El último domingo a la medianoche la Argentina volvió a lanzar un satélite de fabricación propia al espacio después de tres años. Se trata del SAOCOM 1A que fue diseñado para detectar la humedad del suelo y obtener información de la superficie terrestre en cualquier condición meteorológica u hora del día. «Esto permitirá prevenir, monitorear, mitigar y evaluar catástrofes naturales o antrópicas», aseguraron desde la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).

El satélite fue lanzado desde la Base Vandenberg de la Fuerza Aérea estadounidense en la costa de California y su puesta a punto, junto con la calibración del instrumento, llevará unos 8 meses. Su vida útil, por otro lado, será de al menos 6 años.

La construcción del SAOCOM 1A involucró a distintas empresas de tecnología estatales del país. En la CONAE en Córdoba se integró la antena radar; en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en Buenos Aires los paneles solares, la estructura de la antena radar y los dispositivos de despliegue; en INVAP se construyó la plataforma satelital y en CEATSA, ambos de Bariloche, se realizaron las pruebas previas al lanzamiento. Desde allí el satélite viajó en el avión Antonov (el mismo que se usó para el traslado de los ARSAT 1 y 2) hacia los Estados Unidos para los preparativos de su lanzamiento

El SAOCOM 1A, que en 2007 comenzó a construirse desde su ingeniería básica, pudo esquivar la suerte de sus primos geoestacionarios ARSAT, cuya construcción fue suspendida en 2016 con el argumento de buscar algún socio privado interesado en invertir. Este inició la construcción del modelo de vuelo en 2013 y finalizó en 2017, para ser ensayado y lanzado hoy. En 2015 también se inició la fabricación del SAOCOM 1B, que por ahora continúa en proceso de elaboración en la CONAE en Córdoba y en INVAP en Bariloche.

Según explicó la CONAE, este satélite permitirá generar mapas de humedad del suelo diariamente, con resolución espacial y área de cobertura disponibles por primera vez en Argentina y en el mundo. También permitirá identificar zonas en riesgo de inundación y dar alertas tempranas; detectar suelos con riesgo de incendios; producir mapas de riesgo de enfermedades de cultivos y evaluar escenarios para la toma de decisiones de siembra y fertilización; entre otras cosas.