Arcoiris tiene seis años. Sueña con que la Justicia riojana la escuche y deje de obligarla a volver una y otra vez a la casa de su progenitor, donde vive quien abusa de ella desde los dos años: su abuelo paterno.

En 2018, su mamá Delfina Zarranz notó cambios en sus comportamientos. La llevó a una psicóloga porque sabía que su abuelo era una persona violenta. “Quiero que la fortalezcas”, le pidió. Meses después, la profesional la citó para advertirle que había signos de abuso sexual. “Imposible”, respondió Delfina. “Lo denunciás vos o denuncio yo, y te señalo a vos como cómplice”, instó la profesional. Ahí comenzó una nueva tortura para madre e hija, esta vez en los pasillos judiciales. Esa tortura continúa, aunque ambas están exiliadas de su provincia. Temen que la Justicia determine el traslado de la niña a La Rioja, para que regrese con su papá, quien presentó denuncias para volver a verla.

“Por los nuevos relatos de mi hija, presenté una cautelar. La respuesta salió hace unas semanas. La jueza Ana Carla Menem, de la Cámara 4ª en lo Civil de La Rioja, resolvió suspender mi responsabilidad parental y que mi hija sea entregada a su progenitor por la fuerza pública. Me imputa por impedimento de contacto y desobediencia a la autoridad. Nos pone una multa altísima diaria a mí y a Marisa Graham si incumplimos”, lamenta Delfina a Tiempo Argentino. “Mi situación procesal es grave”, dice. Fue citada a indagatoria y pidió que la audiencia fuera vía Zoom. Aceptaron la modalidad, pero luego y sin notificación, la suspendieron y le informaron que debe presentarse en La Rioja el martes. “En otras causas sí lo permiten. Esto no es casualidad, está armado para que yo termine detenida”, agrega.

Delfina tenía que efectuarse un tratamiento médico y por eso viajó con su hija a Buenos Aires. Fue acá donde la pequeña contó nuevos abusos que fueron denunciados ante la Oficina de Violencia Doméstica. Esa oficina determinó que ambas corrían peligro cerca del progenitor, hoy un partícipe necesario para que se cometan los delitos, y dictó medidas de prevención. “Eso fue determinante para quedarnos. Aquí ella se siente protegida y no está con miedo a que se la lleven a la fuerza”, expresa. 

Desde 2018, presentaron cinco denuncias que la Justicia riojana desoye (en 2018, 2019 y este año). Cada vez, la niña tuvo que someterse a pericias en las que fue revictimizada. Los funcionarios riojanos la obligan a la revinculación.

Delfina se separó del papá de su hija cuando esta tenía ocho meses. Relata que sufrió violencia que se fue agravando hasta que la amenazó de muerte. Por eso pidió una perimetral y era el abuelo paterno quien llevaba y traía a la nena.

-¿Pudiste hablar con el papá desde la primera denuncia?

-Nunca. Esperé que en algún momento me pregunte qué estaba pasando. A mí la nena me dijo que su abuelo le tocaba la cola de adelante, pero me entero de muchas más cosas por el informe de la primera psicóloga. A él también se lo entregó. Es doloroso, uno espera que, como papá, busque protegerla. Hay muchas pruebas en el expediente. Mi hija atravesó pruebas psicológicas y físicas. En la segunda causa hay una bombachita  con líquido seminal que, si bien no alcanzó la cantidad para determinar un perfil genético, se constata que la prenda es de mi hija y que tiene semen. Él tuvo acceso a las mismas pruebas que yo. Su postura pública es que admira profundamente a su papá y que es un modelo a seguir para él. Y que mi hija está alienada por estar ligada a una ‘madre loca’.

-Dos veces te obligaron a estar separada de tu hija. En esos momentos, ¿ella vivía con su abusador?

