El próximo domingo 30 las ciudadanas y los ciudadanos paraguayos concurren, con final abierto, a las urnas para elegir por octava vez desde la caída de Alfredo Stroessner en 1989, su próximo presidente de la República, vice, senadores, diputados, gobernadores y concejales departamentales en primera y única vuelta electoral. Según las estimaciones, los dos partidos tradicionales captaran la mayor cantidad de voluntades, dejando en el olvido las experiencias de las terceras posiciones (desde el general Oviedo con Unancen a Fernando Lugo con el Frente Guasú). Aun cuando la pandemia, las duras consecuencias de la sequía y la guerra sigue impactando en la economía y supieron generar manifestaciones novedosas y movimientos genuinos de la sociedad civil -un “nuevo marzo paraguayo”, “ANR Nunca Más”- el actual escenario electoral repone la presencia exclusiva de la clásica partidocracia paraguaya. Sin embargo, todo presente no es idéntico al pasado y hay al menos tres rasgos novedosos a destacar.

1-La mayor innovación probablemente resida en el primer ensayo de creación de una Concertación de Partidos, impulsada por el histórico Partido Liberal, que reúne a 23 partidos y a 2 movimientos. La concertación logró, por primera vez en la historia electoral paraguaya, que la interna se realice con el padrón oficial nacional. La democratización del juego interno dotó de legitimidad a la fórmula presidencial y a la experiencia política que intenta alterar el juego de la política de “padrones” en la corta historia de la democracia guaraní. Efraín Alegre, actual presidente del PLRA y candidato presidencial en 2013 y 2018, es acompañado por una figura que irrumpe en la escena: Soledad Núñez. La joven, oriunda de la organización civil TECHO, con una fugaz experiencia en la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat durante la presidencia de Cartes. En la ingeniera civil reposa la apuesta por un electorado joven, urbano, independiente y con “sensibilidad social” que pueda arrimar ese puñado de escaños necesarios para ganar. El ensayo político también desconcertó a la izquierda, con un Frente Guasú dividido y sin rumbo preciso que avizora su final.

2-El Partido Colorado también hace su apuesta por el joven dirigente “Santi” Peña Palacios, un economista con posgrado en la Universidad de Columbia, con pasantía en el FMI y Ministro de Economía de Cartes. La ausencia de trayectoria política partidaria colorada -recién afiliado en 2016 tras renunciar a su membresía liberal- y el apoyo del actual presidente del Partido, Cartes, le valió la posibilidad de ganar la interna del partido el 18 de diciembre de 2022. Sin embargo, el candidato debió separarse hábilmente de aquel padre político, cuando el Departamento del Tesoro de EE UU acusó al actual vicepresidente, Hugo Velázquez, y al ex, Horacio Cartes de “corrupción rampante que socava las instituciones democráticas”, prohibiendo en primera medida el ingreso al país y luego acceder a los bancos y hacer negocios con empresas norteamericanas. Además, Washington los acusa de mantener vínculos con la milicia proiraní Hezbolá, que EE UU tiene en su lista de organizaciones terroristas. Esto impactó de lleno no sólo en los negocios del expresidente -teniendo que disolver su grupo económico- sino que forma parte del telón principal en el cual se desarrollan las elecciones. Qué peso tendrá en la contienda local – más allá de la desfinanciación del Partido Colorado- lo sabremos cuando los chips de las máquinas del voto electrónico lo computen y un desdibujado presidente, Mario Abdo Benítez, entregue la banda presidencial.

3- Por último, el candidato del Movimiento Cruzada Nacional, Payo Cubas, el “Milei paraguayo” al que nos tienen acostumbradas las derechas actuales. Personaje de TV y redes, pudo construirse un lugar antes para los indignados del sistema que para los empresarios. Con un discurso de impugnación a las instituciones democráticas – de las que forma parte como senador-, llama a reformas la constitución y establecer un sistema unicameral. Puede articular en un mismo discurso la denuncia a los privilegios de los políticos y defender un gravamen para la soja. En esa misma vereda ideológica, participa el exfutbolista Chilavert, que luego de varias incursiones erráticas en la política, se suma a los 12 presidenciables que buscan llegar al sillón.

El final es abierto, pero la política paraguaya se vuelve a teñir de rojo y azul.