Faltan ya menos de tres años y medio para que en tres países de América del Norte se inicie el Mundial de fútbol 2026. Puede ocurrir –eso sí que sería una malsana casualidad– que para esa fecha tres emblemas únicos no asistan a la cita.

Lionel Messi disputó ya cinco mundiales y marcó 13 goles en 26 partidos. En pleno torneo, el 24 de junio del 2026 cumplirá 39 años. Esa alerta antipática de la biología, genera la duda razonable de si en aquel momento se calzará la camiseta número 10 o ya habrá decidido mirarlo desde afuera, si seguirá pisando fuerte el verde césped como la gran marca registrada que representa o si tendrá otra oportunidad de abrazar y besar otra copa de oro.

El tema de su retiro no lo confirmó del todo, pero, eso sí, anticipó que lo estaba pensando. Sonaron fuerte sus reflexiones, siempre dichas con sencillez. «Me tengo que replantear muchas cosas», dijo. Y agregó: «Vivo el día a día, año a año». Y redobló la apuesta: «No creo que juegue mucho más». Y concluyó: «Me imagino vinculado al fútbol para siempre, pero no como entrenador».

El capitán de la Selección campeona del mundo se inició de niño, jugando, como diversión, en el Club Abanderado Grandoli, en el sur de Rosario. Y ya desde entonces sorprendía a propios y ajenos por su naturaleza de crack. Pasó brevemente por Newell’s y en plena adolescencia emigró con la familia a Barcelona, que lo fichó en las inferiores. En ese club, que lo tuvo como símbolo durante 18 temporadas y casi 800 partidos, creció en estatura y en personalidad y ganó todo lo imaginable.

Sin comparación, claro, con el reciente sueño cumplido de ganar el mundial de Qatar.

Todavía, y seguirá ocurriendo dentro de algo más de 40 meses, se lo discute. Cabe preguntarse qué parte de su primoroso catálogo futbolístico no entendieron los que, para bajarle el precio cotejándolo con Mbappé, lo llamaron vulgar.

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Apenas la Selección argentina obtuvo el título máximo, Miguel «Tití» Fernández anunció, entre lágrimas, que colgaba el micrófono y los auriculares, algunas de las herramientas con las que desarrolló su especialidad. Parece fácil, pero nunca fue sencillo intentar cruzar unas palabras con el protagonista de cualquier encuentro de fútbol cuando todavía el corazón del deportista late a mil por minuto y la adrenalina del atleta le brota por todos los poros. Hay que estar allí para sacarle unas declaraciones que, más temprano que tarde, se convertirán en títulos de diarios y revistas o en zócalos de televisión.

Tití hizo de todo dentro del campo de juego y con el tiempo se convirtió en una figura confiable para el difícil pueblo futbolero y en especial para quienes vienen de dejar todo dentro del campo de juego. Fue testigo de la consagración de Diego Maradona en el Estadio Azteca, cubrió campeonatos domésticos, copas internacionales, varios mundiales, participó en Fútbol para Todos y en Qatar el arquero Emiliano «Dibu» Martínez lo reconoció cediéndole el buzo que usó en el definitorio partido contra Países Bajos.

Con emoción y con bronca el integrante del equipo periodístico de la Televisión Pública explicó: «Algunos quisieron que yo me fuera por la ventana. Pero no lo consiguieron: me voy laburando». También contó una pena familiar, irremediable. «El fútbol me dio todo, pero también me quitó algo que yo quería mucho». Su hija (también tiene un hijo) María Soledad Fernández viajó a Brasil para darle una sorpresa a su papá que cumplía años y estaba cubriendo el mundial 2014 en ese país. Ella murió viajando a rumbo a Belo Horizonte cuando el auto en el que viajaba se desbarrancó.

Personaje apreciado del mundo del fútbol y de los medios, Tití es otro de los que brillará por ausencia cuando la Copa 2026 se ponga en marcha.

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«Da gusto empezar a decirle adiós al fútbol y al relato de los campeonatos del mundo». Con esas palabras Víctor Hugo Morales le puso un moño a su ejemplar transmisión del partido final. «Adiós fútbol y gracias por las transmisiones, por el Diego y por Messi», explicó conmovido y con el resto de voz que le quedaba.

Narrador excepcional del deporte más popular del mundo, Víctor Hugo le agradeció al fútbol transmitiendo los siete partidos de la Selección argentina para Radio Nacional y la plataforma Relatores (en esta semana volverá a hacerlo en una emisora privada narrando clásicos del campeonato local). «Te debo tanto, fútbol, que pasaré preguntándome eternamente como te lo pago».  Su relato del gol de Maradona a los ingleses, el 22 de junio de 1986 en el Estadio Azteca, de México, alcanzó desde entonces el merecido reconocimiento de obra de arte. A esa delicia sonora le sumó ahora lo que en el reciente torneo le provocó el comportamiento deportivo de Messi. «Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste?», condecoró a Diego luego de su fantástico gol a los ingleses. Esa mirada de poeta ahora fue extensiva a Lionel: «Viva el fútbol, viva Messi… Aladino eterno del fútbol… Frotás la lámpara y la tierra se ilumina… Gracias a Diego en el cielo y a Lionel en la tierra», sintetizó con amor y emoción.

Lo cierto es que ese notable jugador de toda la cancha en la especialidad de transmitir futbol, hizo público que sentía cercano el momento de dar un paso al costado.

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Quedarán para siempre las acertadas metáforas de Víctor Hugo, a la par de las preguntas necesarias de Tití y de los sublimes toques mágicos de Messi. Cada uno en lo suyo serán figuritas muy difíciles de conseguir (e imposibles de reemplazar) en el álbum de la devoción popular .

No será igual el próximo mundial si no están ellos. «