Ya son seis los proyectos de ley que ingresaron al Congreso y apuntan a reducir la jornada laboral vigente. Informes de la OCDE y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indican que las 48 horas semanales, que rigen en la Argentina desde 1929, ubican al país en la cima del ránking regional y mundial. La OIT sugiere avanzar en su reducción.

La CGT introdujo el debate en el acto del 1 de mayo. El propósito, en aquel momento, fue eludir la discusión alrededor del deterioro salarial y las críticas al gobierno al privilegiar una confrontación con el sector empresario y apuntar a la apropiación de la mejora en la productividad, cuyo incremento, desde 2019, fue apropiado en un 83% por el sector patronal según un informe del Centro de Economía Política Argentina CEPA).

El debate ahora ingresó formalmente al Congreso y los proyectos están siendo tratados por la comisión de Trabajo con la invitación de representantes sindicales y patronales  para que expusieran sus opiniones.

Entre los disertantes en la primera jornada, una semana atrás, destacó el rechazo cerrado del vicepresidente de la UIA, Julio Cordero, que se ganó el repudio de los representantes sindicales cuando se preguntó: «¿Está mal trabajar?, ¿estamos en contra del trabajo? ¿Para qué (reducir la jornada de trabajo), para ir afuera a hacer qué?”.

Los proyectos presentados plantean reducir la jornada vigente hasta las 30 horas semanales, los más osados, y a 40 horas los más cautos. En general coinciden en que la reducción no puede generar una merma salarial, pero algunos de ellos contemplan la implementación de horas extras y mecanismos de redistribución de las horas semanales. Esos artículos podrían habilitar el avance de modalidades de flexibilización laboral reclamadas por las patronales como el Banco de Horas que, al establecer techos mensuales o semanales, permiten adaptar las jornadas a las necesidades empresarias. Ese fue uno de los puntos que explícitamente rechazó el titular de la CGT, Héctor Daer, en su exposición del último miércoles: “No se puede cambiar por un Banco de Horas que elimina el riesgo de la inversión empresaria”.

Parte del debate es si la reducción de la jornada laboral abre el camino para la discusión de los convenios y avanzar en criterios de flexibilidad laboral. Uno de los disertantes en la comisión de Trabajo, el exdiputado y actual asesor de la banca del Frente de Izquierda, Néstor Pitrola, recordó que las reformas de la década del ’90 en Europa “tuvieron como origen la necesidad de contar con la anuencia de las direcciones sindicales para garantizar determinadas normas para el ingreso a la Unión Europea. Esas normas incluían austeridad fiscal y flexibilidad laboral”. El dirigente ratificó su apoyo al proyecto presentado por el diputado Nicolás Del Caño que, destacó, “incluye comisiones obreras para garantizar condiciones en la posible reducción de la jornada”.

En paralelo, en Mar del Plata, el titular de la Unión Industrial, Daniel Funes de Rioja, disertó en el Coloquio de IDEA acompañado de otro dirigente de la CGT, Gerardo Martínez. Funes de Rioja, menos frontal que su colega Cordero, aseguró que “hay una gran decisión que tomar y es si se va por el camino de la legislación o por el de los convenios. El país tiene una de las fuerzas sindicales más importantes del mundo. Con ellos podemos hablar”, señaló.

Pero, continuó, “si todo lo resuelven con proyectos legislativos, se complica. Discutimos paritarias y el gobierno te mete un bono. Si nos sentamos con ellos y no dependemos del mesianismo político, en el campo del sector privado se puede hacer”.

Del otro lado, Gerardo Martínez devolvió el gesto. Hizo propias las palabras de “un empresario” que, recordó, reclamó que “el Estado no se meta en las relaciones bilaterales entre trabajo y capital porque cada vez que se mete genera problemas, se transforma en una máquina de impedir y los resultados no son los deseados”. Para Martínez, además, “es algo apresurado. Hay que encontrar un camino en la representación de los sectores de la llamada Mesa de los 6. Allí pondremos sobre la mesa las prioridades. La jornada laboral es importante, pero estamos cerca de la garganta del diablo y en cualquier momento nos vamos barranca abajo. Hay una prioridad superior”.

Daer, en el Congreso, planteó una mayor premura: “La Argentina tiene 48 horas y eso nos tiene que dar un poco de escozor”. Al igual que el titular de la UIA, reconoció que “la adecuación tiene que ir por el camino de los convenios colectivos». Pero, aclaró, «hay que establecer por ley una jornada y plazos para que se articule en los convenios”.

Minutos antes, Néstor Pitrola señaló que “esta reducción de jornada no puede ser la zanahoria para meter una reforma laboral. Barrionuevo ya dijo que la reforma laboral la hacemos gremio por gremio y Milei le dio la razón”. Es que, graficó, “cuando la mitad de los trabajadores tienen salarios debajo de la línea de pobreza, una reducción de la jornada se puede traducir en el doble empleo. Es lo que ocurre con las enfermeras y docentes. La mera reducción puede agravar el pluriempleo. Nuestro concepto es el reparto de las horas de trabajo que debe ir atado a un salario mínimo equivalente a la canasta familiar y a terminar con el trabajo informal».

Héctor Daer decidió responderle directamente: “Acordaba con Néstor hasta que le puso los condicionantes de que un salario cumpla esto y lo otro. Pero si la condicionamos, la ley no sale más”. «

El salario patea para el otro lado

Un informe del Observatorio del Derecho Social de la UCA da cuenta de la evolución del salario de los trabajadores en los últimos 12 años. De allí surge que, mientras la mediana del salario de todos los segmentos retrocedió en términos reales desde 2010 un 31,1%, la retribución por hora lo hizo en un 39,4%. En el sector privado el salario mensual retrocedió un 26,2% mientras que el valor-hora lo hizo en un 34,1%.

Ese solo dato muestra que la caída de los ingresos forzó a un incremento de las horas trabajadas. Por eso el salario mensual cae menos que su valor medido por hora.

Un estudio del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), dirigido por Claudio Lozano, puso el foco en el sobretrabajo. Para el economista «el debate de la reducción debería comenzar por la sobrejornada. Cerca del 30% de la población laboral trabaja más de 45 horas semanales. De esos 5 millones, al menos 2 millones están formalizados. Cumpliendo las 8 horas y manteniendo los niveles salariales estaríamos en condiciones de crear 700 mil puestos de trabajo».