Desde hace algunos años es mayor el cuestionamiento a los estándares de belleza hegemónica y existen variados estudios sobre cómo impactan en las personas tanto a nivel físico como psicológico. Pero estas expectativas, además, pueden resultar expulsivas y limitantes en los espacios de trabajo: ¿a qué nos referimos?

Las exigencias corporales representan violencia simbólica

En distintas etapas y ámbitos de la vida cotidiana (educativos, familiares, laborales, deportivos, entre otros), las personas se encuentran en situaciones que implican violencia simbólica. Esta, es aquella que opera de manera invisible a través de mensajes, estereotipos, sesgos y discriminaciones y afecta en mayor medida a las mujeres y disidencias. Es por esto que desde Grow – género y trabajo, buscamos reflexionar sobre el impacto que esta tiene en la vida de las personas y, particularmente, en su desarrollo profesional.

El impacto en el mundo del trabajo

Dentro de la relevancia de visibilizar la violencia simbólica respecto de las corporalidades, encontramos que la hegemonía estética impacta directamente en el desarrollo profesional de las personas. En Argentina, la discriminación corporal es una de las 3 violencias más identificadas en los ámbitos laborales (INADI, 2019). 

Por otra parte, según un estudio que realizamos desde Grow- género y trabajo (2022) la violencia simbólica referida a comentarios sobre apariencia física es la segunda violencia más escuchada en el trabajo. La primera tiene que ver a la orientación sexo-afectiva o identidad de género. 

Además, son las mujeres quienes están expuestas en mayor medida a exigencias hegemónicas sobre su corporalidad. El 49% de las mujeres cis (quienes se autoperciben con el mismo género con el que fueron asignadas al nacer) afirmaron haber recibido comentarios inapropiados o agraviantes sobre su apariencia física y/o cuerpo en el espacio laboral, cifra mucho mayor que en los varones cis (28%). Por otra parte, las identidades trans son quienes más sufren este tipo de violencia (67%). 

Hacia espacios de trabajo más diversos e inclusivos

Si queremos promover espacios inclusivos y libres de violencia, debemos fomentar una cultura que no patologice ni discrimine a las personas por su aspecto físico. Expresiones como “¿por qué no te teñís las canas?”, “estás más gordita”, la imposición de utilizar determinados uniformes, o espacios de trabajo pensados para un único modelo corporal, son parte de los estereotipos que suelen existir en los ambientes laborales. Durante las búsquedas de empleo, por ejemplo, la exigencia de  “buena presencia” excluye a la diversidad corporal, y resulta condicionante para el acceso a diferentes puestos de trabajo. 

Por la importancia de la temática, desde Grow- género y trabajo fomentamos que las instituciones asuman compromisos transversales a toda la organización en referencia a la concientización de estas problemáticas. Aconsejamos evitar en las solicitudes de empleo requerimientos como fotografías, género, estado civil o edad y concentrarse en las aptitudes y habilidades necesarias para cubrir el puesto solicitado. 

Generar espacios libres y diversos es una responsabilidad colectiva.