El objetivo era poner enfoco situaciones que colaboren con el ejercicio de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Ana Cacopardo y la cineasta y antropóloga Mariana Arruti querían conmemorar los 40 años de la recuperación de la democracia con un documental en particular. 24 en la lista es una serie de cuatro capítulos que rescata la condena a dos exjefes de la fábrica Ford, Pedro Müller y Héctor Sibilla, y al exgeneral y extitular de Institutos Militares del Ejército Santiago Riveros por el secuestro, las torturas y la detención clandestina de veinticuatro obreros de esa planta automotriz en General Pacheco, durante la última dictadura. La producción se estrena este viernes 24 de marzo a las 20, por Canal Encuentro. Ese mismo día, a continuación del primer episodio, la señal pondrá al aire a las 22 el programa especial Legajos estatales, con las historias de los empleados y empleadas de organismos públicos desaparecidos a partir del golpe de estado de 1976 y la recuperación de esos documentos por parte de sus hijos e hijas en la actualidad.

Sobre 24 en la lista, cuenta Cacopardo: “Este tipo de emisiones tiene el fin de colaborar con la idea que este golpe cívico militar fue una de las cosas más terribles que nos pasó como sociedad, y que no hay que olvidar que todavía tenemos que seguir sanando esas heridas que nos dejó” comenta la periodista que por estos días, además, prepara una nueva temporada de su ya clásico espacio Historias Debidas.

-¿Qué significa para vos estrenar esta nueva serie, sobre los delegados gremiales que fueron señalados en listas elaboradas por la propia empresa y secuestrados en sus puestos de trabajo?

-Es un aporte a ensanchar y abrir la reflexión sobre lo que significó en la Argentina la última dictadura, y poner en valor voces que no fueron tan escuchadas, como la de los obreros y sus familias. Este es un fallo histórico: fue la primera sentencia que acreditó la participación empresarial en crímenes de lesa humanidad y el lugar activo de una compañía privada en la acción represiva del terrorismo de Estado. Hubo torturas en el quincho que funcionaba dentro de la Planta Pacheco de Ford, se hicieron detenciones con las credenciales de la empresa, en hojas con membretes. Son algunas de las evidencias fundamentales que orientaron la sentencia condenatoria después de 42 años. Deja claro cómo el poder económico se asoció al terrorismo de estado, con el objetivo de optimizar ganancias y erradicar el activismo por derechos adquiridos en sus empresas. El juicio, que se dio en 2018, es una muestra de esa modalidad de terror, y cómo las luchas obreras eran importantes. Por suerte estos delegados de base fueron detenidos como presos políticos y sobrevivieron para poder hacer justicia, comprendiendo tardíamente también lo que había pasado, ya que ellos estaban orgullosos de trabajar en la empresa y no entendían cómo y por qué había pasado esto. Esa experiencia traumática no es algo fácil de comprender y en el documental vemos cómo hasta en sus propias familias el proceso de justicia colaboró para ir cerrando ese capítulo, tantos años después. Un diálogo intergeneracional para entender ese horror.

 -¿El lenguaje audiovisual tiene una potencia única para generar empatía con la tragedia?

-Sin dudas. Hay que construir narrativas en torno de juicios y procesos que buscan justicia, para aportar a la comprensión del pasado y del presente. Porque a veces quedan en el archivo o en el cajón de un juzgado, entonces hay que contarlos en los diarios, en libros, o como en este caso, en una serie documental. Esto le da circulación social, nos acerca a lo que pasó, y poder contar sus historias humaniza eso que muchas veces se toma sólo cómo dato más.

-¿Qué más agregarías sobre el impacto de este caso?

-Es un hecho de responsabilidad criminal de parte del empresariado, la parte civil del golpe. Nos pareció relevante y necesario ampliar el conocimiento sobre esta tremenda historia de dolor. Además, queríamos ver cómo sobrevivieron los trabajadores, cómo intentaron rehacer su vida luego de este golpe. Entonces nos pusimos a construir un relato para incorporar en la mirada, a nuevas generaciones e invitar al diálogo. Porque en las familias, que le dedicamos muchas horas de trabajo, mucho de lo que había pasado no se hablaba, había huecos en la historia familiar que a hijos y nietos les costaba comprender. Esta historia es una herramienta para ellos y los espectadores, para entender la dimensión de lo que fue la dictadura en la Argentina.

-¿Se podría hacer este tipo de contenidos en otro canal?

-Hace muchos años que trabajo en Canal Encuentro y  he podido construir y mostrar una mirada propia, contemporánea y pedagógica sobre los derechos humanos, las agendas de género y demás cuestiones importantes. En esta señal se puede hacer con una narrativa potente desde lo visual, con otros tiempos, con contenidos que sean capaces de interpelar a capas amplias de nuestra población, abriendo debates y discusiones sobre el pasado y la comprensión del presente. Esta serie habla del horror de la dictadura, pero habla de las luchas obreras, del sindicalismo de base. Tiene distintas capas

-¿Fue difícil resumir en 4 capítulos estas historias?

-Había muchas aristas por recorrer. Cada uno de los episodios articula ejes distintos, y los hicimos enmarcando en cada capítulo familias distintas, con su singularidad y modos de elaborar el duelo. Pensar que la condena salió en pleno gobierno macrista, donde proliferaba el discurso negacionista.

-¿Este juicio también fue un acto de resistencia por darse en pleno mandato de Macri?

-Claro, por lo que nos esforzamos para que se comprendieran todas las dimensiones que tenía. Por eso también se destaca el rol de las mujeres, porque el juicio se desarrolló en plena época que en las calles la marea verde mostraba toda su potencia política. En este caso el rol de las mujeres es destacado, como si la voz de la calle hubiese entrado por la ventana de tribunales, para poner en valor trayectorias de lucha y activismo. Las mujeres fueron más que las esposas de los trabajadores, fueron testimonios decisivos, porque fueron las que vieron las listas que circulaban entre el personal militar que hacía los operativos.


24 en la lista

Serie documental de 4 capítulos, dirigida por Ana Cacopardo y Mariana Arruti, con contenidos a cargo de Victoria Basualdo. Viernes 24 de marzo a las 20, por Encuentro.