El 30 de diciembre de 2020, después de muchas horas sin dormir y con la emoción a flor de piel, asistimos a uno de los momentos más emblemáticos de nuestra historia reciente. El aborto legal, seguro y gratuito se convertía en Ley y con ello, se confirmaba lo que gritamos en las calles durante décadas: clandestinas nunca más. En esta jornada que nunca olvidaremos, el privilegio al que accedían unas pocas se volvió un derecho de todas y una conquista colectiva.

Pensar en el aborto legal en nuestro país nos convoca a hacer foco en algunas particularidades que tuvo la lucha por alcanzarlo, un proceso único en su especie. Una de las principales características de este camino es el modo en que se construyeron los consensos necesarios para alcanzar su aprobación.

Mujeres, varones y LGBTI+ de todas las fuerzas políticas nos encontramos en nuestras convicciones y construimos sólidos vínculos de confianza con un objetivo común, mucho más fuerte que nuestras diferencias. Allí reside, en definitiva, una de las razones fundamentales del triunfo. La lógica de construcción política que proponemos los feminismos nos permitió conquistar un derecho fundamental, y será de esa misma manera que daremos las batallas que haya que dar para que todas podamos ejercerlo en iguales condiciones.

El aborto legal en Argentina se logró porque supimos construir una marea imparable que convirtió una demanda social en agenda política. La solidez y transversalidad del movimiento de mujeres, la organización de las compañeras que forman parte de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, y el aporte de cada persona que hizo de esta lucha colectiva su propia lucha personal, se encontraron con un gobierno decidido a ampliar derechos, que cumplió con la palabra empeñada y acompañó en todo momento el proceso hacia la sanción de la Ley.

En el abrazo del 30 de diciembre de 2020 nos encontramos todas. Las pioneras y las pibas. Las del Frente de Todos y las de otras fuerzas políticas. Las privilegiadas y las que no habían podido acceder jamás al sistema de salud pública para garantizar su derecho a la vida. Y también en ese abrazo nos unimos por las que ya no están, por las que quedaron en el camino, abandonadas a su suerte.

Con el aborto legal conquistamos mucho más que una ley. Confirmamos una posición estratégica en el reconocimiento de derechos a escala nacional e internacional. La conquista de la IVE nos ubicó a la vanguardia de los derechos sexuales y reproductivos en la región.

Abrimos el camino para que en otros países se dé la discusión pública y lo hasta ayer imposible se vuelva posible. Los casos de Cuba, Guyana, Guyana Francesa, Uruguay, Puerto Rico, los avances en México y la línea planteada por el flamante presidente electo de la República de Chile, Gabriel Boric, son claros ejemplos de que hemos iniciado un proceso irreversible que, más temprano que tarde, terminará por garantizarnos a todas las mujeres de la Patria Grande nuestro derecho a decidir.

Sabemos que seguiremos enfrentando embestidas antiderechos que intentarán borrar lo que, juntas, supimos conquistar. También tenemos la certeza de que no tendrán éxito, porque no vamos a abandonar la lucha, y porque nuestra fuerza es y será un imparable motor de transformación que no va a detenerse hasta que todo sea como lo soñamos.