Estados Unidos definió este viernes como un «error» al ataque con drones contra presuntos militantes del Estado Islámico en Kabul que hizo el 29 de agosto pasado y en el que murieron 10 civiles. Por tal motivo, pidió disculpas por el bombardeo y reconoció que las personas que estaban en el vehículo atacado «no representaban una amenaza directa a las fuerzas de seguridad», algo que habían argumentado en un primer momento.

«Pedimos disculpas y trabajaremos para aprender de este horrible error», afirmó el secretario de Defensa, Lloyd Austin, quien expresó además sus «más profundas condolencias a los familiares vivos de los fallecidos».

El funcionario reconoció que el hombre atacado era «sólo una víctima inocente, como los demás trágicamente asesinados» y manifestó que «ningún Ejército se esfuerza tanto» como el estadounidense «por evitar las bajas civiles».

«Cuando tenemos motivos para creer que hemos segado vidas inocentes, investigamos y, si es cierto, lo admitimos», dijo Austin, según la agencia de noticias AFP.

Las palabras del secretario de Defensa llegaron apenas un rato después de que el jefe del Comando Central, el general Kenneth McKenzie, calificara a aquel ataque de fines de agosto como «un error trágico».

El ataque aéreo mató a 10 civiles, incluidos siete niños, pero a ningún miembro de la milicia extremista Estado Islámico de la provincia de Khorasan, la rama afgana de ese grupo, según admitió McKenzie en una conferencia de prensa que ofreció en un Pentágono.

El general dijo que el ataque tenía como objetivo una presunta operación del Estado Islámico contra el aeropuerto de Kabul del que la inteligencia estadounidense tenía una «certeza razonable».

Sin embargo, «es poco probable que el vehículo y los fallecidos estuvieran vinculados al grupo yihadista EI-Khorasan» o supusieran «una amenaza directa para las fuerzas estadounidenses», declaró McKenzie, que fue jefe de las fuerzas estadounidenses en Afganistán hasta la retirada definitiva.

«Nuestra investigación ahora concluye que el ataque fue un trágico error… Una revisión exhaustiva de todas las imágenes disponibles y los informes sobre el asunto nos llevaron a la conclusión final de que 10 civiles murieron en el ataque», reconoció McKenzie.

Tras el retorno de los talibanes al poder en Afganistán el 15 de agosto pasado, el aeropuerto de Kabul se volvió la única puerta de escape para miles de afganos, muchos excolaboradores de las tropas aliadas y representantes de otros grupos vulnerables, y de ciudadanos extranjeros.

Con miles de afganos agolpados ahí y en medio del caos de esas horas, el aeropuerto y la zona aledaña fueron blanco de dos ataques suicidas el 26 de agosto, hecho que dejó más de 200 muertos, entre ellos 13 militares estadounidenses, y otros tantos heridos.

Tras el atentado, que se atribuyó la rama afgana del Estado Islámico, Estados Unidos lanzó una represalia contra los yihadistas y tres días después realizó un segundo ataque con un dron que supuestamente buscaba impedir otro atentado.

En un principio, el Pentágono había asegurado que el «ataque justo», como lo definió el general Mark Milley, había logrado acabar con la vida de al menos un colaborador del Estado Islámico, aunque también reconoció que murieron tres civiles.

En aquella ocasión, el Comando Central de Estados Unidos llegó a afirmar que se produjeron «significativas explosiones secundarias» lo que confirmaba que existía una «sustanciosa cantidad de material explosivo» en uno de los vehículos que estaba en la zona bombardeada.

El informe de ahora reduce esas «explosiones» a «estallidos», después de comprobar las cámaras infrarrojos.