La no discriminación, el interés superior del niño, el derecho a la vida, la supervivencia y de desarrollo, y la participación infantil, fueron los cuatro pilares de la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989. Para discutir la situación actual de esa Convención, los temas pendientes y a cuánto está la sociedad de esas metas propuestas, se realizará el Congreso “de la Convención al ejercicio pleno de derechos”, el viernes en el Teatro Xirgu–Espacio Untref, organizado por universidades, entidades sociales, sindicales e iglesias, con la concreción de paneles y charlas a cargo de referentes educativos como Adriana Puiggrós y Mario Oporto.

“El Congreso tiene el propósito de profundizar la perspectiva federal y latinoamericana sobre la Convención como herramienta de lucha de nuestras sociedades en su compromiso por la efectiva vigencia de los derechos”, remarcó Adrián Cannellotto, rector de la Universidad Pedagógica (UNIPE), una de las que lleva adelante el encuentro. En diálogo con Tiempo acotó que “como siempre, las leyes van por un lado, y la concreción va por otro. En eso tienen que ver los avatares propios de las sociedades. En la Argentina tardó 15 años la implementación efectiva, y aún así tenés algunas limitaciones. Tenés legislaciones o programas como la Asignación Universal por Hijo, que refleja plenamente los derechos de niños y jóvenes, y después está el Régimen Penal Juvenil, que es retrógrado y que no hace justicia a la Convención».

–De hecho el Defensor del Niño se nombró este año.

–Se tardó un montón de tiempo en la aplicación efectiva de la Convención, y un caso es ese. Lo que queda ahora es profundizar los puntos del acuerdo, que se transformen vía leyes y que luego se hagan carne en la sociedad, con una aplicación efectiva. Muchas veces hay derechos que son promovidos más por las sociedades civiles que por el propio Estado.

–¿Qué es lo que hoy más afecta a la implementación efectiva en nuestro país?

–Los contextos de crisis, con hambre y pobreza, construyen una sociedad muy desigual, en la que terminan pagando platos rotos los chicos, vía explotación económica o vía explotación sexual; y perdiendo derechos básicos como el acceso a la educación, a la comida y la vivienda. Si la economía no puede dar un piso mínimo razonablemente justo, los derechos son vulnerados.

–¿Cómo incide el desmantelamiento de programas como Conectar Igualdad y Qunita?

–En el Congreso del viernes habrá paneles dedicados a Educación y Nuevas Tecnologías. Se trata también de debatir los derechos de los niños en los contextos actuales, cómo se hacen efectivos y hasta dónde las nuevas tecnologías interfieren o facilitan, porque obviamente en 1989 no estaban contemplados avances y soportes actuales. En ese sentido, Conectar Igualdad sirvió como camino para garantizar el acceso a la tecnología y la conectividad al mundo digital. Eso de algún modo debiera seguir, y trabajar no sólo en el acceso, sino en el uso de la tecnología. Lamentablemente no se continuó ni en el plano material ni en el simbólico. Y ya no es el mismo Estado ni la misma escuela que hace 30 años. «


Un amparo contra el posible cierre del lactario del Garrahan


Otro jardín maternal de la Ciudad de Buenos Aires está en peligro. Según denunció la Asociación Civil y Gremial de Profesionales y Técnicos del Garrahan, las autoridades del hospital desistieron de abrir las vacantes para el ciclo lectivo del año que viene, lo que dejaría afuera a 24 bebés. Ante la situación, las trabajadoras afectadas presentaron un amparo en la justicia porteña.

El Juzgado en lo Contencioso Administrativo N°23, a cargo del juez Francisco Ferrer, será el que trate la denuncia sobre ese establecimiento, «que en sus más de 30 años de historia nunca había dejado a un lactante sin cupo», según enfatiza el texto.

«La denegación de vacantes en el jardín maternal ‘Quiero Mimos’, perteneciente al Hospital Garrahan, constituye un derecho adquirido de las mujeres trabajadoras del Garrahan, vigente desde la creación del mismo, en el año 1987, de contar con un lugar para el cuidado de sus hijos durante su horario laboral, en el espacio que el hospital tiene previsto para ello: el propio Jardín Maternal –remarcan–. La protección del vínculo madre-hijo en sus primeros años de vida (entre los 45 días y dos años inclusive) es el valor supremo que se apunta a preservar mediante el Jardín Maternal». «