En medio del delirio del jueves en el Monumental, con todos los excesos que la celebración por la tercera estrella ameritaban, Sergio Goycochea volvió a tomar el micrófono poco después del triunfo ante Panamá, ya sobre el final de la noche. En el círculo central, enfrente de las 29 Copas del Mundo talladas por Eliana Pantano, la artesana bonaerense que antes de Qatar 2022 había esculpido la réplica que Lionel Messi convertiría el 18 de diciembre en la foto más likeada de la historia de Instagram, el héroe del subcampeonato de Italia 1990 y conductor de la fiesta dio inicio a la entrega de premios.

A tono con una noche de ponderaciones, Goyco les mencionó a los 83.000 espectadores el nombre de Claudio Chiqui Tapia no una vez sino dos, tres y cuatro veces en pocos segundos, incluso para anunciar esas cuestiones que a ningún hincha le interesa pero sí a los hombres del poder, por ejemplo un premio personal que la empresa Torneos quería entregarle al propio presidente de la AFA. En la única manifestación adversa de la multitud a la delegación campeona del mundo, Tapia fue silbado la primera vez, no por todo el estadio ni de manera estruendosa, pero sí por una mayoría en superioridad a los aplausos, que también los hubo. Goycochea, sin embargo, insistió en mencionar a Chiqui un puñado de veces más, una relevancia que sonó algo forzada, como si a los organizadores de la fiesta les interesara recalcarla más que al público, siempre más intereresado en los jugadores y el técnico que los dirigentes.

Los hinchas le agradecen -mucho- a Tapia su trabajo en la Selección (y no se trata de casualidad sino que protegió a Lionel Messi en el peor momento, metió un pleno histórico con Lionel Scaloni, lo rodeó con tipos serios como Pablo Aimar, Walter Samuel, Roberto Ayala y Matías Manna, y acercó a César Luis Menotti) pero, en especial los más futboleros, los que siguen el fútbol domingo a domingo, no se hacen los distraídos con el desmanejo del torneo local.

Foto: AFP

La fantástica noche en que la selección festejó con su gente también fue la noche en que Chiqui Tapia pareció intentar un baño de masas que, al menos este jueves -tal vez sea ovacionado el martes en Santiago del Estero- le resultó algo fallido, pero que seguramente no interrumpirá una faceta impensada hace pocos años: su nuevo y en apariencia definitivo perfil alto. Tan parecido a Julio Grondona en muchas características –y no es una utopía pensar que se mantendrá al frente de la AFA muchos años más que los seis que lleva hasta ahora, tras su asunción en 2017, por qué no con el horizonte en los 35 a los que llegó Don Julio-, el hombre de Barracas Central se despegó del manual discreto de su antecesor más relevante, como si quisiera tomar independencia para escribir su historia. Esas ansias de mayor protagonismo público, impensadas en el cacique de Arsenal, ya habían llamado la atención pocas horas antes en el Monumental, cuando empleados de AFA llegaron con gigantografías para enmarcar el ingreso de los jugadores de la selección al vestuario.

En el lugar en el que habitualmente lucen los carteles con imágenes de los futbolistas de River, esta vez fueron colocados pósters de los héroes de Qatar 2022. Lo curioso fue que el orden comenzó con la Copa del Mundo, luego con la gigatongrafía de Tapia y recién después con las fotos de Messi y los otros jugadores más el entrenador, pero no así Pablo Aimar o Walter Samuel. En ese sentido -sin que eso signifique ni mejor ni peor-, el contraste con el estilo Grondona es total: es difícil rastrear imágenes del hombre que presidió la AFA de 1979 a 2014 en el centro de algún festejo o en el círculo central de un estadio. O porque sabía que se expondría a silbidos, o porque prefería construir su poder únicamente entre los despachos, o porque dejaba esa gloria para los jugadores, no lo hacía. Tapia es más parecido a un presidente jugadorista, como si regresara a sus años en la D y en la C con Barracas y Dock Sud.

