A pesar de los fuertes beneficios que le otorgó el gobierno nacional tanto a los productores de soja como a los fabricantes de harina y aceite y a las cerealeras, el volumen de las exportaciones de esa cadena de valor se derrumbó un 40% en octubre respecto del mismo mes de 2019, anunció el Indec este martes al dar a conocer su informe sobre la evolución del comercio exterior argentino durante el décimo mes del año.

Pero, tan preocupante como lo anterior es que la nula respuesta a esos estímulos también se observó en otros sectores económicos beneficiados por las mismas medidas anunciadas el 1 de octubre por el ministro de Economía, Martín Guzmán. Cayeron las ventas externas de carne y de automóviles, de petróleo y de minerales, todas cadenas de valor que recibieron algún beneficio.

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La soja no se mueve

El caso de la soja es notable. Las exportaciones de porotos cayeron un 89,4% respecto de las de octubre de un año atrás, equivalente a U$S 477 millones menos. Un retroceso pocas veces visto y más significativo cuando al mismo tiempo se sabe que al 1 de octubre había unas 7 millones de toneladas de porotos en los silobolsas de los productores y otras 5 millones en los acopios de los exportadores, además de 2,7 millones en los galpones de las fábricas de harina y aceite. Es decir, existencias por casi 15 millones de toneladas de poroto.

El cuadro se completa con el crecimiento de las importaciones de los porotos, que en octubre último costaron U$S 177 millones, 150 millones de dólares más que un año atrás. En octubre, el país importó porotos de soja en un nivel un 400% superior al de octubre del año pasado.

Ahora bien, el 1 de octubre, el ministro Guzmán anunció la reducción del nivel de las retenciones en un 10% en el caso del poroto, al pasarlas del 33% al 30%. Este beneficio valía sólo en octubre tanto para las firmas exportadoras que ya tenían los granos comprados de antes como para los productores que quisieran vender sus porotos de soja en ese mes. A partir de noviembre, la reducción de las retenciones se va achicando hasta evaporarse en enero próximo.

Los productores tuvieron otro incentivo: el alza de un 13,7% del valor internacional del poroto durante el mes pasado respecto al que ostentaba un año atrás y a pesar de la pandemia.

Pero esto que pasó con los porotos también se repitió con la harina y los pellets, dos subproductos de la soja, cuyos volúmenes de exportación de octubre se redujeron un 31,3% respecto a un año atrás. Y ello sucedió a pesar de que las industrias sojeras tenían un millón de toneladas en sus depósitos, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).

El 1 de octubre, el ministro Guzmán redujo en un 15% las retenciones para estos productos. Así, la industria –presente en ese anuncio- recibió un premio mayor al otorgado a los productores.

La fuerte caída en las exportaciones de harina y pellets se produjo al mismo tiempo que el precio internacional de estos productos creció un 24,2% en el mes comparado con un año atrás. Al igual que con el poroto, la causa fue la suba de los precios de los contratos a futuro por la mayor demanda de los fondos de inversión por hacerse de ellos ya que comenzaron a apostar a una mejora económica y un incremento de la demanda asiática a partir de otra apuesta: el éxito de la vacunación contra el coronavirus y la remisión de la pandemia.

El único producto vinculado a la soja cuyas exportaciones subieron en octubre fue el aceite crudo, con un alza del 25% interanual. En tanto, no se registraron ventas externas de biodiésel.

Así las cosas, la balanza comercial (exportaciones versus importaciones) de la cadena de valor sojera fue positiva en sólo U$S 1057 millones en octubre, 588 millones de dólares menos que un año atrás. Pesó con fuerza la caída en las toneladas exportadas, que fueron un 39,2% menores (e implicó una caída de ingresos de U$S 438 millones), y las mayores importaciones: las estimaciones de la BCR son que la industria compró casi medio millón de toneladas de soja a Paraguay y Uruguay en octubre, mes en el que disponían de 2,7 millones de toneladas en sus acopios. Según datos del Ministerio de Agricultura, en octubre la industria de la soja molió 3,1 millones de toneladas.

Sin respuesta

Guzmán aseguró el 1 de octubre que las medidas que estaba anunciando destinadas a estimular a los exportadores eran «la hoja de ruta de la recuperación económica» en el camino más general de «tranquilizar la economía», frase de cabecera del titular del Palacio de Hacienda. En aquel momento, la tranquilidad era que ingresaran dólares al mercado de cambios de forma tal de planchar y eventualmente reducir el valor de los dólares alternativos. Sin embargo, no hubo exportaciones ni liquidación de divisas por ventas externas realizadas con anterioridad y hacia fines de octubre se hablaba abiertamente de un golpe de mercado, con el dólar paralelo en torno de $ 200 y los financieros rondando los $ 180.

No sólo el sector sojero decidió esperar a la devaluación. Los frigoríficos vendieron por U$S 103 millones menos que un año antes a pesar de la reducción en cuatro puntos porcentuales (o en un 44%) el nivel de las retenciones sobre las exportaciones de carne, que quedaron en 5%.

Por su parte, los fabricantes de material de transporte terrestre, especialmente autos, exportaron por 163 millones de dólares menos que un año atrás a pesar de la reducción de las retenciones a cero en el caso de las incrementales extra Mercosur. Pero el sector recibió otro beneficio gubernamental ese día: la suba del piso de reintegros a la exportación, al 7% para los bienes finales industriales y del 5% para los insumos. Los reintegros son un beneficio particular que reciben los exportadores y se los considera como una devolución parcial de los tributos que el exportador pagó en el proceso de producción. La consigna detrás de los reintegros es la de “no exportar impuestos”.

Otro sector beneficiado por las medidas del 1 de octubre fue el de las empresas mineras, que recibieron una reducción de las retenciones del 33% al pasar la alícuota del 12 al 8%. Sin embargo, las ventas externas de metales cayeron un 50% en octubre respecto de un año atrás.

¿Una foto del pasado?

En medios vinculados con los sectores exportadores se dijo que estos datos del Indec reflejarían una imagen del pasado, en el sentido de que el comportamiento de los exportadores habría sido diferente en noviembre y habrían sido más enérgicos en sus ventas externas.

Ello quizá sea cierto y de ser así, funcionó como un paliativo para los funcionarios del gobierno nacional que, a lo largo de este mes y medio, mantuvieron reuniones con esos mismos empresarios para desplegar las mesas sectoriales que el gobierno lanzó junto con la reducción de impuestos y el aumento de la devolución de dinero por reintegros.

Además, la convicción de que las empresas cambiaron su negativa a exportar en noviembre también ayudaría a los funcionarios a mirar hacia otro lado y dejar pasar lo que fue un desaire empresario a la política oficial y una apuesta por la devaluación, con su impacto económico y político imposible de calcular.

Datos generales

El indec informó que las exportaciones de octubre sumaron U$S 4616 millones mientras que las importaciones alcanzaron a U$S 4004 millones, con lo que el saldo comercial fue favorable en U$S 612 millones. Las exportaciones fueron un 21,6% menores a las del mismo mes de 2019, registrando la peor caída desde 2015. En cambio, las importaciones retrocedieron sólo un 2,8% respecto a un año atrás, mostrando que las compras desde el exterior vuelan a pesar de la recesión. Según los expertos, se trata de un movimiento especulativo de los importadores que creen que se va a producir una devaluación brusca del peso y que, por lo tanto, se benefician al comprar en el exterior con el actual valor del dólar que con el que tendría después de la hipotética devaluación.

En octubre se completa un año completo con exportaciones con tendencia a la baja. Las importaciones se muestran en sentido contrario: desde abril que muestran una tendencia alcista.