“¿Ves esa campana?”, dice el hombre vestido con ambo. El pasillo es largo, de piso impoluto y paredes inesperadamente coloridas. Hay numerosas plantas de maceta y un árbol dibujado sobre la puerta del fondo. El sol que ingresa por las amplias ventanas ilumina el cartel: “Teleterapia”. En diagonal, sobre una de las columnas, la campana de bronce. Quieta, muda, inútil en apariencia. “Yo digo que es como el penal de Montiel –retoma el hombre haciendo referencia al último disparo de la definición contra Francia que consagró a la Argentina en el Mundial de Qatar–, hasta los más duros caen”.

Para este hombre que se llama Fernando Trachta –al que todos nombran “Dino”–, director médico del Centro de Medicina Nuclear y Radioterapia Pdte. Dr Néstor Kirchner (Cemenurnk) de Formosa, caer es bajar la guardia, sacarse la armadura un rato, entregarse a la emoción y la alegría, aún (y sobre todo) en este lugar que atiende a pacientes con cáncer

“Todos los fines de tratamientos lloramos”, cuenta Trachta, mientras oficia de guía turístico por este centro, el más moderno del norte del país dedicado al servicio de radioterapia y braquiterapia. Después explicará el ritual: “Cuando un paciente termina las sesiones tiene que tocar la campana. Y es una fiesta. Nos disfrazamos, ponemos música, los familiares traen comida y bebidas. Gente que no había dicho ni una sola palabra durante el tratamiento, ves cómo se suelta y larga todo. Es la idea de todo esto, dejar de asociar a esta enfermedad con la muerte y empezar a asociarla con la vida”. 

Foto: Eduardo Sarapura

Más modernidad, menos invasivo

El Cemenurnk se levanta en el predio del Hospital de Alta Complejidad Pte. Juan Domingo Perón, en la capital formoseña, y está integrado al sistema de salud pública a través del Plan Nacional de Medicina Nuclear, que incluye desde 2015 aportes millonarios para la construcción, equipamiento y capacitación de recursos humanos en centros de última tecnología distribuidos a lo largo del país, y de un convenio firmado entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el gobierno provincial.

La aparatología del Cemenurnk incluye dos aceleradores lineales (el Versa HD es, en palabras de Trachta, “el equipo de radioterapia más completo que hay en una institución pública de Argentina”) que permiten un tratamiento menos invasivo, reduciendo la cantidad de sesiones y protegiendo los órganos sanos cercanos al tumor.

Foto: Eduardo Sarapura

También destacan un tomógrafo modernísimo que se adapta a la posición específica del paciente; y el quirófano de braquiterapia que se usa, por lo general, para tumores ginecológicos, urológicos y mamarios. Además, es inminente el arribo del ciclotrón, un equipo de alta precisión y velocidad capaz de producir el radioisótopo –un elemento radiactivo que funciona como fármaco– que necesita la persona.

“Para mí, como formoseño, este centro es como respirar, así que imaginate lo importante que es –asegura Trachta–. Si algo le faltaba a la medicina de la provincia era la pata de la radioterapia. Antes los pacientes se tenían que ir a Buenos Aires, a un mundo totalmente distinto, con tratamientos largos de tres o cuatro meses. Ahora vienen al centro y hasta traen a sus hijos. Las familias sufrían ese desarraigo, a nadie le gusta irse de su casa. Por eso digo que este lugar es absolutamente necesario, no solo para Formosa, sino para toda la región”.

Otra forma de mirar

Para Mariela Posse, técnica radióloga especialista en radioterapia, trabajar en el Cemenurnk es una “bendición”. Ella se ocupa del inicio del tratamiento, recibe a los pacientes y los acomoda en el tomógrafo de la manera más meticulosa posible: seleccionando los movilizadores adecuados, explicando en detalle el procedimiento y, no menos importante, seleccionando la música que ayude a la relajación de la persona.

“El vínculo con el paciente es inevitable –subraya–. Nosotros sabemos que recibimos pacientes oncológicos y por eso mismo el trato debe ser diferente. Los que elegimos trabajar en salud debemos tener esa empatía con nuestros pacientes porque el día de mañana podemos ser nosotros. A mí particularmente me ha tocado tener a mi madre con cáncer, entonces trato al paciente como si fuera un familiar, como me gustaría que me trataran a mí el día de mañana. Todos los que trabajamos acá tenemos muy en claro eso”.

Las y los profesionales, trabajadores y directivos del centro coinciden en que el tratamiento humano es tan importante como el médico. Con esa misión se creó el Servicio de Bienestar y Calidad de Vida orientado a la salud mental, la alimentación saludable y los distintos aspectos de la vida, buscando “disminuir el nivel de sufrimiento del paciente y las familias, y también promover el bienestar”.

Foto: Eduardo Sarapura

Miguel Ángel Martínez tiene 66 años. Es jubilado y desde hace unos meses es también un paciente diagnosticado con cáncer de próstata. “En ese momento sentí miedo, bronca, de todo un poco. Se te viene el mundo abajo”, recuerda.

