«Asistieron 2.600 personas cada una de las cuales pagó 7.000 $ para entrar. Valió la pena? Rotundamente no. Participamos de un espectáculo decadente (Conste digo espectáculo y no concierto) en el cual García empleó más su cotizado tiempo en hacer híbridas cabriolas sobre el escenario que en usar sus teclados». Esa fue parte de la crítica que Patricia Perea escribió para El Expreso Imaginario sobre el concierto de Serú Girán en el Club Municipal de Alta Córdoba. Era el 16 de noviembre de 1979 y, como era de prever, Charly no se quedó callado. Casi dos años después el grupo sacaría el disco “Peperina” con su tema homónimo. El domingo, en su Córdoba natal, esa “chica que vivió la gloria de ser parte del rock tomando té de Peperina”, murió a los 56 años.

«Por mucho tiempo quedé estigmatizada en el personaje Peperina”, señaló Perea hace un año en una entrevista con el diario La Voz del Interior. Agregó: “Hubo personas que se sintieron muy heridas con esa crítica, con el hecho de que una adolescente les dijera la verdad. No les gustó, además, que no quisiera prenderme en la de ellos. Tuve ofertas para meterme en sus historias, pero yo sabía que no iba a terminar bien».   

El peso de la figura que empezaba a ser mítica para la música popular argentina, y el estigma de su contenido, la llevaron a un sufrimiento que intento olvidar ingresando en la facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba, donde se recibió de Licenciada. Pero incluso ahí la identificaban (no pocas veces con burla) a Peperina: «La música de Charly sonaba en todos lados, no sólo la escuchaban los rockeros. Era genial su música, eso no se discute. Se pueden discutir otras cosas».

Las cosas se pusieron peor cuando su supuesta historia fue llevada al cine por Raúl De La Torre en 1995, con Andrea Del Boca de protagonista. No quiso quedarse de brazos cruzados. Editó el libro “Peperina por Peperina” en 1995 (“A Charly le mandé uno, dijo que le gustó”), pero no vendió como esperaba: “La verdadera historia no sé si interesaba tanto”. Luego sacó un libro de poemas, y lo último fue el año pasado, cuando escribió “Peperina II. Gourmet lacaniano”. 

“Voy a tocar un tema de un rock and roll de una chica que le gustaba ir a habitaciones de moteles, a ver si le daban algo, y cuando no le daban, se enojaba y decía: ay estos chicos qué mal que tocan”, relató Charly antes de comenzar a cantar el tema en su recital de 1983 en el Luna Park, cuando presentaba Clics Modernos. Las heridas nunca cerraron para Patricia que, en edad de secundaria, fue de las primeras mujeres cordobesas en escribir sobre rock durante la última dictadura cívico–militar. “En Buenos Aires, me internaron un mes. Vine al Neuro, me recuperé con medicación», relató a La Voz. 

De chica debió afrontar la separación de sus padres y cursó la primaria en un colegio de monjas progresistas que andaban en bicicleta y usaban polleras cortas, según recordó. Su primer recital fue PorSuiGieco, donde entabló relación con Pipo Lernoud, que la acercó a la posibilidad de hacer corresponsalías para El Expreso desde Córdoba. El público ajeno a su historia, sin embargo y a su pesar, la recordó más por su “típicamente mente pueblerina” o porque “dentro de su cuenta ella era cenicienta, su príncipe era un hippie de los años sesenta”. 

Perea admitió haber salido “varias veces con Grinbank”, el representante de aquél entonces del grupo. Y recordó aquél show de 1979: «Vi a Serú en Capital. Charly dio un show tranquilo, sin bardo, tocó afinado. Acá venía a chicanearnos, tenía esa cosa petulante. Se sacó la camisa por la bragueta y la movía como si fuera un pene. Fue el antecedente de cuando se bajó los pantalones». A Charly lo volvió a cruzar en Atenas, cuando Serú presentó justamente el disco Peperina. “Estaba Daniel Grinbank y a cada estrofa que iba cantando, yo le respondía que eso no era así”, contó. Ese mismo año se alejó del rock, desilusionada, sobre todo por el maltrato al género. «Eran contradictorios, cantaban canciones de amor, pero no respetaban a la mujer. En el fondo, Peperina es una canción de un machista despechado», afirmó el año pasado, cuando admitía seguir llevando esa “cruz” que la acompañó toda su vida: “Hay gente que imagina que soy lo que dice la película o la canción y nada que ver».