En las escuelas porteñas todo es incertidumbre. Y mientras sigue la puja sobre la presencialidad –luego de que el Gobierno de la Ciudad decidiera desacatar un fallo de la Justicia Federal para esperar que se exima la Corte-, las aulas públicas están cada vez menos concurridas. “La evaluación nuestra es que no hay presencialidad casi en un 90% por diversas razones: entre burbujas aisladas, contagios, no concurrencia por medidas de auto-cuidado y paro”, enumera Angélica Graciano, referente de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE).

Desde ese sindicato, el mayoritario entre la docencia porteña, realizan este miércoles el tercer paro consecutivo (igual que Ademys), luego de que el martes el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, optara por sostener la presencialidad pese al fallo que ordenaba la suspensión temporaria, originalmente planteada por un decreto presidencial.

Las idas y vueltas, que incluyeron anuncios a última hora tanto el domingo como el martes a la noche, implican un gran abanico de situaciones en las escuelas. Pero, la regla general, es que hay cada vez menos presencialidad. “Son 1500 escuelas y necesitás la discriminación de cuántos están dispensados, cuántos aislados, cuántos enfermos, cuántas familias deciden no mandar a los chicos. En términos de medidas de autocuidado es muy bueno lo que está pasando, en medio de un panorama desolador. Someten a todo un sistema educativo a una situación de desolación y desprotección para hacer campaña. Es electoralismo puro”, define Graciano ante Tiempo.

“El paro viene siendo con buena adhesión y entendemos que después de lo que sucedió ayer (por el martes) se ha fortalecido. En relación a las familias, ya hace un par de semanas empezamos a ver en distintos puntos de la ciudad que empiezan a no mandar a sus hijos e hijas a la escuela por la cuestión epidemiológica. Entiendo que este sainete que se ha armado entre Nación y CABA ha fortalecido esa decisión en muchas familias”, agrega Jorge Adaro, de Ademys.

En algunas comunidades educativas, incluso, convocaron a “paro de familias” y tomaron la decisión colectiva de no enviar a chicos y chicas. Así lo están haciendo, por caso, en el Yrurtia. Lo mismo comenzaron a organizar a través del grupo de Whatsapp de familias del Normal 1. Y así lo propusieron, ante cada día de paro, desde el espacio Familias por un Retorno Seguro a las Escuelas. “Hace más de una semana que varios padres decidimos no mandar a los chicxs al colegio, esta semana se sumaron más padres con mails a la escuela informando que obedecemos el DNU nacional”, comenta una mamá del Yrurtia.

La combinación entre paro de docentes y de familias hizo que este miércoles haya escuelas enteras vacías. Así pasa en la escuela de Danzas Jorge Donn y la escuela de Cerámica F. Arranz, que comparten edificio. Mónica Guidi, directora de un jardín público de Lugano, tiene su escuela cerrada: “Hay una sala en la que la maestra por razones económicas no puede hacer el paro. Pero las familias le mandaron una nota pidiendo virtualidad. Así que la escuela está cerrada, porque no estamos ninguna de las docentes y una de las maestras está virtual con esa sala. Todo el resto, todos los padres, dijeron que aún si las maestras no hicieran paro no iban a mandar a sus hijos porque tienen miedo”. En esa escuela hay un nene con covid, la secretaria y otra maestra y su marido también están contagiados. “Una de las maestras está llorando porque ObSBA no la va a hisopar, el marido dio positivo y ella tiene el resultado del centro de testeo de La Rural donde dio positivo, pero no tiene certificado con matrícula y no lo toman ni la ART ni la aplicación de medicina laboral del Gobierno de la Ciudad”.

“La gente está tan asustada que a esta altura los pocos docentes que están yendo ya no tienen alumnos. Hay campañas que hacen los colectivos de padres, se organizan en las escuelas por grupos de Whatsapp para no llevarlos. Tenemos escuelas vacías”, dice Graciano, de UTE. “Hay escuelas secundarias enteras que pasaron a la virtualidad y hay situaciones críticas en educación especial también. Por la dificultad para los usos de los barbijos y por la proximidad, y porque algunas discapacidades tienen cardiopatías, es complejo y tampoco los mandan”.