La compra de dos centrales térmicas que la italiana Enel poseía en la Argentina ha puesto de relieve el elevado grado de concentración que existe en la generación de electricidad en el país. Se trata de una actividad estratégica ya que de ella depende que haya electricidad en la industria, los hogares y los servicios todos los días y de una punta a la otra del territorio nacional.

El comprador se llama Central Puerto, nombre que funciona como paraguas pues debajo de él se encuentran 13 plantas de generación de electricidad de diversas tecnologías y que producían hasta ahora el 10% de la electricidad nacional. Con la compra de las dos centrales a Enel, pasa a generar poco más del 18% del total.

En el mundo eléctrico, la fortaleza de una generadora se mide en su potencia instalada, es decir, su capacidad de generar electricidad en un momento dado. Central Puerto, con todas sus instalaciones, poseía hasta ahora turbinas con la capacidad de producir 4689 megawatts (Mw).

Esa maquinaria está ubicada en diversos lugares. En la Ciudad de Buenos Aires hay dos plantas ubicadas detrás de Retiro, casi sobre el Río de la Plata, llamadas Puerto Nuevo y Nuevo Puerto, que combinadas suman 1500 Mw. También están incluidas las turbinas de la Central Hidroeléctrica Piedra del Águila, sobre el río Limay, en Neuquén, con 1400 Mw. Además, está el parque eólico La Castellana, con una capacidad de 100 Mw.

Central Puerto es, además, el mayor accionista privado de las sociedades Central Vuelta de Obligado S.A., Termoeléctrica José de San Martín S.A. y Termoeléctrica Manuel Belgrano S.A., las que operan una potencia total de 2554 Mw. En estas centrales comparte la propiedad con otras empresas del sector.

La compra

Central Puerto adquirió ahora dos centrales térmicas (usan gas u otro combustible para hervir agua y el vapor mueve las turbinas que generan la electricidad) con las que sumará 3175 Mw más de potencia a sus activos. Se trata de las centrales Costanera, ubicada en la desembocadura del Riachuelo, al lado del barrio de La Boca, y Dock Sud, en la ribera opuesta y al lado de la refinería que fue de Shell durante mucho años y ahora es propiedad de la brasileña Raizen.

Esta acumulación de megawatts solo es comparable a la que ha logrado Pampa Energía, de Marcelo Mindlin, que opera ocho centrales térmicas, tres centrales hidroeléctricas, cinco parques eólicos y uno de cogeneración, con un total de 5386 Mw según la página web del conglomerado.

A diferencia de Mindlin, que tiene un alto perfil y su rostro es medianamente conocido por el gran público, los accionistas de Central Puerto son casi desconocidos. La mayoría de las acciones están en manos de una sociedad llamada Sadesa, de la que se sabe que sus accionistas principales son algunos miembros de la familia Miguens Bemberg (eran los dueños de Quilmes hasta su venta a los brasileños de Brahma) y banqueros como los Escasany (dueños del Banco de Galicia) y los Ruete Aguirre (exdueños del viejo Banco Roberts, adquirido por el HSBC). A ellos se les suman la familia Reca, con Guillermo, considerado el «cerebro» de Central Puerto, y Osvaldo, ahora designado al frente de Costanera.

El único con perfil alto de todo ese grupo fue Nicolás Caputo, el hermano de la vida de Mauricio Macri, quien era uno de los mayores accionistas de Sadesa. Pero en diciembre blanqueó que había vendido su parte. «