“En el naufragio una canción cruza el asombro, para abrazarte una vez más después de todo”. Las palabras y la esperanza hacen al estribillo de “Distinto”, el tema que abre Después de todo, el flamante disco de Teresa Parodi. La cantautora no solo no pudo escapar a las nuevas experiencias y resignificaciones que la pandemia impuso, sino que fue más allá y las convirtió en materia prima: “El creador no es alguien que está separado, mirando a lo lejos mientras espera la magia de la inspiración”, reflexiona. “Es alguien que está vivo, latiendo con su pueblo, con su entorno, su comunidad, sintiendo las mismas cosas, necesidades y emociones”, agrega.

Aunque la grabación del disco ya estaba en agenda, el aislamiento forjó el espíritu del álbum de manera definitiva. Y así fue como esas horas de encierro en su departamento de Buenos Aires, la ciudad en la que vive desde hace décadas, provocaron en la artista correntina una verdadera epifanía creativa.    

Después de todo es un disco suave, donde se percibe claramente el espíritu del agua y del barro del Litoral, y que a la vez propone un sonido actual, moderno. ¿La inspiración surgió cien por ciento en pandemia?

–En realidad, el disco ya estaba planeado. Pero todos los creadores tenemos etapas en las que somos grandes receptores de emociones, de sensaciones muy intensas. Yo había empezado, en enero del año pasado, a sentir la necesidad de escribir. Ya tenía tirados sobre el papel algunas palabras y sonidos, y vino el aislamiento. Ahí sentí el asombro, el miedo, una parálisis muy grande: que la humanidad estaba al borde de un abismo de dimensiones increíbles en las que no se veía al otro lado. ¿Y qué había al otro lado? Miles de preguntas y la necesidad de recuperar, encerrada en un departamento en Buenos Aires donde solo veo el cielo y el sol por la ventana, la vida de los demás en los balcones o una flor a lo lejos, el son de mi tierra, la música, el brillo del agua, de la selva, de las nubes… Todas las sonoridades de mi paisaje cultural. Era una manera de volver a aferrarme a eso, a que eso está vivo, a que eso va a volver.       

Parodi pone un énfasis casi teatral en las palabras: esa esperanza del regreso se siente en el ímpetu con el que lo cuenta: “Se armó un disco de emociones muy fuertes y que al mismo tiempo es como un remanso. Recuerdos hermosos y contradictorios, porque hablo de la gente que se inclina para trabajar la tierra ajena y que sigue siendo marginada, y de cómo esta música tremendamente poderosa empuja al pueblo a seguir, a levantarse del piso”.

Foto: Cecilia Salas

–Justamente a los personajes de tus canciones, como el hachero, los solés pintar con entereza y entrega a su quehacer, aun en condiciones de explotación. ¿La naturaleza puede despertar ese sentimiento de gratitud hacia la vida?

–Yo siento que en la gente de mi pueblo (me refiero a toda la comunidad del Litoral argentino) hay un vínculo poderoso con la naturaleza. El paisaje de estas zonas no se puede contemplar de lejos: vos estás metido, sos parte del paisaje. Lo único que podés mirar un poco de lejos son las Cataratas, pero el agua te salpica. Esa relación es muy fuerte, pero creo que en todas las regiones culturales el paisaje es importante y condiciona la manera de comunicar. En la ciudad tenemos cemento, casas apiladas y miles, miles de ventanas. Yo creo que este disco inclusive tiene canciones urbanas: por eso cuando terminé de escribir toda esa ebullición de mi tierra, volví a la consciencia de que estoy encerrada en un departamento, como pasa en “Distinto”, “El amor volverá” y “Botella en el mar”, que dice “aquí en la ciudad infinita de espaldas al río, me duele la flor”.

–La producción del disco también fue condicionada por la pandemia y sin embargo cuenta con muchas colaboraciones…

–Sí, entre ellas, Manu Sija fue central. Lo busqué porque es multiinstrumentista y un artista de una enorme sensibilidad, capaz de interpretar lo que yo le pedía para las canciones. ¡Y lo hicimos todo por WhatsApp y por Zoom! Yo le decía lo que quería, él me devolvía lo que había hecho y nos encontrábamos virtualmente para ajustar cómo quedaba… Manu grabó laúd árabe, cello, violín, bajo con arco, armónica, guitarra: ¡de todo! Junto con los músicos que me acompañan a mí, en la grabación se armó ese sonido que, en algunas canciones, comparte arreglos de Manu y también de Juan Manuel Colombo, que es el guitarrista con el que vengo trabajando y también un músico exquisito. Facundo Guevara, con la percusión, va creando el paisaje con los sonidos. Y también me di el gusto de invitar a gente joven como el Trío CheChelos y de tocar con mis nietos. Matías Cella fue imprescindible desde la producción artística. Grabamos en vivo en cuatro días, ensayamos un poco y entramos al estudio, con un protocolo cuidadísimo. La querida Cecilia Todd me mandó su colaboración desde Venezuela para el tema «El amor volverá». Tuvimos suerte porque después llegó la segunda ola.


Huellas en el camino

Teresa Parodi construyó una carrera en la que no solo se destacan su talento y presencia escénica como cantante sino también su compromiso político. En ese sentido, su despegue artístico coincidió con el retorno de la democracia y todo lo que significó en el ámbito de la cultura, y tuvo su punto cúlmine cuando fue designada como ministra de Cultura de la Nación, cargo que ocupó entre 2014 y 2015. Junto con Mercedes Sosa, la autora de “Pedro canoero” es una de las artistas femeninas más representativas del arte popular y del fol klore en particular.

