La Defensoría del Público lanzó Nodio, un nuevo observatorio dedicado a registrar, analizar y prevenir el caudal de informaciones y contenidos maliciosos y falsos en los medios de comunicación masivos, con el objetivo de garantizar a la ciudadanía la protección contra noticias que promueven la polarización social y la violencia.

El observatorio trabajará en la detección, verificación, identificación y desarticulación de las estrategias argumentativas de noticias maliciosas, la identificación de sus operaciones de difusión, y los sistemas de alertas.

“La circulación de noticias maliciosas es un problema discutido en los últimos tiempos, son lógicas voluntarias de circulación de la información que construye una real desinformación en la sociedad”, detalla el Director de Planificación Estratégica e Investigación de la Defensoría, Glenn Postolski. “Esa desinformación afecta a la toma de decisiones de los ciudadanos sobre diferentes temas. Esto se vio potenciado por el contexto de aislamiento social y pandemia a nivel mundial”.

La desinformación así como las agresiones y descalificaciones atentan fundamentalmente contra la democracia, dado que se trata de una vulneración de derechos. “En torno a la pandemia, por ejemplo, surgieron desde versiones de curas milagrosas a otras muy vinculadas a los discursos de violencia simbólica sobre culpabilizaciones, mientras estábamos hablando de una situación sanitaria muy delicada. Son temas que se debatieron en ámbitos internacionales, en la Unión Europea, hay un observatorio, en la Unesco, el mismo secretario general de las Naciones Unidas Antonio Gutiérrez se pronunció contra la proliferación este tipo de discursos”, afirma Poltosky y especifica que “en la Argentina esto tiene una dimensión muy relevante porque no es algo que pueda reducirse sólo a las redes, acá tiene una dimensión diferente porque hay un flujo continuo entre lo que circula en redes y lo que aparece en medios tradicionales”.

-¿Cómo será el trabajo de Nodio?

-Nuestra voluntad es poder encontrarle la lógica de circulación a este tipo de discurso y generar un software que permita detectar y construir la trazabilidad de ciertos mensajes. Por otro lado, estamos considerando una matriz que nos permita desglosar lógicas de una vorágine múltiple del análisis del discurso, para esto tenemos que las métricas y los alcances que se buscan en términos de impacto en el desarrollo de estos mensajes. A partir de ahí podremos interpretar con diferentes tipologías desde la violencia simbólica hasta términos más específicos como discurso del odio o informaciones maliciosas. La idea es ver esta perspectiva que implique una capacidad técnica y después poder hacer un informe periódico sobre las condiciones y el clima de debate democrático de nuestra sociedad.  

-¿Cómo será el trabajo de Nodio?

-Estamos en un proceso inicial de conformación de un software que permita detectar y construir la trazabilidad de ciertos mensajes y por otro lado estamos considerando una matriz que nos permita desglosar lógicas de una vorágine múltiple del análisis del discurso y viendo las métricas y los alcances y lo que buscan en términos de impacto el desarrollo de estos mensajes. Una vez que nos pongamos a estudiar vamos a interpretar con diferentes tipologías desde la violencia simbólica hasta términos más específicos como discurso del odio o informaciones maliciosas. La idea es ver esta perspectiva que implique tanto una capacidad técnica que además es un proceso de trabajo colaborativo con las redes y las plataformas permita pensar que frente a determinadas situaciones una alerta que estas redes asuman su responsabilidad ante la diseminación de determinados tipos de discursos y después poder hacer un informe periódico sobre las condiciones y el clima de debate democrático de nuestra sociedad.  

-Venimos de un gobierno que apostó mucho al “trolleo” y a las redes, ¿es más complejo intervenir después de todo ese proceso?

-Estas cuestiones forman parte de un proceso social complejo. Queremos construir una herramienta para propiciar ámbitos de discusión y reflexión sobre las prácticas profesionales de quienes forman parte del universo comunicacional, y también dotar con herramientas sencillas que permitan a cualquier persona poner en contexto y analizar determinadas ideas y opiniones. Determinar cuánto tiene que ver con el acontecer de nuestra realidad y cuánto tiene que ver con la voluntad específica de instalación de un tipo de información maliciosa que lo que tiene por detrás. El gobierno anterior tuvo una estrategia comunicacional en un contexto de época. Sí sabemos de la existencia de empresas como Cambrigde Analytica pero esa es la punta del iceberg. Hay muchas empresas vinculadas a la comunicación política que tienen como estrategia apelar a emociones o a una forma centrada en la distancia con el otro, en el temor, en el miedo, en el odio y tras eso apelar a emociones más primarias para vincularlas a pensamientos o valores de características políticos. Yo creo que tenemos que apuntar a una escena del debate donde lo reflexivo sea parte de la toma de decisiones.

