Sergio Víctor Palma, ex campeón mundial de boxeo en la década del 80, había logrado convivir con el Parkinson y superado un accidente cerebrovascular, pero el coronavirus pudo con él: falleció este lunes, en Mar del Plata, luego de seis días de internación con respiración asistida. Palma no fue un boxeador más. Por eso el deporte argentino vive horas de luto.

Palma fue campeón mundial supergallo entre agosto de 1980 y junio de 1982, ganó 52 de sus 62 peleas y una vez que colgó los guantes trascendió por su rol como comunicador, escritor y poeta, además de su fuerte historia de vida. Creció en la pobreza extrema en Chacho y, como ocurre tantas veces en el boxeo, perdió lo mucho que ganó arriba del ring: una mansión en Adrogué, un restaurant y dos discotecas.

Pero no fue todo. En 2004 sufrió un choque en el Puente Pueyrredón que derivó en un accidente cerebro vascular (ACV). Al tiempo le fue extirpado un tumor maligno de un riñón y años más tarde fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson. Toda la fiereza que mostraba arriba del ring se transformó: pasó los últimos años en una silla de ruedas y con dificultades en el habla. Se hacía entender vía WhatsApp.
Palma se aferró también a su fe religiosa y a su pasión por la música y las palabras: fue guitarrista y poeta. En los últimos años se había dedicado a escribir un manual de boxeo con hincapié en la técnica, no un libro de superación ni de anécdotas personales. Lo hacía bajo la tutela de su compañera Orieta, quien lo acompañó en los últimos años en Mar del Plata, donde lo encontró la muerte a los 65 años.