“Teo aprendió por sí mismo a jugar ajedrez a los tres años, desarrolló el sentido del ritmo a temprana edad y puede ejecutar instrumentos musicales, tocar el piano, desarrolló habilidad para el baile, puede memorizar canciones que le gustan, disfruta del cine, y nosotros como padres pensamos cómo acompañarlo y estar presentes en su vida considerando las dificultades. Porque es un niño que a temprana edad ha podido hacer todo lo que dije, pero que todavía a sus seis años no puede atarse los cordones de las zapatillas y tiene dificultades para escribir, de motricidad fina”, resume a Tiempo, desde Tucumán, Carolina López Flores, abogada y mamá de Teo (6). Su hijo fue diagnosticado con Altas Capacidades (AC) a los 4 años.

No es el único. Especialistas aseguran que el 15% de las infancias y adolescencias las posee. Y no es algo idílico ni «héroes súperdotados» o «súpergenios». Pueden sufrir desde diagnósticos psicológicos errados hasta agresiones en el aula. Por eso se impulsa capacitaciones a profesionales para saber detectarlos, acompañarlos e incluirlos, en lugar de generar elitismo.

Cuando se habla de chicos y chicas con AC tanto en las escuelas como en la sociedad en general, suelen surgir ciertos mitos. Se asume que se trata de “superdotados”, que no necesitan atenciones especiales en las aulas, que su rendimiento escolar será óptimo sin importar las circunstancias y que, muchas veces, su desarrollo es responsabilidad –o culpa– de madres o padres que sobreestimulan a temprana edad a sus hijos.

Como cada 14 de marzo, este martes se celebró el Día Internacional de las Altas Capacidades. La fecha se eligió por ser el natalicio de Albert Einstein pero también porque en inglés se lee 3,14, como la fórmula matemática PI. Lo que en realidad se busca es poner sobre la mesa las necesidades personales, emocionales e intelectuales de estas infancias y adolescencias, romper los estereotipos que se han creado a su alrededor y discutir de qué manera puede acompañarse su desarrollo.

¿Qué son las Altas Capacidades?

Las Altas Capacidades tienen una Asociación Argentina. Su presidenta, Laura Diz, cuenta a Tiempo: “Se trata de capacidades excepcionales en una o más áreas del desarrollo o funciones cognitivas de niños y adolescentes, esto quiere decir que las capacidades que tiene la persona son excepcionalmente superiores a su edad cronológica y no frente a otras personas”.

La Asociación Argentina de Altas Capacidades es una organización que reúne madres y padres de niñes con AC surgida en 2015 con el nombre de “Embajadores” y que en 2018 se constituyó como asociación. Diz resalta: “no se busca un elitismo, no se busca que esta persona destaque entre otras, es una neurodiversidad, su cerebro funciona distinto por su diversidad en sí misma”.

Las concepciones alrededor de las AC han evolucionado a través del tiempo y del estudio del desarrollo de estas personas. No puede diagnosticarse con un simple test o medición del coeficiente intelectual que una persona tiene una capacidad de aprendizaje diferente o una forma de aprender radicalmente distinta. Debe hacerse una evaluación integral y para ello, Diz afirma que hay que tener en cuenta los diferentes tipos de AC.

“Le llamamos ‘paraguas de las altas capacidades’. Encontramos la precocidad, que es cuando un niño pequeño alcanza hitos del desarrollo antes de lo esperable. La familia empieza a notar algo distinto aunque no les llama tanto la atención”, explica. Pueden ser niños que tienen un amplio vocabulario, escuchan palabras nuevas y las incorporan de manera correcta. También tienen una excelente memoria de lo que ven y lo que escuchan, incluso puede ser que caminen de forma temprana, a los nueve meses. “Ahí los papás dicen que parece un adolescente por cómo discute o cómo habla y a veces empiezan a tratarlos como a un niño más grande”, asegura.

