La agencia pública de noticias Télam presentó este viernes en la ciudad de Bariloche una denuncia penal por el ataque del que fue víctima la fotoperiodista Alejandra Bartoliche, durante la cobertura de la séptima Marcha por la Soberanía de Lago Escondido, el 1 de febrero último.

«La cobertura periodística de hechos sociales, políticos, culturales y económicos no puede ser menoscabada por actos de violencia planificada ya sea esta llevada adelante por fuerzas de seguridad o por individuos particulares o con la connivencia de ambos», se advirtió en la denuncia que Télam presentó junto a Bartoliche ante la fiscalía de Bariloche.

Los denunciantes fueron recibidos en persona por la jefa de los fiscales de la Tercera Circunscripción de la provincia de Rio Negro, Betiana Cendón, quien destacó «la importancia de proteger el derecho al trabajo de los periodistas» más aún «en relación a la violencia contra la mujer».

La denuncia se radicó ante la fiscal por la fotoperiodista, que hace 25 años desarrolla su tarea periodística en la agencia, junto al gerente de Asuntos Legales de Télam S.E., Juan Ignacio Mareque.

Ambos solicitaron ser tenidos como querellantes particulares -de manera unificada- en la causa y además presentaron material documental como prueba, en particular filmaciones y fotos de los agresores y de funcionarios policiales que estuvieron en el lugar al momento de los hechos.

En la presentación judicial se advirtió que durante el episodio que vivió Bartoliche en la zona de Lago Escondido «su integridad física fue vulnerada y su vida puesta en peligro».

«Hechos como los acaecidos violan el derecho a libertad de prensa que está garantizado en nuestra Constitución Nacional -entre otros- por su artículo 14° y pactos internacionales», agregó la denuncia.

Además, se destacó que no puede perderse de vista «que como recomienda la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) cuando se refiere a la Violencia contra periodistas mujeres hay que considerar -a la hora de la investigación y juzgamiento- la debida diligencia reforzada que implica la perspectiva de género».

En el escrito se remarcó además que «la violencia ejercida sobre la denunciante tuvo una amplia repercusión nacional y ha merecido la condena y el repudio de distintas organizaciones de la sociedad civil», como Adepa, Fopea y Argra.

«Hechos como los ocurridos, que son públicos y notorios, no pueden ser solo denunciados por la víctima directa, sino que debe ser acompañada por su empleadora Télam S.E. que como empresa periodística pública debe velar por la integridad de sus profesionales y velar por que no se impida, a través de acciones y prácticas violentas, el trabajo libre de sus profesionales a la hora de informar», resaltó la denuncia.

La séptima Marcha por la Soberanía tuvo como objetivo llegar a Lago Escondido a través de un camino declarado público, cuyo acceso fue sin embargo vedado al público.

La fotoperiodista y la agencia de noticias pidieron abrir una causa penal por «amenazas, lesiones, robo en grado de tentativa, violación de deberes de funcionario público», entre otras acciones «desplegadas por diversos agresores, con el claro objeto de impedir el libre y normal ejercicio» de su profesión a la víctima de las agresiones.

Todo ello fue realizado «en clara contraposición con principios constitucionales y convencionales», se advirtió en el escrito, presentado con el patrocinio de las abogadas de Río Negro, Nadina Moreda y Fabiola Signore.

La fotoperiodista recordó que el 1 de diciembre aproximadamente a las 10 llegó a la zona del Paraje de El Foyel para cubrir la llamada séptima Marcha a Lago Escondido como reportera gráfica de la agencia nacional de noticias Télam.

«El día anterior había cubierto una presentación y una marcha en Bariloche en el Juzgado Civil ubicado en calle Juramento, de Bariloche, por lo cual me encontraba completando la cobertura de manera integral, siguiendo precisas instrucciones de la Gerencia Periodística de la agencia, abarcando las diferentes movilizaciones y eventos que se sucedían en el marco de los acontecimientos de indudable interés periodístico nacional», repasó en el escrito.

Luego detalló que el día de las agresiones comenzó a trabajar y tomar fotos «tanto de los manifestantes como de los pobladores de a pie y a caballo que se encontraban a ambos lados de la reja» que bloquea el camino de Tacuifí.

«Íbamos y veníamos por ese lado de la ruta sacando fotos, junto a otros colegas, porque jinetes y algunas personas de a pie de vez en cuando cabalgaban en ese lado del predio levantando polvareda y apostando perros cerca del alambrado, en una clara manifestación de amedrentamiento, dificultando en extremo la tarea periodística», agregó.

La agencia Télam «contaba con un equipo allí trabajando: el cronista Marcelo Cena, el reportero gráfico José Mateos y quien suscribe», informó.

La situación fue «tensa» durante toda la jornada, con «algunos episodios de violencia verbal y desplegados por algunos pobladores hacia los manifestantes que estaban del otro lado de la reja del llamado camino de Tacuifí»

«En todo momento la situación era tensa, con cánticos y revuelo de tierra propiciado por los jinetes que hacían dar vuelta a los caballos una y otra vez y un amplificador con un volumen extremadamente alto en donde pasaban música», describió.

Alrededor de las 14 y luego de distintos incidentes, la fotoperiodista de Télam supo que una comitiva iba a ingresar y pidió ir en una de las dos camionetas «que ingresaría por el camino desde el Manso a los fines de cubrir el hecho en mi función de reportera gráfica, función con la cual me había presentado ante cada persona presente en el lugar».

«Las camionetas llegan hasta cierto punto. Nos bajamos ocho personas y comenzamos a caminar aproximadamente dos kilómetros por el camino de Tacuifí», narró.

Al llegar cerca de la reja de la estancia y desde adentro «se acercaron los pobladores» y dijeron a los manifestantes que debían volverse «por las buenas o por las malas», contó en la presentación.

Poco después, en medio del conflicto entre pobladores y manifestantes, un grupo de jinetes comenzó a pegarles a estos últimos.

Hasta ese momento, la reportera gráfica sacaba fotos de lo que estaba ocurriendo.

«En ese momento me detectaron. Es ahí cuando uno de ellos me descubre y me tira el caballo encima y me empieza a rodear, sin dejarme salir y gritándome que me vaya. Logro esquivarlo y comienzo a correr para el lado de donde había venido, mientras gritaba «Me quiero ir, déjame salir», recordó.

La fotoperiodista logró correr pero » un hombre de a caballo» le quitó la cámara.

«Me aferro a la correa y me arrastra varios metros, dado que ya él estaba logrando quitármela. En un momento, luego de un empujón, caigo con todo el peso muerto de espaldas, me golpeo la cabeza con una piedra y quedo muy mareada», denunció.

La fotógrafa sufrió lastimaduras en sus brazos, «con raspones, moretones, golpes y laceraciones».

«Siento que me duele el chichón en la cabeza y la frente, así como mucho dolor en la espalda por los hematomas producidos por los golpes», reconstruyó sobre ese día.

De manera posterior, los manifestantes se reagruparon y llegó al lugar «una camioneta de color gris, había dos iguales, cargada de efectivos policiales de la provincia de Río Negro en la caja y otros policías en la cabina, más dos de los pobladores que antes nos habían hostigado».

«Hacen el juego macabro de que nos van a llevar por delante, riéndose. Finalmente, se baja el oficial a cargo (desconozco su nombre y rango). Todos le decimos que por qué venían con esta gente, que nos había pegado. Le pedimos que traigan urgente una ambulancia».

Tanto ella como otros heridos fueron finalmente trasladados para recibir atención médica y luego pudo enviar a Télam el material fotográfico desde un bar.