El empapelado, las alfombras, los sillones, los revestimientos de madera del edificio de Sarmiento 546 desbordan setentismo. La excepción –la habrán modernizado un poco en fecha reciente- es la oficina de Gabriela Torres, flamante titular de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar), que recibe a Tiempo al otro día de su jura, si bien lleva más de un mes coordinando el área. Con amplia experiencia en el abordaje de adicciones y consumos problemáticos –dirigió programas en Nación, Provincia y Ciudad–, afirma que «lo que ha faltado es una política de Estado que encare el problema del consumo de sustancias desde el lugar de las personas. La Sedronar tiene su génesis en la lucha contra las drogas de los ’80, una política de Washington cuya lógica era la del control. Durante mucho tiempo estuvo todo mezclado: una cosa son las drogas y otra las personas que consumen. Durante la gestión kirchnerista se trató de poner el eje en la persona. En esta área, lo que siempre está en debate es la concepción del problema».

Para el abordaje de los consumos problemáticos, Torres pone el acento en el «trayecto de vida» de cada persona, “en relación al acceso a los derechos y a la posibilidad de construcción de subjetividad. Nadie nace siendo sujeto. Uno es sujeto cuando hay alguien que lo mira como un otro. Esa posibilidad de desarrollar un lazo con otros, muchos no la tienen”. Otros ejes que menciona son “el cuerpo, el acceso a la salud, al cuidado” y, además, «lo jurídico normativo, que tiene que ver con la época: qué tolera y qué no tolera una sociedad en términos de consumo. En esas aristas hay que intervenir. Problema complejo, respuesta compleja”.

–¿Cuáles son las prioridades?

–Convertir eso en políticas públicas. Antes que nada, cambiamos la estructura de la Sedronar. Entendimos que había que tener dos subsecretarías: una de Prevención, Investigación y Estadística. El Estado no ha investigado las representaciones de los consumos de los argentinos, qué pasa en relación a las sustancias, cómo se tapa la angustia de vivir. Y también, qué pasa con los tratamientos atados a marcos jurídicos y paradigmas que están cambiando. El Estado debe investigar para que la prevención sea más efectiva. Estamos modificando eso. Además, estamos abriendo una coordinación de género y diversidades; otra relacionada a las juventudes; y otra que apunta específicamente a la problemática del alcohol, porque es un consumo que nos interpela a todos. La sociedad vincula el consumo problemático a un problema de jóvenes y  de jóvenes pobres. Creemos que el Estado debe tener una política que interpele a toda la sociedad, y en ese sentido el alcohol atraviesa todos los sectores.

–¿El abordaje es el mismo para ricos y para pobres?

–Sí y no. Hay que trabajar para reconstruir los lazos, la vida de las personas. Si tenés un consumo problemático quiere decir que antes hubo un abuso de sustancias, algo que empezó a ser importante para tapar esa angustia. Hay que desarmar eso en cada intervención. ¿Cómo lo hacemos? Depende de tu trayectoria y tu cuerpo. Rearmarle la vida a alguien que viene de una situación de calle, abandono, de pobreza extrema, requiere un acompañamiento integral. Hay organizaciones comunitarias, también la Iglesia, que enseñan a sacar el documento, a buscar familiares, a reconstituir la vida. Entendiendo que ahí, en el consumo, hay un síntoma. En general, alguien que tiene un consumo problemático está tapando un montón de cosas. Si sólo le saco la sustancia, soportar la vida sin sustancia se le va a hacer tremendo. Lo que tenemos que hacer es armarle la vida. Naturalmente, si uno empieza a tener cuidado del cuerpo, deseo de vivir, esa relación empieza a ser menos problemática, porque empieza a ser sujeto.

–¿Y la otra subsecretaría?

–Se va a llamar Asistencia, Atención y Acompañamiento, para hacer hincapié en que puedas ir a pedir ayuda y que alguien te escuche. Estamos armando una red territorial con lugares de asistencia inmediata, y después sí, atención comunitaria. Hay un montón de dispositivos en los municipios, en las provincias. Tiene que ser una red. No sólo desde el Estado. Pensamos armar una red mixta en todos sus niveles con organizaciones de la sociedad civil, eclesiales, etcétera. El problema es complejo y se necesitan diferentes estrategias. No hay recetas ni plazos, sino un trayecto con intermitencias que forman parte del tratamiento. Todo eso, en el marco de una red de contención afectiva.

–¿No se venía trabajando de esa manera?

–No en red, sino como algo más aislado. Hay organizaciones sociales en el territorio que no articulan con los municipios. Tienen pibes todos los días, pero cuando necesitan del área de Niñez, o mandar a alguien al hospital, es un esfuerzo de gestión.

–¿Con qué dispositivos cuenta hoy la Sedronar?

–Hasta el mes pasado era llamar por teléfono al 141 y generar un turno de internación, como si en el medio no hubiera nada. Pero hay un montón de posibilidades: casas de día, medio camino, los CAACs (casas de atención y acompañamiento comunitario). Queremos abrir pronto nuevos lugares de atención en barrios como Liniers, Constitución y Retiro. Vamos a empezar por los sectores más vulnerables, para llegar al resto. Ya aprendimos que cuando el Estado no regula y lo hace el mercado, nos rompemos todos.

–¿Cómo se va abordar la problemática del alcoholismo?

–Está muy naturalizado el consumo de alcohol para los argentinos y se habla poco. Es una droga depresora del sistema nervioso central. O sea, no sos más divertido si tomás alcohol. Toda la lógica comercial de que la vida va a ser mejor si bebés, no es cierta. Y al mismo tiempo, estamos demonizando a los jóvenes. Desde el que le vende alcohol en la esquina, el que hace la publicidad, el que no controla en los boliches, o la madre y el padre que le dicen que está bien la cerveza en el cumpleaños de 15, es una cadena de adultos que descuidan a los jóvenes, señalados luego como el problema. Hay que cuidarlos a ellos.

–¿El enfoque general, entonces, es de cuidados?

–Sí. Nuestra agenda forma parte de una agenda más grande que tiene que ver con poner a la Argentina de pie en un montón de aspectos: si el Ministerio de Seguridad no va a reprimir y va a cuidar; si Educación va a hacer que los pibes vayan a la escuela no a comer sino a estudiar; si el ministerio de Salud les va a dar vacunas; entonces nosotros también estamos armando un esquema de cuidado que no existía y que necesariamente tiene que empezar a funcionar. «

Vaciamiento 
Cuando Gabriela Torres asumió su cargo, la Secretaría adeudaba el pago de salarios, en algunos casos, desde septiembre de 2019.