–Muchas folkloristas son respetadas casi como matriarcas. En esta época de reivindicaciones, ¿cómo era y cómo es hoy ese lugar para sus colegas?

–Las mujeres tenemos un gran protagonismo. La canción de la tierra tiene voz de mujer. El canto latinoamericano en general, cuando se trata de su ligazón con la tierra y de la memoria musical de las comunidades, es femenino. Creo que la voz más contundente es la de Mercedes (Sosa), que ha atravesado el continente y es sin dudas la gran referente. El canto de cuna, el canto de origen es generalmente de las mujeres, y ahí hay un rol. Y al mismo tiempo a las mujeres nos cuesta mucho ocupar espacios y que se considere que lo que hacemos es un oficio, un trabajo, sobre todo cuando una tiene hijos. Está el prejuicio de que “andás cantando por ahí, descuidando la casa”. Me acuerdo de mi mamá: ella amaba lo que yo hacía, pero cuando yo viajaba por trabajo, ella venía de visita a mi casa de Buenos Aires y cuando hablaba con mi hermana le decía: «Los chicos tremendos y la madre cantando» (risas). ¡No decía «la madre trabajando»! Es un tema cultural que no se ha erradicado. Imaginate, además, en mi caso, autora y compositora… No hay muchas mujeres componiendo estas músicas…

–¿Alguna vez te sentiste destratada por colegas varones? –Siempre fui recibida con cariño, convocada y respetada. Pero la lucha es a brazo partido. También hubo grandes nombres, es decir, antecesoras. ¿Si no cómo sostenés lo que hacés, si la sociedad está condenando ese trabajo? Lo sostenés porque hubo otras, antes, que pudieron. Hoy tenemos hasta una Ley de cupo femenino y acceso a artistas mujeres a eventos musicales, después de muchas luchas para que se respete el rol y la participación de la mujer en la música, porque éramos dejadas de lado de entrada. Creo que en algún momento, culturalmente, no va a ser necesario discutir esto, porque hemos ido ocupando lugares y los vamos a seguir ocupando merecidamente por el trabajo que hagamos.

–¿Cómo evaluás tu experiencia en la esfera pública?

–La gestión cultural me gusta. Fui directora general de Música de la Ciudad de Buenos Aires, luego dirigí el espacio cultural Nuestros hijos, de las Madres de Plaza de Mayo. Pero el mayor honor fue que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner me convocara para organizar el primer ministerio pensado para la cultura: un proyecto político que fue el corolario de las políticas culturales del kirchnerismo, y que no es casual que el gobierno anterior lo haya ubicado luego como secretaría, ni tampoco que este gobierno le haya dado nuevamente el rol de ministerio. Trabajé con un equipo de gente joven maravillosa, que dejó todo: las ganas, el entusiasmo, la felicidad de estar construyendo ese proyecto. Toda esa labor se terminó de asentar unos meses antes de que nos vayamos: dejamos todo listo para que otro gobierno lo continuara. Después, pasó lo que pasó. «


Después de todo. Teresa Parodi

1. Distinto

2. Pinandi (pies descalzos)

3. Milonguita compañera

4. Musicagua

5. La Palmira va

6. Coplas de Don Aledo

7. Oración de lluvia

8. Canoíta pescadora

9. Botella en el mar

10. El amor volverá

Todos los temas de Teresa Parodi. Salvo “Coplas de Don Aledo”, textos de Aledo Meloni y música de Parodi.


Pandemia, cultura e industria

Parodi se conmueve al hablar del coronavirus como una «bomba invisible” que nos vino a cambiar todo: “Se muere gente que no tenía comorbilidades, ¡fijate vos cuándo íbamos a usar nosotros esa palabra!”. Preocupada por las diferencias que suscitan las políticas públicas en relación con las medidas de prevención o la campaña de vacunación, la exministra celebra que, con respecto a la cultura y el espectáculo, “hay un Estado que está presente para que se sensibilicen esos otros circuitos maravillosos que genera el pueblo por sí mismo, más allá del mercado, recreando y creando su espíritu. Porque convengamos que la cultura no es solamente el arte, sino que es todo: un proceso político es cultural o no es nada”.

Consciente de la gran dificultad que viene atravesando la industria del espectáculo, la artista también reconoce que en la actualidad “la situación es muy difícil, aunque lentamente se están haciendo cosas”.



Signos y cultura popular

Luego de la incertidumbre con respecto a la reapertura de salas y la presencialidad, finalmente este mes Teresa Parodi comenzó a presentar en el Centro Cultural Kirchner, junto con Juan Falú y Liliana Herrero, Mojones, signos y memorias de la patria, una serie de conciertos que conjugan textos y canciones inspirados en los eventos que marcaron la memoria popular de nuestro país. Pero no fue la espera lo que determinó especialmente este estreno, sino sobre todo la muerte de Horacio González, quien junto con Parodi, Falú y Herrero impulsó y pensó el proyecto. “Trabajamos todo el verano en la casa de Liliana y Horacio. Con ellos y con Juan nos poníamos en una mesa enorme, con distancia, barbijo, todos los cuidados. Lo terminamos justo antes de que venga la segunda ola y que pasara lo de Horacio, que es algo que tanto nos cuesta superar”, comenta con pesar la cantante. Mojones… tendrá su última presentación hoy a las 18 horas. Se puede asistir de forma gratuita, previa reserva.