Es el crack de la generación de Bélgica, la más talentosa de la historia. No hay equipo ideal de Rusia 2018 sin él (y hasta pudo haber sido elegido el mejor futbolista con el Balón de Oro). Fue sinónimo de gambeta, conducción, creación, pausa, desequilibrio, gol y liderazgo durante el Mundial. Eden Hazard –27 años, nacido en La Louvière, más afuera que adentro de Chelsea, su equipo– es ese enganche que leyó como ninguno cuándo y dónde jugar la pelota en las canchas rusas. También, un detalle, es el autor del 2-0 ante Inglaterra que le dio a Bélgica el tercer puesto en la Copa del Mundo, su más alto. En la frase «prefiero perder con esta Bélgica que ganar con esa Francia» que dijo después de la semifinal esconde un modo de ver y de disfrutar el fútbol. Un modo de ver y de disfrutar, para acercarlo a la Argentina, riquelmeano, de potrero.

Hazard encontró socios durante los siete partidos en Rusia (y en tres fue elegido la figura). En el pase, a Kevin De Bruyne. En el ataque, a Romelu Lukaku. Pero un poco más de 45 minutos sin conexión de juego ante Francia lo dejaron sin la final. Nadie pudo ocupar en ese rato su lugar, darle un destino a Bélgica, engañar a los rivales. Y entonces el partido por el tercer puesto pasó a ser la posibilidad de ver jugar otra vez a Hazard, que llegó al Mundial sin los reflectores puestos en él. Real Madrid, ya sin Cristiano Ronaldo, lo quiere como nueva estrella. «Después de esta Copa, puedo decidir si quedarme o irme –dijo–. Si me dejan salir, ya conocen mi destino favorito. Podría ser la hora de descubrir algo más después de seis maravillosos años en el Chelsea».

En Inglaterra siempre destacan que Hazard vive en un departamento cerca del complejo deportivo de Chelsea, y no en la ciudad de Londres. Que anda casi todo el tiempo con ropa deportiva, y no de las grandes marcas de moda. Es, cuentan, discreto y simple. En eso, además de cómo cubre la pelota con los brazos, la cola y la espalda, es también un 10 riquelmeano, pero con caja de sexta. Tres tiempos adelante en la mente, en enero, mientras charlaba en un programa televisivo con Pablo Aimar, un periodista le preguntó a Juan Román Riquelme si había algún jugador con características similares a Aimar en la actualidad. «Yo lo que veo –dijo Riquelme en comunicación telefónica desde su búnker de Don Torcuato– es que corre distinto, pero después no sé, creo que el 10 del Chelsea puede ser…». Hazard merecía ser la última imagen de Bélgica, la que englobe su juego en Rusia. Irse el día anterior a que terminara el Mundial tal vez haya sido una puesta de escena, un truco del fútbol.