Son semanas febriles las que se viven en Medio Oriente. La confirmación de que el futuro presidente de Estados Unidos será Joe Biden -a menos que Donald Trump consiga abroquelarse en la Casa Blanca de alguna manera- acelera gestiones inéditas y prepara el terreno para lo que vendrá con los demócratas en el poder nuevamente. En este marco, mientras se especula con la posibilidad de la apertura de relaciones entre Israel y Arabia Saudita, Irán denunció el asesinato de un científico de alto rango en Teherán y culpó de lo que consideró “un acto terrorista” al estado de Israel.

Esta semana la televisión israelí informó acerca de un encuentro furtivo entre el primer ministro Benjamin Netanyahu y el príncipe Mohammed bin Salman en presencia de Mike Pompeo. Luego del establecimiento de relaciones entre Israel y los gobiernos de Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, este paso sería el mayor golpe al tablero regional y le insuflaría aire nuevo para la estrategia de Trump por mostrar sus logros en política internacional.

El encuentro -que desde Riad lo desmintieron, aunque fue confirmado por el ministro israelí de Educacióní, Yoav Gallant- se produjo en la ciudad aún fantasma de Neom, un proyecto faraónico de Bin Salman para el futuro pospetróleo. La información dice que participaron Netanyahu, Pompeo, Salman y el jefe del Mossad, el servicio de inteligencia israelí, Yossi Cohen. Y que los temas en debate fueron el impacto que tendría el establecimiento de relaciones Arabia Saudita-Israel y de una estrategia común para enfrentar a Irán.

Biden carga con la responsabilidad de volver al acuerdo nuclear firmado por Barack Obama en 2015 junto con los países del Consejo de Seguridad de la ONU para el control del programa atómico iraní. Un documento que Trump arrojó al cesto de los papeles a poco de asumir su cargo, en 2017.

Para el gobierno de Netanyahu, ese acuerdo llamado 5+1 (porque también participó Alemania) era un peligro para la seguridad israelí. Incluso en un insólito desplante al presidente Obama, lo dijo ante el Congreso de EEUU por una invitación de los republicanos en momentos de campaña electoral, en 2016. El temor es que los demócratas vuelvan recargados y con ánimo de hacerle pagar el desafío.

Pero para la monarquía saudita también hay un riesgo con el cambio de gobierno en Washington. La violencia y falta de escrúpulos que mostró Bin Salman para hacerse del poder incluso mediante la detención de familiares de la Casa Real y con una responsabilidad muy fuerte en el asesinato del periodista Jamal Kashoggi le hacen temer por las represalias que no tuvo en tiempos de Trump.

De allí que se evalúe que Riad no quiso aceptar el convite de Pompeo ni de Netanyahu para no quedar pegado a una propuesta perdedora. Pero habría quedado en volver a conversar cuando asuma la nueva administración, que vería con buenos ojos una solución que baje tensiones en esa áspera zona del planeta.

Sin embargo, este viernes el gobierno iraní informó que había resultado gravemente herido en un atentado el jefe del Departamento de Investigación e Innovación del ministerio de Defensa, Mohsen Fakhrizadeh. “Esta cobardía -con serios indicios del papel israelí- muestra un belicismo desesperado de sus autores», tuiteó Mohamad Javad Zarif, ministro de Exteriores de la República islámica de Irán.

Fakhrizadeh fue catalogado por Netanhyahu en alguna ocasión como el padre del programa de armas nucleares iraní, un proyecto que Teherán siempre negó y que de todas maneras, quedaba sometido a la vigilancia tras el acuerdo 5+1. El hombre había sido baleado cuando circulaba con su auto cerca de Teherán y los médicos no pudieron salvarle la vida.

No es el primer científico asesinado en los últimos años. Siempre Irán culpó a los servicios israelíes. A principios de año se produjo otro homicidio político, pero esta vez el responsable fue el gobierno de Estados Unidos, como se ufanó Trump. Se trató del general Qasem Soleimani, un héroe de la guerra contra Saddam Hussein, en un ataque con drones cuando se reunía en el aeropuerto de Bagdad con autoridades iraquíes. El caso causó estupor y temores por un recrudecimiento de las tensiones. Irán prometió venganza, pero quizás el mejor desquite es que Trump está de salida en su propio país. «


Trump empieza a darse cuenta de lo inevitable

Lentamente el presidente Donald Trump se va dando cuenta de que inevitablemente tendrá que entregar el poder el 20 de enero. Así, mientras una corte federal desestimó una denuncia de los republicanos sobre un presunto fraude en Pensilvania, porque no habían aportado ni una prueba sólida, Trump declaró que si el Colegio Electoral que debe reunirse el 14 de diciembre, confirma la victoria de Joe Biden, “ciertamente dejaré la Casa Blanca”. Aunque como ciertos inquilinos mal avenidos, habrá que ver en qué condiciones la deja.

Es que el empresario inmobiliario insiste en que hubo fraude en las elecciones del 3 de noviembre. “Será algo muy difícil de admitir que los electores voten por Biden, cometerán un error”, agregó. Y culminó: «Sé una cosa, Joe Biden no obtuvo 80 millones de votos».

Trump habló con periodistas antes de una teleconferencia en ocasión del Día de Acción de Gracias con soldados apostados en Afganistán a los que promete hacer regresar a Estados Unidos, a pesar de la resistencia del Pentágono.

La aceptación del resultado, que se demora entre otras razones por el intrincado sistema electoral estadounidense, también es útil al presidente ruso para saborear con efecto de “vendetta” la tardanza en felicitar a Biden. Hace cuatro años, los demócratas culparon a Rusia de haber influido en el triunfo de Trump, ahora Vladimir Putin avisa que reconocerá el resultado cuando lo confirmen las autoridades competentes de EE UU, cosa que bien podría ocurrir recién el 14 de diciembre.

Lo que no evita que desde usinas de información ligadas al futuro gobierno evalúen que Putin prefiere a Trump y espera que no entregue el poder. “Es una interpretación absolutamente incorrecta. El presidente felicitará al presidente electo de EE UU a su debido tiempo, justo después de que se sepa el resultado de las elecciones», dijo el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov.

Y abundó: «En varios estados todavía continúa el escrutinio. Cuando concluya, el presidente felicitará a su futuro colega».