Para Nadia Larcher, la cantante nacida en Andalgalá, la obra de García tiene una presencia excluyente en su vida. Criada en una casa marcada por la música, la artista catamarqueña considera que la producción del rockero de bigote bicolor es parte ya del sonido popular. “No importa la época, siempre es un espacio de asombro escuchar a Charly. Y sobre todo, una fuente de inspiración, un río inagotable”, dice la cantora.

Esta noche, Larcher dará un show con la agrupación Don Olimpo en la sala Rondeman Abasto, en una fecha que marca su regreso a los escenarios después de más de un año y medio sin conciertos presenciales. Entre ensayos y el armado del espectáculo, la cantante que fusiona folklore con diversas expresiones de la música se explaya sobre lo que significa la obra del gran compositor argentino, que mañana celebra sus 70 años. 

–Pensando en su vínculo con artistas como Mercedes Sosa: ¿cuál crees que es la relación de Charly García con la música autóctona?

–Es conmovedor, para nosotros, tener este tipo de referencias (como también lo son, con una poética totalmente diferente, “El Flaco” Spinetta o Atahualpa Yupanqui). Poder disfrutar de una unión de talentos siempre es un privilegio para los que prestan atención. Por eso creo que es muy emocionante el vínculo creado entre Charly y Mercedes Sosa. Me parece que va más allá del folklore. Cuando García comenzó en el ámbito de la música autóctona lo acusaban de extranjerizante, pero el hecho pasa más por cómo se atraían esos talentos.

–¿Cuál crees que era esa atracción?

–A Charly le interesaba esa voz, y a Mercedes, el sonido de García. Hubo un imán del cual no pudieron escapar, sin dudas. Había algo de sus potencias que los unió a los dos, de manera insospechada, que desde una mirada externa quizá no se pueda entender. La contemporaneidad de ellos dos me hace pensar que su forma de vincularse fue una manera de decir: “estamos aquí y nos necesitamos para potenciarnos”.  Hay una riqueza en ese tiempo y espacio que compartieron. Estar con otros y otras es algo que te abre la posibilidad de una obra que no tendrías solo o sola. Y eso lo sabían los dos. La unión de García y Mercedes fue una decisión, una política de trabajo.

–¿Cuál te parece el trabajo más representativo de esa unión?

–Alta fidelidad para mí es uno de los discos más bellos que puedan existir. Sin lugar a dudas, hay una nueva Mercedes Sosa ahí, una voz diferente, una artista diferente, modificada por el aporte de otro. Y eso otro, Charly, a su vez toma también otra dimensión por el aporte de Mercedes a su obra. Cambian la melodía, las estructuras y es algo nuevo. Es un disco épico en la historia de nuestra música. Es un lugar para consultar, sobre todo cuando nos ponemos a discutir géneros o sistematizaciones que anulan, más que posibilitar, la expresión o la riqueza de la música de nuestra región. Al escucharlo te das cuenta de que las divisiones son algo externo, impuesto. La voz del folklore asume la obra del emblema del rock nacional sin miedo, con convicción. Deja que la transforme y da nueva vida a esa obra: ese diálogo es contundente. Es un manifiesto de la música popular argentina. Es el disco que pone en su punto más alto el aporte de Charly a la cultura popular. Un maridaje de dos mundos totalmente diferentes, que por la belleza de las canciones hace que explote, para ampliar y expandir los sonidos. La hermandad que lograron García y Mercedes Sosa fue una bendición.

–¿Qué demostró García con ese gesto?

–Charly demostró ser uno de los pensadores y poetas más interesante de la música argentina, más allá de las impresionantes armonías y melodías. Y muchos lograron aceptarlo por la bendición de Mercedes Sosa.