El flamante presidente de Chile, Gabriel Boric, está llamado a inaugurar una nueva y compleja etapa en la historia de ese país.

Quienes ambicionan que reencarne la potencia utópica del allendismo deberán renunciar a esa ilusión, no solo porque son otras las condiciones nacionales e internacionales imperantes, sino también porque son diversas la composición de la alianza que lidera y su propia formación política. Conviene recordar que muchos de los dirigentes estudiantiles que desafiaron a las fuerzas políticas tradicionales y plantearon la posibilidad cierta de sepultar la herencia del pinochetismo eran hijos rebeldes de padres concertadores.

El mayor desafío de Boric consistirá en impulsar el puñado de medidas que la mayoría de la sociedad exigió en las calles al costo de centenares de muertos, mutilados y detenidos –abolición del actual sistema previsional, educación pública y salud gratuitas, aborto legal– sin colisionar frontalmente con la derecha agazapada que –tras la máscara de un diálogo prometido– ha iniciado ya una estrategia de desgaste en natural confluencia con las Fuerzas Armadas, tributarias de la dictadura y con el establishment económico que construyó el mito de que Chile era la próspera vidriera del neoliberalismo en América Latina.

Por lo pronto, Boric ha procedido a ampliar la base de sustentación de su gobierno al incorporar a su Gabinete al social-liberalismo que integraba la Concertación y logró sumar 28 diputados y 13 senadores de esas fuerzas, con lo cual incrementó sustancialmente su representación parlamentaria, pero aun así deberá negociar con la democracia cristiana para obtener las mayorías necesarias.

Todo indica, además, que los constituyentes del centro político intentarán condicionar a una Asamblea que debería facilitar la impronta reformista y en cambio está siendo en gran medida neutralizada por los partidarios de que poco cambie para que nada cambie. El convencional “independiente” Patricio Fernández lo planteó con singular claridad: «Es un hecho que la derecha no tiene la sartén por el mango, pero eso no significa que debamos freírla adentro».

Las expectativas de la sociedad son grandes, y que se cumplan dependerá de la movilización popular. «

Elección clave en Colombia

Colombia elige el Congreso que legislará en el próximo cuatrienio, y a los candidatos oficiales de las principales coaliciones políticas que competirán por la presidencia el próximo 29 de mayo. Los comicios de este domingo llegan marcados por la polarización y la violencia en distintas partes del país. Se trata de 108 miembros del Senado y 187 representantes a la Cámara que empezarán el nuevo período en julio próximo y entre los que se encontrarán, por primera vez, 16 ocupantes de las llamadas «curules de paz», escaños creados por el acuerdo de paz entre el Gobierno y las ahora extintas (FARC), firmado en 2016.

Hay 18 candidatos presidenciales en tres coaliciones que abarcan el espectro: Equipo por Colombia (derecha), Pacto Histórico (izquierda) y la Coalición de la Esperanza (centro). En la izquierda no habría sorpresas debido a que se prevé que ganará Gustavo Petro. En la derecha lideran los exalcaldes Federico Gutiérrez, Alejandro Char y Enrique Peñalosa, y les siguen el exsenador conservador David Bar y Aideé Lizarazo, del partido Mira. Mientras que en la coalición de centro, lideran Sergio Fajardo, exgobernador de Antioquia; Juan Manuel Galán, hijo de un icónico candidato asesinado en 1989, el exsenador Jorge Enrique Robledo, el académico Alejandro Gaviria y el exgobernador Carlos Amaya.