Dayhana Gorosito pasó un año en la cárcel de Bower, en la periferia de Córdoba, acusada de un delito atroz: el crimen de su beba recién nacida. Como pena adicional, durante la mayor parte de ese tiempo no pudo ver a su hijo de cuatro años. Luego de la apelación de sus abogadas, la Cámara de Casación acaba de concederle la excarcelación con un argumento contundente: ni la fiscalía ni el juzgado abordaron la causa desde una perspectiva de género, evidenciando una mirada sesgada y patriarcal de parte del sistema judicial. Pero su defensa no se conforma y busca la absolución definitiva. Sostienen que Dayhana es una víctima de la violencia machista y que fue obligada a parir en condiciones inhumanas.

La jueza Alejandra Farías sostuvo en su voto que «en un caso como el presente, en el que la imputación pesa sobre una mujer que aduce ser víctima de violencia (de género y doméstica), debe incorporarse la ‘perspectiva de género’ como pauta hermenéutica constitucional y como principio rector para la solución de este tipo de casos, a efectos que no se ignore la complejidad de esta problemática que afecta a miles de mujeres en el ámbito de nuestra República, exigiendo para ello un análisis integral tanto de la normativa internacional como de la jurisprudencia sentada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.»

Farías, además, hizo lugar al pedido de sobreseimiento considerando que está acreditada la inocencia de Dayhana, en contraposición a la postura de sus colegas Carlos Salazar y Maximiliano Davies, quienes entendieron necesaria la instancia de juicio oral y público para definir si la joven de 21 años tuvo responsabilidad en la muerte de su bebé.

«Este fallo es favorable para las mujeres que se encuentren en situaciones similares porque obliga al Poder Judicial a poner bajo la lupa la perspectiva de género», explica Melina Canesini, una de las abogadas del Espacio Jurídico Deodoro Roca, a cargo de la defensa de la joven.

El 19 de mayo de 2016, Dayhana salió a las 7 de la mañana de la casa de su pareja en Unquillo y caminó hasta el dispensario del barrio: esa noche no había dormido por culpa de las contracciones.

Fue sola. Luis Oroná, su pareja, prefirió quedarse un rato más en la cama. Después la alcanzó con el auto y la llevó hasta el descampado ubicado atrás del dispensario: él había llevado una tijera, una colcha sucia y un bolso. El parto fue a la intemperie. Ella alcanzó a envolver a su hija con la manta, antes de que él se la llevara.

Después de parir, Dayhana volvió, como pudo, a la casa. Estuvo encerrada todo el día hasta que Oroná volvió de trabajar. Ella preguntó por su hija y él le pidió que dijera que la beba había nacido muerta y que acusarían al Hospital José Miguel de Urrutia de no haberles entregado el cuerpo (en el expediente consta que la familia de él avaló esta estrategia y hasta le pagó a testigos para que declararan haber visto a la joven ingresar al hospital para parir). Dayhana se sentía tan mal que debió ser internada en el Hospital Rawson por una infección severa, provocada por los restos de placenta que le habían quedado adentro del cuerpo.

Después de cuatro allanamientos, la policía encontró el cadáver de la beba en la casa de los Oroná. La autopsia determinó que había muerto por hipotermia. La fiscal Mercedes Balestrini imputó a Dayhana por homicidio calificado por el vínculo por omisión, al entender que debió haber intervenido para impedir que Oroná –también detenido y acusado de homicidio calificado– se llevara a la beba. Cuando mejoró la salud de Dayhana, se dispuso el traslado a la cárcel de Bower.

La mediatización del caso alertó a un grupo de mujeres autoconvocadas de Unquillo, quienes contactaron a las abogadas del estudio Deodoro Roca e iniciaron una campaña nacional para exigir la libertad de la joven.

«Dadas las condiciones de existencia previa –explica Canesini– y la manera en que se desarrolló el vinculo con la pareja, Dayhana nunca hubiera podido doblegar en fuerza al hombre, y mucho menos en un estado puerperal, en donde la mujer deposita todas sus energías en dar a luz.»«

Estigmatización

Además de que la justicia invisibilizó su situación de vulnerabilidad, Dahyana fue sometida también a violencia simbólica a partir de la estigmatización que algunos medios de comunicación operaron sobre ella. El diario La Voz del Interior, por ejemplo, tituló en su momento que «Fue recapturada la joven acusada de matar a su bebé». Por su parte, Cadena 3, otro importante medio de Córdoba, sostuvo: «Quedó en libertad una joven acusada de matar a su bebé».