El 16 de mayo de 2010 salió el primer número de Tiempo Argentino. Esa noche, sus trabajadores y trabajadoras festejamos en la redacción. Éramos unos cien que, orgullosos de nuestro trabajo, brindábamos por muchas ediciones más.

Las trabajadoras y los trabajadores de Tiempo procedíamos de las más variadas experiencias profesionales y de vida. Los había fogueados en muchas redacciones y también los que nunca habían pisado una. Había un grupo importante de compañeros y compañeras que provenían del diario Crítica, otros y otras de Crónica, de Clarín, de Perfil, de agencias de noticias; también los y las que provenían de las filas de la desocupación.

Han pasado diez años desde la salida de Tiempo Argentino.

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El mérito de este aniversario hay que atribuírselo a su colectivo de trabajadores y trabajadoras. Al anterior, el del primer día, y al actual, el que recuperó el diario tras el vaciamiento y lo sostuvo después.

Ya desde el momento en el que se elaboraban las ediciones número 0, en el verano de 2010, comenzaron dos procesos en paralelo y simultáneos, con muchos cruces e interacciones: de un lado, el fortalecimiento profesional en todas sus facetas; del otro, la organización de la asamblea, el reconocerse a sí misma como integrada por trabajadores y trabajadoras de prensa con necesidades y objetivos comunes.

Periodistas, fotógrafos y fotógrafas, diseñadores, correctores y administrativas fuimos conformando un grupo cohesionado que debió enfrentar desde el primer día la política de salarios bajos y malas condiciones laborales que quería imponer la patronal, para la cual Tiempo era apenas un vehículo de negociados con la pauta publicitaria estatal.

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(Foto: Diego Martinez)


La primera comisión interna, cuatro delegados, fue electa a fines de 2010 y representó un salto de calidad de la asamblea. Desde ese nuevo lugar, las y los trabajadores de Tiempo jugamos un rol destacado en la renovación sindical del gremio de los trabajadores de prensa de la Capital, proceso que derivó en 2015 en la creación del Sindicato de Prensa de Buenos Aires, el SiPreBA.

Tiempo formó parte del Grupo 23, el multimedios de Sergio Szpolski, Matías Garfunkel, Darío Richarte y Mario Pergolini, entre otros. A pesar de los intentos patronales para evitar los contactos, los trabajadores y trabajadoras de Radio América, CN23, El Argentino, Infonews y la Revista 23, entre otras publicaciones y medios, forjaron una sólida relación de colaboración mutua ante los embates empresariales.

Esa unidad fue la que permitió generar una lucha común cuando se comenzó a concretar el vaciamiento empresario y que tuvo un punto alto: el festival solidario del 31 de enero de 2016 en Parque Centenario, que reunió a más de 20 mil personas.

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Claramente no estábamos solos. Nos acompañaron masivamente el SiPreBA y los periodistas y trabajadores de prensa de toda la Ciudad, además de los vecinos y trabajadores anónimos en un abrazo gigantesco y reparador.

A ese verano de lucha de 2016 siguió un otoño de organización de la nueva etapa, la cooperativa, que recuperó 125 puestos de trabajo en un contexto de despidos masivos en el Estado y en el sector privado.

Los seis años de experiencia colectiva acumulada hasta ese momento, en la redacción y en la calle, fueron clave para impedir que una patota vinculada a la patronal tomara por asalto la redacción y los estudios de Radio América, una fría y lluviosa madrugada de julio de 2016, con el objetivo de apropiarse de las instalaciones y hacer inviable la cooperativa.

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La asamblea de Tiempo se sobrepuso una vez más al golpe y al día siguiente del ataque pusimos en la calle un diario especial con los detalles de esa jornada. La Justicia todavía nos debe una respuesta por ese asalto.

En los cuatro años de cooperativa, logramos desarrollar una factoría de contenidos superior a cuanto se había hecho en los seis años anteriores de vida comercial, que se verifica en el despliegue del diario digital, la contundente presencia en las redes sociales, la producción constante de piezas audiovisuales y la salida del diario de papel los domingos, además de la creación de productos especiales como la investigación sobre la concentración de medios en la Argentina realizada junto con Reporteros Sin Fronteras, entre tantos otros.

Esta evolución se dio en medio de la ruina económica y social que provocó el gobierno de Cambiemos. Arrancamos con la mística intacta pero los bolsillos flacos, como tantos de nuestros lectores y amigos, vapuleados por el neoliberalismo que arrasaba con puestos de trabajo y salarios.

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En un momento en el que buena parte de la prensa tradicional se plegó a la furia neoliberal, nuestra asamblea eligió estar del lado de la defensa de los Derechos Humanos, de los derechos laborales, de los derechos de las mujeres y las minorías, de los pobres y explotados. A sabiendas de que eso nos enfrentaba a los poderes de turno. De esas convicciones compartidas salieron las decisiones de realizar los contenidos que marcarían esta etapa: ir a Chubut a cubrir en el lugar de los hechos la desaparición de Santiago Maldonado; mostrar las movilizaciones populares contra los tarifazos, el desempleo, la carestía o el 2×1; y exponer la corrupción de un poder que se creía intocable.

Hoy, celebramos los diez años embarcados en un proyecto periodístico independiente y comprometido, que no depende de nadie más que de nosotros mismos y, claro está, de nuestros socios y lectores, sin cuyo respaldo nada de esto habría sido posible. Por eso es que aprovechamos este aniversario para agradecerles y convocarlos a que reforzemos el contrato de lectura que nos une.

No queremos ser noticia, pero nos pareció que esta vez podíamos hacer una excepción.

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