– A principios de 2020, una jueza dictamina en una causa por impedimento de contacto y le otorga el cuidado provisorio del progenitor. Como mi hija estaba enferma, ordenan un allanamiento para llevarla. A fines de ese año, la nena no daba más: lloraba y gritaba cada vez que se tenía que ir. Llamé a la Policía para avisar que no la iba a llevar, y nos presentamos en Asuntos Juveniles donde constataron que mi hija no quería ir. A raíz de eso, hubo siete citaciones. En una de ellas, su progenitor la tironeó y la dejó marcada, lo hizo delante del asesor de menores y del secretario del juez. En abril de 2021, la nena salió con mi mamá y él la estaba esperando. La agarró por la espalda y la metió en el auto. A mi mamá le pasó el vehículo por encima. Quince días después, el asesor de menores Pablo Cubillas dijo que el papá había sido ‘muy paciente’ y que era ‘entendible’ que quisiera hacer justicia por mano propia. Está escrito. Pasé seis meses más sin verla. La primera vez que la vi fue con custodia policial. En octubre de 2021, me relató un nuevo abuso. Por eso responsabilizo al Poder Judicial, porque a pesar de esas denuncias, los abusos siguieron. En marzo, la nena volvió con lesiones físicas dos veces.

-Hay cierto ensañamiento de la Justicia en los casos de las madres protectoras

– Amo La Rioja, pero es muy machista y conservadora. No quieren que los casos se conozcan. Sale caro denunciar el abuso sexual en las infancias. Otra mamá se tuvo que exiliar porque denunció que un ‘hijo del poder’ abusó de su hijo. Este adoctrinamiento es para que no se denuncie. El mensaje es que si denunciás, vas presa y tu hija, termina viviendo con su abusador.

-¿Esto tiene que ver con una cuestión de formación en el Poder Judicial o hay una decisión?

-Es una decisión que, a su vez, es colaborar para que se perpetúen los abusos. Desde la primera denuncia, si hubieran protegido a mi hija, no hubiera pasado la mitad de su vida abusada.

-¿Cómo se vinculó la sociedad con el caso?

– Hubo una campaña fuerte. La encubridora del abusador integra el Tribunal Superior de Justicia local y es sobrina del gobernador. Posterior a la Cámara Gesell en que mi hija dijo que su papá era quien la llevaba con su abusador, el defensor oficial salió a decir que no fue abusada. Más que creerle, le pido que al menos lea el expediente. En La Rioja hay gente adulta que fue abusada y que no denunció por estas cosas. Es un daño irreparable. Me pregunto si es que yo hubiese denunciado si sabía que esto me iba a pasar. La respuesta es sí, porque es mi camino. Tengo la esperanza de que en un futuro este sea un mal momento de la historia y que las infancias sean escuchadas.

Foto: Diego Diaz

-¿Cómo está Arcoíris?

-Acá siente mucha libertad. Sabe que estamos bajo una medida de protección y siente ese cuidado. Está alerta, pero la distancia le permitió hacer una vida de un niño de seis años. Ganó autonomía y libertad. Tiene crisis, pero está sintiéndose más fuerte. Es una gran resiliente y le pone mucha garra.

-¿Sentís miedo?

-Siempre está. El 25 es la indagatoria y espero que me la acepten por Zoom. Me amenazaron con mi detención. Pienso que antes de ir a La Rioja, que es un territorio de tortura y que nunca nos respetó, prefiero esperar ese momento abrazada a mi hija. Con mirarle los ojos a ella sé que vale la pena luchar. La Corte Interamericana le dio diez días a la Argentina para que responda qué medidas de protección ordenó para la niña. Es esperanzador. Hay otros actores que ven que mi hija no miente. Apoyar esta lucha no es apoyarme a mí, es creerle a mi hija.

 Una muralla por Arcoíris

Los viernes integrantes de la agrupación Justicia Por Arcoiris, las diputadas Mónica Macha y Vanina Biasi, y agrupaciones feministas realizaron una “muralla humana” en la Plaza de Mayo como acto simbólico para evitar el traslado de la niña de 6 años a La Rioja.

Las abogadas que llevan el caso, Ivana Cattaneo y Élida Barrera confirmaron que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) requirió al Estado argentino información sobre la situación de Arcoiris y su mamá. “El Estado argentino tiene 10 días para responder la solicitud. Nosotras seguimos litigando, frenando decisiones que se toman”, dijeron.