Casi sin que lo advirtieran, un proyecto que empezó como simple diversión entre amigos fue creciendo. Sin ponerse límites, dejando que la amplia paleta de influencias que comparten opere de manera natural, los integrantes de El Kuelgue probaron distintas experimentaciones hasta llegar a fusionar, con éxito y sin esfuerzo aparente, ritmos latinos, improvisación y unas letras tan oníricas como desopilantes. Recientemente lanzaron Cuentito, su quinto material de estudio que mezcla pop, chacarera, bolero y candombe en ocho canciones-relatos, un trabajo moldeado por la pandemia y que a fin de mes presentan en el Movistar Arena. “Por las características de lo que se estaba viviendo, se dio una manera de componer distinta”, cuenta Julián Kartun. “Por el tema de la cuarentena, se fue haciendo un collage. Fue un laburo grupal, pero armado muy de a pedacitos. No podíamos juntarnos todos, entonces me reunía con uno y le dábamos forma a algo para pasarlo, y así surgió un trabajo orgánico”, redondea el vocalista del grupo, que se completa con Santiago Martínez en voz y teclado, Juan Martín Mojoli en bajo, Nicolás Morone en guitarra, Pablo Vidal en saxo y Tomás Baillie en batería.

En ese quehacer de Cuentito en un contexto inusitado, surgieron hallazgos. “En el tema ‘Altos vuelos’ me imaginé cantando a Irene Atienza, que vive en España, y me mandó las voces desde allá. O un amigo chileno, que nos grabó un acordeón para otro tema. Lo mismo pasó con el bolero ‘La mirada’, con Julieta Venegas, que pensamos que era muy para ella”, agrega Kartun. Sobre esa fusión ecléctica que caracteriza a El Kuelgue, el músico y actor dice que la banda está muy a gusto con esa marca personal: “es un estilo que nos acompaña desde que arrancamos, hace más de quince años, y cada vez estamos más sólidos. Todo es más profesional, tenemos todo un equipo alrededor, pero tratamos de que ese estilo se mantenga, de no perder ese espíritu”. El Kuelgue venía sacando sencillos, canciones sueltas, algún video, pero no hay nada como volver al escenario. “Tocar en Capital, en un lugar grande, siempre está bueno, y apostamos todo para que salga lo mejor posible. Fue mucho tiempo sin subir al escenario y volver al ruedo es algo que todos esperábamos”, cuenta Kartun y agrega que también habrá fechas por distintas provincias e incluso, Montevideo.

Además del nuevo material, en el show del Movistar Arena estarán las canciones infaltables que el público espera, aunque -aclara Julián- “siempre queremos innovar, que un show nunca sea igual a otro. Hay una puesta en escena nueva, con luces y audiovisuales, cambios de matices. Hay momentos que son bastante arriba, otros más tranqui, y otros donde seguramente parezca que estamos en un living”, adelanta sobre el recital.

Las canciones de este álbum son bien representativas del sonido de la banda. “Casi sin darnos cuenta, nos salió un disco de mitología portátil. Son diferentes historias y, al fin y al cabo, los relatos que atesoramos, los recuerdos, son siempre recortes que volvemos un mito personal. Por eso nos gustó Cuentito como nombre”, explica Kartun. “Uno comparte lo que le divierte, no trata de hacer algo para llevar al otro a algún lado. Cuando nos divertimos en escena se produce la magia. Uno calcula que el que escucha, el que está ahí, se suma a eso que está pasando y disfruta también, pero en realidad no lo sabes, y no lo pensamos. Pero por suerte fue creciendo el público y eso nos pone contentos”, reflexiona el vocalista.

En cuanto a la propuesta especial de El Kuelgue, el músico y actor reconoce que la conexión con la gente, esos que ahora son su público, se dio de manera orgánica y paulatina. “No es algo buscado desde la génesis del proyecto. La ventaja que tenemos es que, al manejarnos constantemente entre diferentes estilos, podemos convivir en festivales con bandas de distintos géneros, ondas, llegando a muchos que quizá no nos hubiesen dado bola. Las influencias son variadas en nosotros, por lo que nos adaptamos mucho y fácil”, aclara Kartun. Internet, cree, fue de gran ayuda. “Estuvo bueno no depender de una discográfica o de una estructura para poder mostrarnos. La red es un medio de difusión tan democrático, te deja tan cerca de un crisol de artistas, que inevitablemente amplía la cabeza del usuario. La pandemia nos hizo dar cuenta de cómo funcionan muchas cosas”, agrega.

En ese sentido, Julián supo aprovechar el aislamiento de manera positiva. “El disco me ayudó a tener la cabeza enfocada. Pero también vi muchas películas, leí, escuché música, cociné, anotaba ideas o lo que sea. La verdad, me organicé para no comerme la cabeza y no ver los noticieros. Es lo que no hay que hacer, infectarse de información tendenciosa, que sin dudas es perjudicial”, reflexiona Kartun sobre las estrategias de supervivencia y lo que la pandemia dejó: “En ese sentido, el arte es un refugio. Pero uno pasa por muchos momentos: de la angustia a la lucidez, del miedo a la hiperactividad. Sin embargo, siempre tratando de estar bien, divertirse, y en eso estamos”. «



¿Cuándo?

El Kuelge presenta Cuentito, su nuevo disco. Sábado 27 de noviembre a las 21 en el Movistar Arena, Humboldt 450.


Los distintos lenguajes y el valor de la curiosidad
La pluralidad para expresarse es algo que le sienta muy bien a Julián Kartun. Más allá de su estirpe teatral (es hijo del dramaturgo y director Mauricio Kartun), se hizo popular en proyectos televisivos como Cualca y otros envíos como Guiso de confianza, a través de UN3 Tv. Su personaje Caro Pardíaco paseó por las pantallas y también tuvo su stand up, ese rubro que marcó a la generación de actores a la que Kartún pertenece.
Activo en las tablas hasta la pandemia, hoy tiene en mente reponer Noche de fresas, la comedia que, hasta el aislamiento, puso en escena junto a Julián Lucero, Félix Buenaventura y su coequiper de El Kuelgue, Santi Martínez. “Si bien son lenguajes diferentes, no me parecen lejanos: hacer cine o teatro, tocar con la banda, hacer radio, pueden congeniar. La idea es divertirse”. En el Kuelgue, Julián encuentra la mixtura perfecta entre muchas de esas variantes: “Hay que ser curioso y nunca quedarse quieto.»