Silvina Batakis volvió de Washington el miércoles. En su valija trajo el visto bueno de la directora del FMI, Kristalina Georgieva, y la aprobación –con cautela– de inversores y empresarios extranjeros. El mercado especulaba con nuevas medidas económicas de tinte organizacional tras su regreso, pero el plan sufrió un revés: Sergio Massa asumió como «superministro» y, desplazada de su puesto, la designaron presidenta del Banco Nación.

Batakis tomará el lugar de Eduardo Hecker. La exministra de Economía tendrá a cargo un banco con «números cómodos, políticas de crédito fuerte a pymes y diversificación de cartera a pleno», según detallan desde el interior del organismo. Desde el comienzo de la gestión de Hecker, el banco otorgó préstamos por unos $ 2 billones, de los cuales más de la mitad fueron para fondear inversión o capital de trabajo. Las pymes recibieron más del 70% de estos créditos, y por sector productivo, la industria se lleva más de un tercio y levemente por debajo se encuentra el sector agropecuario.

La reincorporación de la línea crediticia al sector productivo se dio tras las pérdidas y descapitalización registradas durante el macrismo, e incluso con tasas más bajas que en aquella gestión. Las tasas subsidiadas recobraron protagonismo y el resultado fue de casi el 2% del PIB en préstamos a las empresas.

Pese a que el banco «camina solo», como le dice un economista a Tiempo desde el off, por recibir los depósitos del Tesoro Nacional y el sector público, quienes siguen el recorrido del BNA aseguran que Batakis tendrá, al menos, dos desafíos: los créditos hipotecarios UVA y Vicentin. «Hay una bola de créditos hipotecarios ajustados por UVA que es muy difícil de cobrar. La cuota está en el nivel que tiene que estar, pero si la inflación sigue subiendo, podría volver a congelarse la cuota», desliza un analista cercano al organismo y advierte que el efecto UVA podría reflejarse en el balance: «Se pierde dinero y quita liquidez», advierte.

La posibilidad de optar por el Coeficiente de Variación Salarial (CVS) como índice referencial de estos créditos implicaría que el Tesoro subsanara la diferencia entre ambos indicadores, lo cual «presentaría dificultades actualmente.»

Respecto de Vicentin, aún no encuentra solución. «El banco va a querer evitar que Vicentin quiebre para que no recaiga la responsabilidad en sus espaldas», advierte una fuente en diálogo con este diario. Las propuestas de pago a los acreedores, hasta el momento, se califican como «inaceptables».

Desde el entorno de la flamante directora, aún no designada oficialmente, prefieren guardar silencio por la sensibilidad que implica la situación de recambios.

Descoordinación y soja

Sin embargo, pese a problemáticas puntuales del organismo, hay una cuestión macro que, en realidad, ya se hizo característica de la gestión: allegados al Nación detectan la descoordinación como el gran desafío que Hecker no pudo sortear y que Batakis tendrá como principal obstáculo para avanzar. «El Banco Nación es el brazo ejecutor del 70% de las políticas económicas del gobierno, pero la coordinación inter-organismos no es buena», comenta a Tiempo una fuente desde el anonimato.

Pero la aplicación de esquemas de incentivo a los productores para que vendan sus porotos de soja obligará a algún tipo de coordinación entre el BNA, el Tesoro y la Afip. «No está finalizado el registro que haga el seguimiento de los depósitos a la vista atados al tipo de cambio ofrecidos al campo», alertan conocedores del tema. «Se les pide liquidar pero, al mismo tiempo, al productor se le ofrece crédito barato en pesos», se esgrime como queja, aunque también se aclara que las tasas «comenzaron a corregirse para acoplarse con el nuevo esquema y dejar de regalar plata».

Riesgo bajo y déficit

Pese a las adversidades planteadas, un fuerte punto a favor del BNA es que mejoró su perfil de riesgo comercial, puesto que los mayores clientes poseen un porcentaje cada vez menor de la totalidad de préstamos.

Por otro lado, la inclusión financiera y la digitalización también fueron otros dos ejes claves de trabajo. La billetera virtual BNA+ ya tiene más de 7 millones de usuarios y se abrieron más de 1,2 millones de cuentas, muchas destinadas a beneficiarios de planes sociales.

Quienes apuestan a Batakis aseguran que «puede darle una impronta más federal a la política crediticia», trabajando con las distintas economías regionales, a partir de su buen diálogo con los gobernadores. Sin embargo, sobresale la necesidad de «alinear los parámetros de financiamiento del banco a la orientación que le busque dar el gobierno nacional» y «coordinar la tasa de interés para créditos en moneda local y la selección de sectores económicos a potenciar por la vía del crédito».

También será primordial controlar las finanzas del propio organismo: «El Banco Nación tiene un cúmulo de títulos públicos, el Tesoro seguirá buscando financiamiento, pero el banco está en un límite», señala un especialista. Sobre el fondeo del sector público, un allegado a Batakis resalta que «ella marcó una fuerte preocupación por el financiamiento del Estado». Por el contrario, hay quien marca cierto escepticismo hacia la nueva gestión: «Batakis será un piloto automático de un banco que, en general, funciona. A lo sumo, reordenará el direccionamiento del crédito. No más que eso». «