Un director con una película nueva bajo el brazo suele estar obsesionado por el estreno. Esperarlo a cada segundo, hablar sólo del film y darle tiempo a poco y nada más. Rich Moore es exactamente así, pero también –con gran sinceridad– confiesa que por estos días el otro asunto que lo desvela son sus postergadísimas vacaciones. No es para menos. El director dedicó más tres años y medio sin descansos para que Wifi Ralph se haga realidad. El gran estreno en la Argentina será este jueves y muchos esperan con ansiedad esta continuación de Ralph el Demoledor. «Es un trabajo que, si no es tu verdadera vocación, resulta casi imposible de hacer. Requiere dedicación total, ser muy metódico y minucioso, y encontrar la manera perfecta de comunicar. Son muchos detalles a tener en cuenta y nada puede quedar librado al azar», explica el director en diálogo con Tiempo.

De paso por Buenos Aires para promocionar la película, Moore detalla lo que es para él estar al mando de un proyecto de estas dimensiones. «Es mucho trabajo, todo lleva mucho tiempo en una película como esta. Hay que ser paciente. Wifi Ralph nos demandó más de tres años y medio. Pero incluso algunas películas animadas pueden llevar entre cinco y siete, dependiendo de diferentes factores. El sentimiento después de haberla terminado siempre resulta ambiguo: es como cuando uno decide subir una montaña. Al principio es todo ganas, el ascenso es un desafío, luego en el medio del camino se siente el esfuerzo, siempre es durísimo, te sentís muy cansado y parece muy complicado. Pero una vez que llegás a la cima mirás para abajo y la sensación es impagable. Bueno algo así se siente siempre que se termina este tipo de películas. Es algo para estar orgulloso y soy afortunado de poder emprender este tipo de tareas, con equipos de trabajo tan grandes», revela el director. Unas 550 personas estuvieron involucradas en el proceso de realización del film, entre artistas y técnicos, bajo su exhaustiva tutela.

Después de terminar Ralph el Demoledor, Moore se dedicó a Zootopia (que obtuvo el premio Oscar a mejor película de animación en 2016) y, sin parar, se puso a trabajar nuevamente con Phil Johnston para la segunda película de Ralph, el enorme y torpe chico de los videojuegos y su mejor amiga, Vanellope von Schweetz. Esta vez ellos se deberán enfrentar a un problema diferente: luego de que una niña rompa el volante de su juego favorito, se aventurarán a las complejas aguas de Internet, un mundo expansivo e inexplorado que conllevará múltiples peligros que hasta podrán poner en juego esa amistad tan valiosa.

Las voces principales corresponden a los actores John C. Reilly (Chicago, Magnolia, El aviador) y Sarah Silverman (Saturday Night Live, The Sarah Silverman Program, Crashing). Moore destaca las particularidades de la grabación: «A John C. Reilly le gusta grabar con los otros actores delante, algo no tan usual en este género. La mayoría de sus colegas que trabajan en animación prefieren grabar sus voces solos, pero John siente que actúa mejor si lo hace en función de la reacción de otra persona. Le gusta improvisar, así que él y Sarah Silverman siempre grabaron juntos. Tienen una química grandiosa, y eso realmente se transmite en sus interpretaciones. Ralph y Vanellope heredaron esa química».

No es sencillo aspirar a audiencias globales y Moore lo tiene claro. La clave, desde su punto de vista, está en contar una historia, transmitir ideas, pero sin resultar reiterativo o sentencioso. Que a una o más películas les vaya bien, explica el director, no da derecho a perderle el respeto intelectual al público. «No es nuestro trabajo dar lecciones morales a la gente, sino apelar a los sentimientos, apuntar al corazón, compartir cosas que pueden pasar en cualquier contexto –destaca Moore–. Nuestro deber es narrar, contar una historia, basada en cosas de la vida. Compartir visiones de distintas situaciones que pueden aparecer en lo cotidiano de cualquier persona, y que quizás sirvan para repensar algo y hacer que las cosas sean más fáciles de sobrellevar».

El director agrega sobre su nueva película: «Ralph y Vanellope son personajes imperfectos. Pero debido a sus fallas resultan mucho más queribles y la gente se identifica. Su amistad es tan auténtica, la química entre ellos es tan cautivadora que creo que todos estábamos ansiosos por saber más sobre sus vidas. Creo que con esta historia logramos analizar el presente y la manera de vivir de hoy con la historia de estos dos amigos».

Moore subraya que el paso previo a Wifi Ralph resultó fundamental para este presente. «Zootopia fue un punto de inflexión porque fuimos mucho más profundo que en otros proyectos. En Zootopia hablamos básicamente del racismo. Con el eufemismo de mostrarlo entre animales, pero fuimos muy claros al respecto. En ese momento no sabía cómo lo iba a tomar el público, pero decidimos arriesgarnos y las respuestas fueron muy positivas. Parecía existir un hambre latente por este tipo de temáticas de índole social y cotidiana. Todo esto hizo que Wifi Ralph sea un desafío todavía mayor: teníamos que ir más a lo profundo. Habíamos pensado hacer la segunda parte de Ralph antes de Zootopia, pero luego de su éxito tuvimos que repensar cómo encarar lo que queríamos contar. No me podía relajar, teníamos que ver qué podíamos hacer para seguir evolucionando», destaca Moore, que también dirigió episodios de Los Simpson, Futurama y The Critic.

Seis años después de Ralph el demoledor, el director sabía que tenía que encontrar la manera de darle otro significado a la historia: «En los últimos años, la tecnología ha avanzado mucho, y queríamos que eso se mantuviera en esta segunda parte, ya que estamos lidiando con el mundo de Internet. No sólo es grande, también está lleno de personajes y lugares a los que ir. Esta es la película animada más compleja que hayamos hecho en cuanto a lugares, personajes, diseños cargados y recursos».

La película también habla de las relaciones que pueden volverse tóxicas. «Hay momentos en la vida en los que uno puede llegar a pensar erróneamente que lo que amamos nos pertenece y sólo prestamos atención a lo que nos brindan sin importar si hacemos algo por ellos. Esta es una película que también habla de que se pueden tener diferentes ideas y opiniones, y también se puede seguir manteniendo una relación sin estar de acuerdo en todo. En el mundo de hoy, donde hay tantas divisiones, eso es importante. Creo que es un recordatorio valioso. Hay que dejar atrás las inseguridades».

Esta es la primera secuela de Walt Disney Animation Studios que fue creada por el mismo equipo de guión y dirección de la película original. «Creamos un equipo de trabajo para poder dar contenido a lo que las audiencias piden. En mi país, hace tiempo, había un estigma que aseguraba que las películas animadas eran sólo para chicos. Siempre creí que podían ser para todos. Son coloridas y graciosas y quizás atraen a chicos por estas y otras características que definen al género. Pero con la animación podés llegar a todas las edades. Son una oportunidad para trabajar con tópicos que no son tan fáciles de tocar en una ficción actuada por personas porque muchas veces  se generan polémicas y se pierde el foco. La animación tiene la habilidad de tomar temas dificultosos y ponerlos en una forma más digerible para el gran público. Es una gran herramienta. Por alguna razón que desconozco y no tiene explicación, una manera empática de llegar», concluye Moore.  «