-Muchos de los medios de comunicación que generan fake news y alimentan un discurso agresivo tienen además el soporte de las redes sociales, ¿cómo puede intervenir el Estado en ese sentido?

 -Somos un organismo vinculado a la construcción de una herramienta que de ninguna forma es punitiva ni persecutoria, nosotros generamos un tipo de producción que sirve tanto en términos de circulación para profesionales y como para la ciudadanía en general, para generar ámbitos de debates. Los medios tradicionales son los más consultados a la hora de averiguar sobre determinados temas en el mundo virtual y es una de las cuestiones que más nos preocupa. El peso que tiene la circulación de este tipo de contenido malicioso adquiere una potencia o relevancia mayor cuando desde estos medios convencionales se generan o legitiman ese tipo de informaciones. El Estado tiene la obligación de generar herramientas críticas de lo que la información implica en términos de impactos. No acudo a las viejas teorías de manipulación, pero la forma de presentar la agenda de diferentes temáticas debería al menos alertarnos. Se ponen en cuestión la ruptura de consensos políticos, de consensos cognitivos, las fakes news o la postverdad tienen un impacto y un condicionamiento en la toma de decisiones de la ciudadanía y esto se puede ver en escala internacional donde generan una degradación de la democracia.

-Tenemos una ley de medios y servicios audiovisuales, ¿qué se puede tomar de ella teniendo en cuenta que desde su confección pasó mucho tiempo inclusive en términos comunicacionales?

-Primero trataría de que lo que está vigente en la ley se garantice y pueda ser sostenido en el contexto actual. Sin dudas, los cambios tecnológicos te llevan a pensar cuestiones que están dadas de hecho como la convergencia. No es lo mismo pensar la ley en el año 2009, en el contexto y con el peso que tenían ciertos actores en el escenario comunicacional en ese momento histórico  pero creo que hay herramientas para pensar en una nueva ley y que se debería ir hacia ese debate. Debemos que ser conscientes que se necesitaría tener una base social movilizada para sostener este tipo de discusiones. El punto de arranque debería ser volver a construir ese nudo activo de discusión sobre estos temas, en ese momento fue la aparición de una radiodifusión democrática. Creo que no hay que agotar todo en una cuestión de temporalidades sino que hay que construir las condiciones de participación para darle una mirada reflexivo a estos temas y dar el consenso para construir un escenario comunicacional más democrático y más plural de que tenemos ahora.

-Esta construcción de noticias falsas o discurso agresivo no se ve habitualmente en los medios comunitarios

-Es que están enraizados en el territorio con el cual interactúan de manera cotidiana. En ese sentido, las formas de abordar algunos temas los remite a un contexto muy vinculado a su práctica inmediata, los medios hegemónicos, en cambio, están atravesados por una multiplicidad de intereses. Desde las cuestiones individuales de una propia carrera profesional de acceder con la firma a un determinado estatus, y eso muchas veces viene de la mano de tener una determinada mirada sobre el acontecer político social. Sabiendo que seguimos una línea de un propio medio, cuanto más apego a esa mirada más posibilidad de ascenso en la estructura empresarial tengo, y lleva ya un primer velo a la hora de producir información. Y después los múltiples intereses que tienen que ver con la disputa política con los intereses económicos y a su vez con una sincronía a nivel internacional porque estos fenómenos de noticias maliciosas y orientación a opiniones políticas cada vez más radicalizadas en el sentido de diferenciación social, es un fenómeno que se da a nivel internacional.

De la presentación de Nodio que se realizó el viernes participaron además de la defensora del público, Miriam Lewin, el director de Planificación Estratégica e Investigación, Glenn Postolski; el psicoanalista Jorge Alemán; la diputada bonaerense Florencia Saintout; la investigadora Adriana Amado Suárez; el abogado especializado en política y derecho de la comunicación, Damián Loretti, y la periodista María Seoane.

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