Otro de los tipos de AC son los talentos. “Son aquellos que tienen una gran habilidad o capacidad en un área o en dos áreas. Por ejemplo, en la lingüística, en la música, en lo lógico-matemático. Su enorme capacidad está en un área”. Y menciona: “Fijate Maradona, con su talento deportivo o Carlitos Tévez”.

 “Y después están los dotados que antes se llamaban ‘superdotados’. Se dejó de usar porque es una palabra que tiene una connotación muy negativa y hace ver a la persona como si fuera un superhéroe”, asegura. Las personas dotadas son las que tienen una alta capacidad en todas las áreas del desarrollo y a su vez pueden relacionar conceptos de un área en la otra. “Por ejemplo, pueden aplicar conceptos matemáticos en la biología”.

En las aulas

Hay una rápida conexión neuronal en las personas con AC. Así lo afirma Diz: “Pueden pasar de un tema a otro rápidamente. Con muy poca información pueden elaborar hipótesis o respuestas, suelen interrumpir en la clase antes que la maestra termine de explicar diciendo lo que ella iba a decir y eso suele generar una discusión y molestar al docente porque sin querer el niño o la niña interrumpe la clase”.

Es por eso que resulta necesaria la formación al cuerpo docente que debería detectar este tipo de personas en las aulas ya que se trata de un 15% del total de los estudiantes, al menos 4 por curso según estima la Asociación Altas Capacidades Argentina. “No hay capacitación en la temática, entonces, cuando llegan estos chicos a las escuelas con muchas ganas de aprender, de hacerlo rápido y no sucede de esa manera, hay un enorme frustración de parte de los chicos y del docente”.

La formación también es necesaria en otras especialidades como la psicología o psicopedagogía. “Las familias se ven obligadas a buscar una evaluación por fuera de la escuela y a veces si no encuentra un profesional que sepa de altas capacidades, terminan en diagnósticos erróneos dentro de la condición del espectro autista o con déficit de atención, hiperactividad e incluso dislexia”, asegura. Por ello, desde la Asociación imparten capacitaciones gratuitas a instituciones, profesionales y acompañan a familias con infancias y adolescencias con AC.

En Argentina existen algunos espacios públicos en Córdoba, Jujuy y Tucumán que atienden esta problemática en cumplimiento del artículo 93 de la Ley de Educación Nacional que dispone que cada jurisdicción debe crear programas de diagnóstico y seguimiento de las AC. Estas niñeces y adolescencias se encuentran en situación de vulnerabilidad a nivel educativo, social y económico ya que sostener y acompañar sus procesos tiene costos altos en el desarrollo de sus inquietudes, actividades y cobertura de salud para su adecuado diagnóstico y seguimiento profesional.

El desafío de la crianza

“Estos niños requieren una atención, un acompañamiento especial por parte del estado, de las instituciones educativas, de las docentes, de los equipos pedagógicos y también de la familia que deben capacitarse y adquirir herramientas para acompañarlos”, asegura Carolina López Flores, mamá de Teo.

Por su parte, Rafael Navarro, padre de Teo, explica: “tener el psico- diagnóstico nos ayudó, como familia, a entender sus dudas sus emociones, sus miedos y también sus angustias. Teo tiene una sensibilidad que como varón y papá me generaron muchos cambios y replanteo sobre mi visión de cómo criar a un niño”. Y agrega: “no pude realizar estudios universitarios y sus demandas constantes de información son  un desafío para mí”.

Flavia Mirabal también enfrenta la crianza de una niña con AC. Afirma que lo que falta es que la temática sea más conocida porque hay muchos docentes, pedagogos, psicólogos, que no tienen preparación en qué son las altas capacidades «y por defecto piensan que son niños genios que saben todo y no es la realidad, no es el común denominador. Quizás no sé lo que es padecer con que mi hija aprenda a sumar o a restar pero tiene otras dificultades como lograr que haga las tareas con el mismo método repetitivo, el problema del día a día”.