No es la primera vez que pasa. Pero sí se difundió más que otras veces. La discriminación relacionada con la corporalidad sigue tan presente como siempre, pero ya no es tan tolerada como antes. Así quedó expuesto tras el episodio que vivió Sofía Ortiz Andrada, una joven tucumana de 24 años a quien no le permitieron ingresar a un boliche marplatense.

“La gordofobia tiene que ver con una situación que se construyó a partir de jerarquías corporales que hacen que las personas gordas no sean aceptadas y no sean consideradas valiosas”, explica Lux Moreno, docente de filosofía, activista gorda y autora de Gorda vanidosa. En diálogo con Tiempo, advierte que “en la playa, que no te dejen entrar a un boliche de un parador por tu corporalidad implica un acto discriminatorio grave, violento”. Sostiene que “no es un episodio aislado: ya sucedía pero está un poco más visibilizado”.

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Esa visibilización, analiza la filósofa, “es un primer paso para dar cuenta de que es un problema social grave”. De ahí la importancia de que Andrada haya denunciado el caso. El boliche Bruto, de hecho, tuvo que salir rápidamente a intentar unas disculpas y comprometerse a asistir a una capacitación con un equipo de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Municipalidad de General Pueyrredón.  

“Gordofobia es un término paraguas, amplio, donde metemos toda una estructura, una matriz de opresión social hacia las personas gordas, por encarnar un peso que es considerado más alto que un promedio que se construye de manera muy dudosa, no científicamente como nos quieren hacer creer”, define Laura Contrera, activista gorda, abogada y profesora de Filosofía doctorada en Estudios de Género en la UBA. Y agrega: “Responde más que nada a los intereses de la llamada industria de la dieta; los pesos considerados ‘normales’ son cada vez más bajos”.

“A las personas gordas se nos estigmatiza, se nos señala, se nos violenta y se nos patologiza a razón de nuestro peso. Y va más allá de la mera discriminación por apariencia o violencia estética. Tiene que ver con que para nuestra sociedad la gordura no sólo está asociada a la enfermedad sino que además es considerada como una falla moral, una falla de la voluntad de la persona, está asociada a un montón de cosas negativas y va de la mano con otras estructuras: una sociedad racista, hetero cis sexista, clasista. Todo eso va de la mano y conforma patrones de discriminación que podemos encontrar por ejemplo en este caso”, dice Contreras sobre el episodio de Mar del Plata, aunque señala que es habitual y no sólo en el verano.

La filósofa e investigadora señala que, si bien hay pocos números oficiales en relación a la gordofobia en la Argentina, estudios preliminares del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) en base a encuestas de 2019 indican que en comparación con 2013 –último registro disponible- los registros de discriminaciones vinculadas a la gordura crecieron, pero no necesariamente por un aumento de casos sino de denuncias. Porque “gracias al trabajo del activismo gordo y de que ya no pasa desapercibido y ya no es una discriminación permitida, como era en otro momento, por suerte con las generaciones más permeadas por los feminismos y los activismos de la diversidad corporal hay una tendencia a señalar que eso está mal”.

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El impacto de la pandemia de coronavirus, que atraviesa los ámbitos más diversos, también incide en este caso. “Hay una sensibilidad respecto del año pasado, de pensar qué pasa con los cuerpos tras una cuarentena muy larga”, analiza Lux Moreno. “Hoy es un privilegio volver a un gimnasio y poder hacer actividad física: subió un cien por ciento. Cuando hablamos de esto, vemos la brecha entre el privilegio corporal delgado y otras corporalidades”, compara. “Estamos en un período de emergencia sanitaria donde la banalización del problema lleva a que las personas en la matriz más gordofóbica se fijen si subieron de peso o no en medio de un pico de contagios de coronavirus. ¿Es mejor tener covid que subir de peso? Esto se vio muy exacerbado cuando liberaron los parques y salió masivamente gente a correr. Hay algo ahí sobre esto, ¿qué pasa con la corporalidad en una situación en la que te tenés que quedar en tu casa?”, indaga la activista.

Para Laura Contrera, la clave para disminuir los episodios de discriminación, violencia y estigmatización de las personas gordas está en la despatologización. “Argentina es el país de la despatologización de las identidades trans. Un gran sector del activismo gordo estamos trabajando para despatologizar las identidades gordas. Para que no se confunda toda gordura con un estado patológico que debe ser erradicado. Sino que se entienda que vivimos en un mundo de diversidad corporal y que todos los cuerpos tenemos derecho a encarnarnos como somos”.