Las primeras semanas del Ministerio de Educación buscaron reparar decisiones de Cambiemos que desmantelaron programas claves del kirchnerismo. En los últimos siete días se anunciaron dos regresos esperados: el Plan Nacional de Lectura (PNL) y el Conectar Igualdad (CI).

Del primero hay más detalles porque fue presentado el lunes pasado y el presidente Alberto Fernández pronunció una frase que se viralizó: «Me encantaría que cada argentino descubra qué es: si un cronopio o un fama». En cuanto a su implementación, desde la dirección del Plan, a cargo de Natalia Porta López, informaron que el objetivo central es «fomentar 180 posibles lecturas para los 180 días de clase en las escuelas secundarias y de adultos con la reedición de la colección ‘Leer por leer'».

A esa iniciativa se le sumarán otros puntos clave: promoverán la campaña en los medios de comunicación «Una que leamos todos», con «propuestas para leer en familia»; habrá un Consejo Asesor de Lecturas que aportará a la definición de las colecciones a distribuir; y constituirán una Red Federal de Mediadores y Comunidades de Lecturas en escuelas y bibliotecas, que compartirán propuestas, encuentros con autores y especialistas y nuevas colecciones de libros para distribuir.

Se agregarán propuestas de formación virtual y presencial en pedagogía de la lectura, a cargo de especialistas, escritores e investigadores que acercarán nuevos modos de contacto con las lecturas, y una Encuesta Nacional de Lectura, «ya que desde 2015 que no tenemos datos sobre el estado de la cuestión en el país», se lamentaron en el PNL.

Tres días después llegó el anuncio de la vuelta de Conectar Igualdad, a cargo de la viceministra Adriana Puiggrós. «Estamos estudiando la implementación del plan. Fue desarticulado completamente. Lo cerraron. Estamos haciendo un inventario en todo el país para saber con qué se cuenta y volver a armarlo», expresó en declaraciones radiales. Y denunció que «hay lugares donde están rotos los equipos. De pronto encontramos provincias con conexión y otras sin conectividad».

«Estamos con toda la decisión de renovarlo y usar múltiples plataformas como los celulares. El celular se ha convertido en una pequeña computadora. Faltan meses para que vuelva a funcionar el plan», aclaró la funcionaria. Si bien aún se desconocen mayores precisiones, y resta completar equipos, la idea del gobierno es analizar otros soportes además del celular, como pueden ser las tablets. 

«La computadora es esencial: es donde se desarrollan las cosas. Podés programar en un celular o una tablet, pero de manera errática. Si querés realizar una aplicación para celular la hacés en la computadora y luego la pasás al dispositivo», opina Javier Castrillo, realizador del sistema de software libre Huayra con el que funcionaban las netbooks y luego coordinador de Investigación y Desarrollo del Plan Nacional de Inclusión Digital Educativa. Y completa: «Celulares, tablets o placas de robótica te sirven para complementar la computadora, siempre buscando el mejor dispositivo que te permita seguir la línea pedagógica que se defina».

Conectar Igualdad fue de los programas más despreciados por la gestión de Mauricio Macri, que desmanteló equipos territoriales, dejó de adquirir equipamiento, y llegó a compararlo con «repartir asado gratis». Sin embargo, de acuerdo al Instituto de Estadísticas de la Unesco, el plan logró reducir la brecha digital: de la relación de 12 alumnos por cada computadora que se registró en secundarios en 2009, pasaron a una por alumno en 2014. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) publicó en 2016 un estudio sobre el impacto de Conectar Igualdad. Concluyó que «se encontró una diferencia significativa en el rendimiento académico promedio entre el grupo de estudiantes beneficiarios del programa y aquellos que no lo fueron». «


MÁS QUE UNA COMPUTADORA


Entre 2010 y 2015, Conectar Igualdad repartió 5,5 millones de netbooks en jóvenes y docentes de escuelas e institutos de formación. De las 443 mil entregadas en 2015 pasaron a menos de 50 mil en 2018. El plan incluía contenidos específicos en áreas como Matemáticas o Biología, enciclopedias, e-books, un software libre (Huayra) y redes internas que entrelazaban los equipos a cada servidor escolar.