cinco ligas top (diez victorias, cuatro empates), el Milan no pierde incluso desde el reinicio del fútbol en pandemia. El fin de semana pasado, el delantero portugués Rafael Leão lo volvió a poner en primera plana: marcó el gol más rápido en la historia del calcio, a los 6,76 segundos, en el 2-1 ante Sassuolo de visitante, a partir de una de las “cuatro o cinco jugadas” de saque inicial practicadas, según el entrenador Stefano Pioli. Y este miércoles, en San Siro, le ganó 3-2 a Lazio en el minuto 93. Milan, a contramano de las épocas doradas, cuenta esta vez con un plantel joven (24,5 años, el promedio más bajo entre los equipos de las cinco principales ligas de Europa), una estrella de 39 años que en lugar de apagarse irradia luz en los compañeros (Zlatan Ibrahimović) y un entrenador que peregrinó por clubes italianos desde principios del siglo XXI y al que estuvieron a dos partidos de despedirlo.

El cambio de lógica también pone un pie fuera de la cancha: desde 2017, el Milan dejó ser el club de Silvio Berlusconi. Primer ministro de Italia durante tres períodos, fue su dueño desde 1986, lo que equivale a cinco Champions League, ocho Scudetto y tres Mundial de Clubes. Primero fue adquirido a cambio de 740 millones de euros por la corporación china Shenzhen Jie Ande, de Yonghong Li. Antes de que entrara en bancarrota, Yonghong Li recurrió al fondo de inversión estadounidense Elliott Management, cuyo cabeza es el “buitre” Paul Singer, conocido por litigar con Argentina. En 2018, por falta de pagos, Elliot Management se adueñó de la totalidad del Milan, con pérdidas económicas y el lastre de seis años sin participar en la Champions.

Uno de los primeros movimientos de los nuevos dueños fue contratar a Ivan Gazidis, director ejecutivo durante diez años del Arsenal. Gazidis, uno de los cráneos fundadores de la MLS de Estados Unidos, despidió al croata Zvonimir Boban y dejó partir al brasileño Leonardo, históricos hasta entonces encargados de la gestión futbolística. Y entonces, sembró a futuro: colocó a Paolo Maldini como director del área técnica y, después de la apuesta china a la compra de futbolistas ya consolidados (195 millones de euros que le valieron la sanción de no jugar en torneos europeos por incumplir el Fair Play Financiero), se recostó en Geoffrey Moncada, joven jefe de scouting con pasado en el Mónaco de Francia.

Dos años después, el Milan es un equipo de jóvenes talentosos. El arquero Gianluigi Donnarumma, los laterales Davide Calabria y Theo Hernández, la dupla de mediocampistas Franck Kessié-Ismaël Bennacer, y el extremo Alexis Saelemaekers ya forman parte de la estructura habitual de Pioli: 4-2-3-1. Ninguno sobrepasa los 24 años. Se le suman Sandro Tonali, Brahim Díaz y Rafael Leão. El lateral izquierdo Theo Hernández -francés nacionalizado español- fue elegido por Maldini, crack en su puesto. Asombra por técnica, potencia, ataque y cabezazo. Llegó desde Real Madrid. “Fue fácil -dijo-. Es el club que ha ganado el segundo mayor número de Champions. No tuve que pensarlo mucho”. Brahim Díaz -español, 21 años, también proveniente de Real Madrid- dijo que Zlatan Ibrahimović era como su padre, porque tiene la edad de su padre.

Al final de la temporada pasada, sin embargo, no había risas. Pioli estuvo a poco de ser sustituido por el alemán Ralf Rangnick, un veterano entrenador de 62 años, artífice de la construcción deportiva del Leipzig. Pero los resultados finales acompañaron a Pioli. Milan, uno de los seis clubes de la Serie A en manos extranjeras, clasificó a la Europa League, en la que hoy es uno de los principales candidatos. “Lo que estamos haciendo es muy claro y muy difícil”, le dijo Gazidis a ESPN. “Tenemos que reducir nuestra masa salarial y, al mismo tiempo, aumentar el rendimiento. Salvamos al club de la quiebra, de descender a la Serie D. Si tomamos los pasos correctos, el fútbol italiano puede volver a la cima. La Serie A tiene el mayor potencial de las cinco grandes ligas en términos de crecimiento. Y, de hecho, el Milan tiene el mayor potencial como club individual”.

De Estados Unidos no sólo arribó Singer. Después de un año en Los Angeles Galaxy (52 goles en 56 partidos), Zlatan retornó a mitad de 2019. El declive del Milan había empezado tras la temporada 2010/11, cuando ganó el Scudetto con Zlatan. Los herederos de Berlusconi achicaron el presupuesto. Zlatan se marchó al PSG. No quería irse del Milan, el club que siente como su casa: pasó una semana con el celular apagado para no recibir el llamado. Desde entonces, Juventus conquistó las nueve Serie A. Todas.

Ahora Zlatan está en plan de resucitar al Milan. “Me encanta sufrir durante mi entrenamiento”, le dijo al diario sueco Dagens Nyheter en 2015. A los 39 años, luce jovial y ágil: es el faro en el ataque del Milan. Metió 20 goles en 24 partidos, dos en el último clásico ante Inter, escolta a un punto. Y, dentro del plantel, lo definen como “un frutero”. “Zlatan tiene muchos consejos y conocimientos que ofrecer -escribió Bart Vlietstra en The Guardian-, pero tenés que estar abierto a ellos: la fruta está ahí, pero no se acerca a vos por sí sola. Tenés que ir a buscarlo”. En 2020, Zlatan se comparó en las redes sociales con un tiburón (una vez), un león (cinco veces, porque “los leones no se comparan con los humanos”) y Dios (diez veces). “No es arrogancia. Tengo confianza, creo en mí mismo”, suele explicar Zlatan, que nunca ganó la Champions ni tampoco metió un gol en un Mundial con Suecia, pero que es franco. “Ibra -admitió Pioli- dice que no debemos tener miedo de soñar con el Scudetto. Él y sus compañeros tienen razón en creer”. Una década más tarde, el Milan reflota de un mar que nunca llegó a hundirlo.