Continúa el juicio por la Masacre de Wilde en el Tribunal Oral Criminal N°3 de Lomas de Zamora, ocurrida hace 28 años, el diez de enero de 1994. El debate empezó la semana pasada, cuatro inocentes fueron acribillados a balazos por once miembros de la ex Brigada de Investigaciones de Lanús de la Policía Bonaerense. De todos los imputados en el emblemático caso de gatillo fácil, solo nueve están siendo juzgados, porque uno murió y otro presentó un problema de salud. 

En este caso icónico de la violencia institucional, Raquel Gazzanego perdió a su esposo Edgardo Cicutín, de entonces 33 años, quien era padre de una nena y un bebé. En el diálogo que la viuda mantuvo con Tiempo expresó que: “Nuestro pedido y mayor deseo es que se haga justa justicia”. Siguió relatando que esperan que “esto sirva para desenmarañar en forma judicial, el entramado de la organización delictiva que funcionaba en esos tiempos y que sigue hasta el día de hoy en la Policía Bonaerense”.

“Sabemos que esto pasa al interior de las distintas fuerzas de seguridad, pero se sostienen en el tiempo porque son apoyados por un sector de la política y de muchos funcionarios judiciales”, denunció la viuda. Continuó asegurando que el juicio dejará al descubierto todo lo que pasó y “espero que nos deje una puerta abierta para poder seguir investigando sobre esta organización delictiva que le arrebató la vida a cuatro personas inocentes”.

Las cinco jornadas del juicio que se realizaron durante la semana pasada fueron positivas para el esclarecimiento del caso, “nosotros siempre supimos que con mi marido habían cometido un grave error. Por lo cual, como los familiares de él, lo único que nos falta es que los culpables sean condenados”, imploró Raquel.

Durante las declaraciones de los testigos que tuvieron lugar durante la semana pasada “fue central el de Guzmán”, que era un comensal de la parrilla donde terminó invistiendo el auto de Norberto Corbo, “este hombre declaró que los dos ocupantes del asiento trasero del vehículo, parecían estar muertos porque no se movían”, reconstruyó Raquel. El testigo Guzmán fue central: ”Porque declaró que vio, en forma clara y precisa, cuando la policía le colocaba un arma en la mano a Norberto que estaba muerto con medio cuerpo fuera del auto. También contó que le apretaban la mano para que le quedaran las huellas en el revólver”.

Así se pudo acreditar que desde el Peugeot 505 no efectuaron disparos como habían dicho los policías, fue un fusilamiento y plantaron un arma. También quedó claro que la ex Brigada de Investigaciones de Lanús no salió en prevención del delito, porque es un grupo que tenían trabajos específicos de inteligencia y seguimiento. Salieron directamente a matar.

“Quiero agradecer a todos los testigos que declararon y los aliento a que lo sigan haciendo porque es muy importante”, valorizó Raquel. Finalizó diciendo que son “muy valientes, porque sin sus testimonios claros y precisos, no sería posible tener justicia”.    

El abogado de la viuda

Ciro Annicchiarico es abogado de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y representa a Raquel Gazzanego y sus dos hijos. En el diálogo que mantuvo con este diario contó que “el juicio por la masacre de Wilde está llegando a su fin, después de la semana de recepción de declaraciones testimoniales, en las que la novedad es que el procesado y ex prófugo Marcos Ariel Rodríguez se decidió a prestar declaración”.

“Justificó su situación argumentando que él desconocía por completo estar vinculado en el hecho y también que no sabía sobre su pedido de captura”, dijo el letrado. Siguió contando que “nosotros no creemos en nada de lo que declaró, evidentemente él forma parte de un armado argumental tendiente a justificar las explicaciones absurdas que han dado los demás procesados durante lo que va del debate”.

“En términos generales podemos decir que más del ochenta por ciento de los testimonios que se han recibido confirman nuestra versión de los hechos que consiste en un cuádruple homicidio agravado, más una tentativa de homicidio agravado”, aseveró Ciro a este diario. Hubo una participación conjunta de “todos los policías procesados de la ex Brigada de investigaciones de Lanús, por lo cual a nuestro criterio son todos responsables por igual de los cuatro asesinatos y por las tentativa de homicidio”, agregó.

Este lunes continúa el juicio a partir de las diez de la mañana, “aún restan tres o cuatro testimonios, ya con eso la etapa de debate quedará concluida y se abrirá la etapa de los alegatos”, adelantó el abogado. Además detalló que primero “alegará la fiscalía, después lo haré yo junto la familia del fallecido Edgardo Cucutín, luego lo hará el abogado que representa a la familia de Norberto Corbo, después la familia de Claudio Mendoza que también se presentó y después alegan las defensas de los acusados”.

“Luego se fijará la fecha para el veredicto, entendemos que pasada esta semana en curso, la próxima es muy probable que ya lo tengamos resuelto”, dijo el letrado. Finalizó remarcando que “nosotros tenemos una expectativa muy buena, lo digo en el sentido de obtener una sentencia condenatoria para todos los policías procesados por la masacre”.    

Un caso ícono del gatillo fácil

Ocurrió el 10 de enero de 1994. Cuatro inocentes fueron asesinados a balazos por once oficiales de la ex Brigada de Investigaciones Lanús de la Policía Bonaerense. Los efectivos declararon que perseguían a “delincuentes” que iban en dos autos, huyendo de un presunto robo a una sucursal del Banco Galicia. Después dijeron que los sospechosos transportaban cinco kilos de cocaína. Los agentes dispararon 270 balas. Sin embargo, durante la instrucción de la causa se supo que se trataba de una banda de ladrones que trabajaban para ellos. Pero que ya no lo querían seguir haciendo y por eso los policías los fueron a buscar para matarlos.

Edgardo Cicutín tenía 33 años y era padre de Natalia de 8 y de Gonzalo de apenas 8 meses. Vendía libros para la editorial Cisplatina. Se movía en un Dodge 1500 que era conducido por Claudio Díaz, quien sobrevivió a la balacera policial de milagro. Las otras víctimas fueron el remisero Norberto Corbo y sus pasajeros, Claudio Mendoza y Héctor Bielsa, quienes viajaban a bordo de un Peugeot 505.

Los once policías prestaban servicio en la Brigada de Lanús, cuyo subjefe era el comisario Juan José “El Lobo” Ribelli, detenido, procesado y luego absuelto por el atentado a la mutual judía AMIA. Los imputados son Roberto Mantel, Osvaldo Lorenzón, Eduardo Gómez, Pablo Dudek, Marcelo Valenga, Marciano González, Julio Gatto, Hugo Reyes, César Córdoba y Carlos Saladino, de estos últimos uno falleció y otro presentó un problema de salud para no estar en el juicio.

Marcos Ariel Rodríguez, que estaba prófugo, fue capturado en noviembre de 2014 en la ciudad cordobesa de La Falda, detenido por rebeldía a la autoridad y no por los crímenes perpetrados en 1994. La semana pasada declaró en el juicio y su testimonio sirvió para dejar al descubierto un armado argumentativo de los policías para desviar la causa.