Canticuénticos se instaló en el universo de los chicos gracias a canciones poderosas que repiten maestras entusiasmadas en los jardines de infantes y chicos que replican en Youtube a razón de 50 mil visitas por día. La banda de música de origen santafesino logró instalar en el público infantil chamamé, chacareras y palabras en guaraní propias del folklore argentino, partiendo de una idea: que los chicos están libres de prejuicios y que son los adultos los que clasifican los géneros musicales y consideran que algunas canciones “son para grandes”.

Para diferenciarse de estos preconceptos, Canticuénticos tiene varios hits como “Cumbia del monstruo”, “Quiero para mí”, “El mamboretá”, “Noni noni”, “Bate con la cucharita”, “Nada en su lugar” y “Viene para acá”. “La idea de Canticuénticos tiene que ver con mostrarles a los chicos (y grandes) que la música folklórica es rica, habla como nosotros hablamos, puede ser divertida, puede emocionar, y de esa manera nos aseguramos que nuestros amiguitos crezcan y puedan encontrar en las manifestaciones culturales autóctonas un canal de comunicación genuino y auténtico”, cuenta Daniel Bianchi, el guitarrista del grupo.

Canticuénticos se formó en el encuentro entre Ruth Hillar, compositora y cantante, junto a Daniela Ranallo, otra de las cantantes. Luego, se sumaron Nahuel Ramayo (batería y percusión), Gonzalo Carmelé (bajo y contrabajo), Laura Ibáñez (voz) y Bianchi. En poco tiempo, encontraron un estilo y una estética en común y ahí iniciaron la aventura de llevar su música a los chicos. “Es un camino muy largo, y nos pone muy contentos escuchar a los chicos cantar un chamamé con palabras en guaraní, o un huayno. Muchos padres nos cuentan que comparten nuestra idea, y que encontraron en nuestra propuesta un camino para lograr este acercamiento de los niños a nuestras manifestaciones culturales, y eso nos pone muy felices. Los chicos están libres de los prejuicios que tenemos los adultos, y de esa idea de encarpetar la música por géneros. Para ellos, la música es música. En la adolescencia ya se instala ese concepto, y es muy propio de los jóvenes de esa edad escucharles decir que ‘el folklore es aburrido’ o ‘es música para gente grande’. Muchas veces el desconocimiento se disfraza de otros fantasmas que tienen que ver con una supuesta libertad de elección, que muchas veces no es tal, ya que hay maquinarias comerciales que involucran a los grandes medios de comunicación para torcer la elección, y esconden a determinados tipos de música, en este caso el folklore”, plantea Bianchi. En tanto Hillar agrega: «Es hermoso, al componer, tratar de salirse de uno mismo y pensar como recibirán esa canción chicos y grandes de la bella y colorida ronda de seres humanos».

Ya hace un tiempo que los Canticuénticos empiezan a ver los resultados de su trabajo. Por ejemplo, sus shows son una fiesta en la que participan todos. Dice Bianchi: “Que la familia entera participe es uno de los objetivos que nos pusimos como grupo. Es hermoso ver cómo, alrededor de nuestras canciones, se va formando esa complicidad entre los chicos y los adultos, producto de poder compartir una canción o un juego. Los chicos disfrutan mucho sabiendo que sus papás comparten algo de sus mundos.” «