Miguel ya se imaginaba viajando a Resistencia, Chaco, buscando alojamiento, extrañando a sus hijos, hasta que supo que podía iniciar el tratamiento a solo tres cuadras de su casa.

“Llego a la mañana y te saluda la administrativa, la enfermera, el médico, con el que te cruzás te saluda; hay mucha humanidad y eso es algo bueno para los pacientes. Después me dan de tomar agua, espero unos minutos y me pasan a Radioterapia. Durante unos diez minutos te ponen música suave para estar mentalmente tranquilo, para que te duermas y te relajes. Por suerte ya lo estoy superando y hoy en día estoy bien. Los médicos me dicen que no es grave, que voy a vivir varios años más”.

Posse acepta que más allá de la gratificación que otorga el trabajo también tiene, como todos, días malos. El reto entonces es reponerse rápido. “Estamos en un lugar donde no te podés ir triste a tu casa porque hacemos todo lo posible, y los pacientes nos devuelven eso: se sienten contenidos y acompañados. Los que trabajamos acá tenemos otra forma de mirar a la enfermedad, sin sacarle importancia, pero sabiendo que estamos dando todo lo que está a nuestro alcance para que el paciente pueda llevarlo de la mejor manera. Sabemos que trabajamos con una enfermedad complicada, pero esta carrera que elegimos es una bendición de Dios porque estamos colaborando para que el tratamiento sea mejor y tal vez llegar a la cura”. «

Foto: Eduardo Sarapura
Números

Hasta el 1 de junio de 2023, el Centro de Medicina Nuclear y Radioterapia “Pdte. Dr. Néstor Kirchner” atendió a 272 pacientes (179 mujeres y 93 varones): 266 son de Formosa, cinco de Chaco y uno de Corrientes. Casi el 40 por ciento no tiene obra social.

En detalle, 36 personas recibieron tratamiento de braquiterapia; 22 de IMRT (Radioterapia de Intensidad Modulada); 107 con imágenes 3D y 108 de VMAT (Arcoterapia Volumétrica de Intensidad Modulada). En el 2022, 109 pacientes terminaron su tratamiento. Hasta junio de este año fueron 75.

De acuerdo a una encuesta realizada entre 160 pacientes 155 contestaron que la atención recibida por su médico o médica fue “excelente”. Cuatro la calificaron como “muy buena” y solo uno la consideró “regular”.

Los encuestados también respondieron sobre el servicio de Calidad y Bienestar de Vida que recibieron durante el tratamiento. Al respecto, 65 pacientes contestaron que les fue de “mucha ayuda”. Del total, 149 recibieron apoyo en nutrición, 102 concurrieron al taller grupal y 163 tuvieron atención de psicólogos.

Foto: Eduardo Sarapura
«Acá lo esencial es pensar en el otro»

“Yo no conocía Formosa y cuando llegué me quedé asombrado”, reconoce Martín Mutuberría, gerente general de la Fundación Centro de Medicina Nuclear y Radioterapia Pdte. Dr. Néstor Kirchner (Cemenurnk), el más moderno de todo el norte del país, ubicado en la provincia de Formosa, históricamente vapuleada por los grandes medios capitalinos.

“En Buenos Aires nunca vi replicado nada positivo de Formosa –continúa– . Y al venir acá pude ver todas las cosas buenas que están pasando. Desde que llegué estoy encantado con la provincia, la gente es maravillosa, no te conocen y enseguida te invitan a un asado, te tratan de igual a igual, me han abierto las puertas en todos los lados”.

Ni bien se puso al frente del Cemenurnk, Mutuberría se volvió un promotor del “orgullo formoseño”. Tanto que hasta se propuso romper con aquello de que Dios está en todas partes pero solo atiende en Buenos Aires: “Yo creo que el nivel de infraestructura y equipamiento de salud pública que tiene Formosa no sé si lo tiene otra provincia argentina.  Siempre se derivó y se sigue derivando pacientes de cualquier provincia a Buenos Aires. Todo se centraliza allá, pero ¿por qué no hacer lo inverso y que nosotros atendamos a pacientes de Buenos Aires? Con los centros médicos que tenemos es muy factible romper ese esquema”.

Además de la tecnología de última generación, el gerente destaca el recurso humano y, sobre todo, el soporte emocional que se le da tanto a los pacientes como a sus familiares. “No se trata solo del diagnóstico y tratamiento. Para mí lo esencial es pensar en el otro, en, por ejemplo, evitarle el desarraigo. Muchas veces los tratamientos se abandonan porque son largos, duran más de un mes, y eso significa no solo estar lejos de tu casa, sino lo que implica estar en Buenos Aires. Con el Cemenurnk tenés la posibilidad de quedarte en tu lugar, y eso debe ser motivo de orgullo, no solo de los formoseños, sino de todos los argentinos”.

Mutuberría destaca que “este tipo de centro no sería posible sin un Estado presente” que fortalezca el Sistema Integral de Salud Pública para “asegurar la equidad y la accesibilidad de toda la población a servicios de alta complejidad de medicina nuclear y radioterapia”.

“Eso es lo que me motiva –concluye–. Ver a la gente atenderse con alegría, ver cómo los tratan los profesionales. Ver el amor mutuo es impagable”.