El perfil alto de Tapia -que tras Qatar pasó a figurar en algunas mediciones como uno de los dirigentes de cualquier rubro con mejor imagen del país- ya había quedado claro en las últimas semanas. Si fue Diego Maradona quien bajó primero del avión al regreso de México 1986, y no Grondona -que, de hecho, no se sumó al balcón de la Casa Rosada, al menos en primer plano-, el actual presidente salió casi a la par de Messi del vuelo procedente de Qatar. Ya en enero de 2023, Chiqui se animó a más, todas escenas inimaginales en el adn de Don Julio: paseó con la Copa en un balneario de Mar del Plata ante las felicitaciones del público y llevó esa réplica al escenario de la obra El Divorcio, de Luciano Castro, mientras el público gritaba «muchaaachos».

Conocedores del mundo de la selección dan fe de una discusión entre Scaloni y Tapia por un episodio en Estados Unidos, durante la gira previa al Mundial. Según publicó Ernesto Cherquis Bialo en Infobae, «Scaloni se quejó ante la seguridad del hotel sobre unos ruidos perturbadores que impedían el necesario descanso de los jugadores. Enorme fue la sorpresa de Scaloni cuando le dijeron que tales sonidos provenían del 12° piso que ocupaba el presidente de la AFA. Efectivamente Tapia celebraba con invitados especiales su cumpleaños 55». Otra vez: Tapia finalmente reveló que tiene su manual, uno distinto al hombre en el que parecía esculpido a su total semejanza.

Por supuesto la AFA todavía mantiene varias de las reminiscencias de Grondona, algunas prediluvianas. Es una anécdota pasatista pero sirve para graficarlas: durante la gestión de Don Julio sólo se podía ingresar al edificio de Viamonte al 1300 con pantalones largos. Extrañamente, esa prohibición de bermudas sigue intacta, incluso en el verano más caluroso de la historia. «Hay cosas de Grondona que todavía se mantienen». dijo un empleado, riéndose de lo que acepta como un sinsentido, a un iluso que había querido entrar con pantalones cortos.

Las similitudes entre una presidencia y otra tienen una mayoría de puntos en común, aún con sus matices. Formados en el ascenso, así como Grondona sacó de la manga a un sindicato paralelo al de los árbitros para romper una huelga de réferis, en 1992 -cuando nació el SADRA-, pocos advirtieron que en la semana previa al comienzo del Mundial terminó de cambiar el signo político del gremio de los directores técnicos, hasta hace poco una de las pocas oposiciones a Tapia en el fútbol argentino. Y al igual que Grondona, a la sintonía actual de la AFA con uno de los sindicatos de los árbitros, la AAA de Federico Beligoy (el SADRA está casi marginado), también se le suman algunas voluntades del Tribunal de Disciplina.

El dato pasó desapercibido pero a comienzos de 2023 fue sancionado Estudiantes de Caseros por «cánticos contra la dirigencia de la AFA». El trasfondo fue que su hinchada se sintió perjudicada por el arbitraje en la final ante Instituto por el segundo ascenso a Primera y en uno de los primeros partidos de este año cantó contra Tapia. El Tribunal sancionó al Pincha de Caseros con el equivalente a 200 entradas que le descontó del canon mensual que la AFA le paga a cada club. También adivirtió que, en caso de reiteración, el próximo partido sería a puertas cerradas. Una moraleja sería que la hinchada argentina es la mejor del mundo siempre y cuando no se enoje con los suyos.

A su vez, seguramente Tapia no llegará a tener el poder que Grondona sí consiguió en la FIFA -vicepresidente más de 15 años, a cargo de las finanzas y mano derecha de Joseph Blatter-, pero día a día gana más peso en la Conmebol. Desde el próximo viernes, en verdad, dejará de ser el vice primero y pasará a ser el vice segundo detrás del ecuatoriano Francisco Egas, pero el cargo no habla de su relación cada vez más cercana a Alejandro Domínguez, el presidente de la Conmebol presente el jueves en el Monumental así como la selección visitará este lunes la casa del fútbol sudamericnao en Paraguay como escala en su viaje a Santiago del Estero para el partido ante Curazao.

En todo caso, la carrera de Tapia acaba de empezar y el Mundial no hizo más que dispararla. Sobrevivió a dos gobiernos que no lo querían -Mauricio Macri y Alberto Fernández- y su aceptación dentro de la AFA lo hace invecible. Incluso hay quienes se preguntan si ya no suma más poder que Grondona. Su próximo objetivo, parece, es ser ovacionado por las multitudes, como si también fuera un jugador o un técnico. «