Horas después del clásico por la Supercopa de España -hoy a las 17- entre Barcelona y Real Madrid, Lionel Messi chateará por WhatsApp con el cuerpo técnico de la Selección. Se escribirán sobre fútbol y sobre el juego. Compartirán ideas y conceptos del partido, como ocurrió el último martes cuando por primera vez Messi abrió las puertas de su casa en Casteldefells a un entrenador. Las tres horas de charla -asado de por medio- con Jorge Sampaoli y Sebastián Beccacece son una síntesis de la búsqueda de la gira por Europa: ganar tiempo de trabajo para la doble jornada por las Eliminatorias camino a Rusia 2018 y reforzar lo que se pretende del juego.

Los convocados por Sampaoli contarán con tres entrenamientos antes de enfrentar a Uruguay en el Centenario. La gran mayoría, sin embargo, escuchó y vio -en el keynote, la plataforma de Apple que preparó Nico Diez para cada encuentro- lo que se espera de ellos. Lo que hacen bien y lo que pueden mejorar. Todos los jugadores tienen al menos una noción de lo que quiere Sampaoli. De la idea. Del modelo de juego que busca construir. Porque más allá de la exclusión de Gonzalo Higuaín y el llamado a Mauro Icardi, en la Selección están convencidos de que el socio ideal de Messi no es un nombre, sino un concepto. Un modelo de juego que le permita independizarse de los milagros y de salir al rescate del equipo en cada partido. De explotar, por caso, su capacidad de meter pases de gol cuando los futbolistas -como Ángel Di María con su velocidad e Icardi con sus diagonales- ocupan espacios vacíos dentro de la cancha. Es un ejemplo. Aunque lo consideran clave: un equipo estático conspira contra las capacidades de Messi.   

Cuando el martes el cuerpo técnico aterrice en la Argentina habrá acumulado unas 30 charlas -más de 40 horas- entre las que mantuvo en Ezeiza, Rosario, París, Milán, Londres, Barcelona, Sevilla y Madrid. Fueron el antídoto -una pequeña dosis- para  intentar combatir un efecto que, de tan repetido en las selecciones, suena a excusa: el poco tiempo de trabajo. La gira fue un punto de partida. Un marco teórico para desarrollar en el predio de la AFA y para ejecutar ante Uruguay en Montevideo y frente a Venezuela, en el Monumental. «Se encontró un entusiasmo muy claro, sobre todo de los referentes», evalúan cerca de Sampaoli. Su método es intenso. Exigente. El escenario lo requiere. Para no caerse del mapa necesitan estar compenetrados. Para evitar ver a Rusia de lejos, Sampaoli elige agruparse detrás de una idea.