El año de Las Panteras empezó con la confirmación de la presencia del voley femenino en los Juegos Olímpicos de Tokio. Unos días después de haber cumplido el primer aniversario al frente de la Selección, el equipo gestionado por Hernán Ferraro logró la clasificación en el Preolímpico de Colombia. Era la última chance después de haber perdido la primera ocasión entre julio y agosto pasado en Estados Unidos. Será la segunda participación después del debut olímpico de las mujeres en Río de Janeiro 2016. «Necesitábamos conseguir la plaza para que se siga hablando de voley femenino y para que la gran cantidad de chicas que hoy juegan puedan ver a Las Panteras en Tokio. Y se vean reflejadas y quieran copiar el mejor voley. Necesitamos que se encuentren referentes para aprender mirando», dice Ferraro, el entrenador que asumió en diciembre de 2018 y que antes, entre otras funciones, había sido el asistente de Julio Velasco durante el ciclo en la Selección masculina.

–¿Cómo evaluás este primer año con Las Panteras?

–Está claro que es difícil hablar de evaluación separando los resultados obtenidos, el haber conseguido por primera vez una medalla panamericana en los Juegos de Lima y el pasaje a Tokio. Estamos muy contentos y satisfechos por lo conseguido, pero a su vez la evaluación debe ser más amplia. Eso implica también entender que todavía estamos muy lejos del mejor nivel internacional y que las perspectivas de crecimiento son lentas.

–¿Qué valor les das a los resultados?

–En nuestro deporte en Argentina es muy raro que un técnico deje de trabajar por no conseguir resultados. Eso hace que el mercado no se mueva demasiado y que los entrenadores hagan la plancha. No creo que haya que ser resultadista, pero sí evaluar cada proyecto. Está claro que Las Panteras no van a ser campeonas olímpicas, pero sí se podrá analizar cómo jugó el equipo y qué demostró en cada competencia.

–¿El buen rendimiento influye en el reclamo de profesionalizar el voley femenino?

–No tiene nada que ver. Ojalá podamos hacer un voley más profesional desde el trabajo de los entrenadores hasta las mejores condiciones para entrenar y que los dirigentes encuentren recursos para poder mejorar todo lo anterior.

–¿Por qué aún no es profesional?

-Es el huevo y la gallina. No es profesional porque los entrenadores y las jugadoras no son profesionales. Y no hablo de plata, capacitación, esfuerzo, cuidado del físico, horas de video, estadísticas. Otros creen que si cobraran más dinero, harían todo eso. Y por otro lado hay que ver qué genera el voley para que alguien ponga plata, algo que todavía no se dio.

–¿Qué cosas tuviste en cuenta para conducir un equipo de mujeres?

–No cambié en nada mi manera de entrenar o de manejarme. Lo único es que ellas me pedían que planifique más la semana. Necesitaban tener todos los horarios bajo control y yo me fui adaptando. Pero tampoco demasiado: necesitaba que haya también algo de improvisación porque de eso se trata el juego.

–¿Qué aprendiste al trabajar con ellas?

–Las mujeres tienen mucha predisposición al trabajo. Más que los varones. A su vez preguntan o cuestionan poco y se desvalorizan demasiado cuando las cosas no les salen.

–¿Qué tipo de conducción te interesa?

–No considero al técnico como alguien tan importante dentro de un equipo, sobre todo a la hora de jugar. Está claro que ser el técnico de una Selección te lleva a tomar decisiones importantes y que le darás al equipo tu impronta. Pero de ahí en más son los jugadores los que pueden llevar a cabo tus ideas,  cambios y tu manera de jugar o no. Para un jugador, cambiar es traumático y pocos lo logran.

–¿Cómo te formás más allá de los cursos?

–La única manera de capacitarme es ir a ver y a hablar con otros entrenadores, ver entrenamiento de otros equipos y selecciones. Yo no puedo, dirijo a Ciudad de Buenos Aires en varones en la Liga Nacional y es un gran punto en contra que tengo.

–¿Qué aprendiste al lado de Velasco?

–Siempre digo que hice un máster. Hay que conocerlo para poder entender lo que te enseña día a día en días que, además, son de 26 horas porque no para. Ojalá los entrenadores tuvieran la oportunidad de escucharlo más. En la Argentina se lo aprovechó poco, y no desde la Selección sino del deporte en general.

–¿Qué podría aportar?

–En principio, sentido común, que no es poco. Conocer muy bien cuáles son nuestras debilidades y tratar de mejorarlas y potenciar nuestras virtudes. Sacando al fútbol, en el deporte en general las problemáticas son las mismas o parecidas. El deporte argentino tiene falencias básicas que hacen a la vida cotidiana del deportista como hotelería, alimentación, vestuarios, baños.

–¿Es un paso adelante que Deportes sea nuevamente una Secretaría?

–Está claro que la Secretaría ayudará mucho a que crezca nuestro deporte, pero no dependemos sólo de eso. Nuestra Federación deberá trabajar para conseguir recursos para que nuestros planteles tengan mejores condiciones de entrenamiento, mejores profesionales dedicando su tiempo, giras, partidos internacionales y todas las cuestiones que hacen al crecimiento de una disciplina.