Si la más que probable última dosis en una cancha argentina con la camiseta de la selección era el yeite, Lionel Messi aprovechó la ocasión y redondeó un partido a contramano de las últimas actuaciones en el París Saint-Germain. Silbado en Francia, fue reverenciado y ovacionado en La Bombonera en el triunfo 3-0 de la selección ante la eliminada Venezuela en la anteúltima fecha de las Eliminatorias. El 1-0, el gol de Nicolás González, esa pelota que empujó casi debajo del arco después de una asistencia de Rodrigo De Paul, brotó de los pies de Messi, de uno de esos arranques típicos que ahora dosifica, pero que aún vibran. Messi hasta metió su gol, el 3-0, de derecha, pifiándole, a lo Martín Palermo. Pero sobre todo, Messi ofició de director de orquesta en la despedida de la selección de la Argentina antes del Mundial de Qatar.

La noche de La Bombonera fue también un paso más de la Scaloneta hacia el invicto récord de 31 partidos del primer ciclo de Alfio Basile. Lo podrá igualar este martes ante Ecuador en Guayaquil, en el cierre de las Eliminatorias. Y fue la ratificación de hombres claves, como el tándem De Paul-Leandro Paredes. Y del idilio vivo con Ángel Di María, ingresado en el segundo tiempo, autor del segundo gol. De Paul (136), Messi (124) y Paredes (119) fueron los que más tocaron la pelota ante Venezuela. Son el corazón del equipo. Los que lo hacen latir. Posesiones largas, conducción, centrales a la altura de la mitad de la cancha, laterales que suben y presión rapidísima después de perder la pelota. Son, ya, rasgos característicos de esta selección, que sin embargo tardó los primeros 20 minutos del primer tiempo en sacarse la modorra.

Pero fue el partido de Messi. Uno más que especial. Único futbolista argentino enchufado desde el kilómetro cero, encaminó a la pelota. Mandó sobre ella. Acaso haya jugado consciente de que era su último partido con la selección en la Argentina. Se bajó del micro con De Paul, su escudero. Se abrazó con José Pekerman, el entrenador de Venezuela, en 2005 el que lo hizo debutar en la selección. Y disfrutó como nunca, lo que hasta hace muy poco le parecía vetado con Argentina. Messi, el futbolista con más partidos en la selección, jugó un total de 159: 42 de ellos fueron en la Argentina. El de la noche del viernes quizás quede con un asterisco en su historia. En la historia.

Partió desde la posición de falso 9 para salir hacia donde quisiera. Libre, activó su interpretación única del juego. Si a los tres minutos ya había probado al arquero Wuilker Faríñez, a los diez dejó girando como un trompo sobre un costado a Miguel Navarro, que lo derribó después del espasmo y, amonestado, salió en el entretiempo. Messi recortó con la zurda cubriendo la pelota, gambeteó, apiló, metió pases de billar que sólo no terminaron en goles por las fallas en la definición de sus compañeros, hizo encender las luces de los celulares en La Bombonera antes de que pateara un tiro libre y levantó al estadio con cada intervención.

Su gol, el pif de derecha que despertó sonrisas cómplices con su asistidor Di María, fue el 83 del goleador histórico de la selección. Atrás, muy atrás, parecen haber quedado los silbidos en el Cementerio de los Elefantes cuando la selección quedó eliminada en los cuartos de final de la Copa América de Argentina 2011. La Bombonera estuvo repleta de camisetas con el N° 10 y un apellido: “Messi”. Adelante, no tan adelante, está lo que se escuchó en las tribunas: “¡De la mano de Leo/ vamos a Qatar/ y la vuelta/ y la vuelta vamo’ a dar!”. Messi, el futbolista que rompe récords, marcó su gol 28 en Eliminatorias y empató al uruguayo Luis Suárez. Ante Venezuela, fue el primero en chances creadas (3), duelos ganados (12 de 19) y gambetas completadas (6 de 9). Argentina no pierde un partido en el que Messi marca un gol desde hace 12 años, 2-1 en un amistoso ante España en el Vicente Calderón, el 14 de noviembre de 2009.

Por primera vez, después del partido, Messi dejó un mensaje acerca de su final con la selección, más allá de la renuncia impotente luego de la final perdida de la Copa América Centenario de Estados Unidos 2016, que duró lo que tenía que durar: poco y nada. “No sé qué haré después del Mundial -dijo antes de retirarse del campo de juego-. Ahora viene Ecuador, terminar la Eliminatoria y el Mundial. Pero después del Mundial me voy a replantear varias cosas, llegue a ir bien o mal”. Messi llegará a Qatar, su quinto Mundial, con 35 años. Es un final que ya atemoriza al fútbol argentino. “No es mi despedida”, canta Gilda, aún resuena, y eso parece advertirnos Messi. “Una pausa en nuestra vida/ un silencio entre tú y yo”. En el año del Mundial, todavía le queda mucha música.